Cómo le afecta el cambio climático a la Argentina

El hombre, con su actividad, es uno de los principales contribuyentes al cambio climático. En la Argentina, la comunidad resalta la relación entre el reto y el desarrollo económico del país.

Cómo le afecta el cambio climático a la Argentina

Ha llegado el momento: los últimos pobladores dejan la Ciudad de Buenos Aires. O lo que queda de ella, porque una gran parte está bajo el agua. Era sabido que se venía. Pero la vida cotidiana, el último Boca-River y las vicisitudes políticas de un país urgente fueron aplazando las decisiones para mitigar los efectos del calentamiento global hasta que nada podía hacerse. Primero, perdieron sus casas los que vivían en zonas bajas: el Delta, Tigre, San Isidro, Puerto Madero y Quilmes. Después, llegó el momento de la Ciudad y el Gran Buenos Aires. Todo comenzó en 2095, el principio del fin. Hoy, 14 de junio de 2117, los últimos camiones salieron hacia el interior de la Argentina. ¿Volverá alguien a ver las ruinas de la que supo ser la capital argentina con sus 13 millones de habitantes?

¿Parece una escena distópica y exagerada? Las frecuentes inundaciones que sufrió y sufre la zona centro del país dejan pensar que no tanto. Lo cierto es que las predicciones globales hablan de un incremento de la temperatura de entre 2,5 y 4 grados Cº para los próximos años, si bien los representantes de 196 países se comprometieron (en el Acuerdo de París, del que ayer se retiró los Estados Unidos) a limitar este aumento a 2 grados.

Los estudios realizados por los investigadores estadounidenses que trabajan en Climate Central (dados a conocer en 2015) muestran que, para 2100, hasta un 19 por ciento de la población porteña quedaría bajo agua. De hecho, desde 1901, el nivel del mar creció ya 20 centímetros. Bangladesh, China, la India y Vietnam ya lo sufren.

Pero estos no son los únicos efectos provocados por el cambio climático y el calentamiento global que, a propósito, no son lo mismo. El primero, de acuerdo a la Agencia Ambiental de los Estados Unidos (EOA, por sus siglas en inglés), consiste en cualquier cambio significativo del clima durante un período de tiempo amplio. El segundo, en cambio, es la continua y reciente alza en la temperatura global promedio, causada por aumentos en las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera.

DATO: 5% EL PBI DE AMÉRICA LATINA PUEDE LLEGAR A “COSTAR” UN AUMENTO DE 2,5°C DE LA TEMPERATURA GLOBAL.

Cabe puntualizar que los costos económicos de estos cambios no serán menores. De acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal),si la temperatura media del globo aumenta 2,5 grados, el impacto económico en el subcontinente estará entre el 1,5 y el 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI) anual regional.

 

Cambio comprobado

A aquellos que dudan de la veracidad de estos datos, Matilde Rusticucci, meteoróloga de la UBA e investigadora del Conicet, los pone en vereda: “El cambio climático a escala global por acción del hombre está probado”, afirma para luego desarrollar que, hoy, los expertos ya trabajan con modelos matemáticos que comprueban que, sin los efectos de los GEI, la temperatura media mundial debería estar medio grado por debajo. Luego, cita el ejemplo de la ola de calor que sufrió la región pampeana en 2013, que ocurrió inequívocamente por motivos antropogénicos.

Matilde Rusticucci, meteoróloga de la UBA
e investigadora del Conicet

En 2016, de hecho, las inundaciones del mes de abril produjeron pérdidas de 4 millones de toneladas de soja, cerca del 10 por ciento de la producción, mientras que la fuerte sequía de 2009 afectó a 1,6 millón de hectáreas en el país. En este sentido, los fenómenos climáticos extremos hicieron que la campaña 2016-2017 debiera ser recortada en 5,2 millones de toneladas, lo que se traduce en pérdidas de US$ 1.050millones, de acuerdo a datos suministrados por la Bolsa de Comercio de Rosario en el mes de enero de este año luego de las lluvias ocurridas durante diciembre de 2016 y a propósito de estas.

Y, respecto a los fenómenos ocurridos a principios del año pasado, la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe indicaron que sólo en esa provincia las pérdidas en agricultura, tambo y ganadería de carne alcanzaron los US$ 2.724 millones a finales de abril. Cabe recordar que el Producto Bruto Interno ascendió en 2016 a $ 8,05 billones (US$ 544.500 millones).

La Argentina es responsable del 0,88 por ciento de las emisiones de GEI globales, lo que lo ubica en el puesto 21 entre los mayores emisores de todo el planeta (133.322 miles de toneladas métricas), de acuerdo a datos elaborados para las Naciones Unidas. Según datos de 2015, el mayor emisor es China, responsable de 29,51 por ciento de las emisiones globales (10.540.000 miles de toneladas métricas de CO2), seguido por los Estados Unidos, con 14,34 por ciento.

En el país, “las proyecciones muestran que aumentan los extremos, son más frecuentes los períodos de sequías, así como las lluvias”, afirma Rusticucci. Estos estudios se realizan a través de modelos de impacto. La directora de la Maestría en Ciencias Ambientales de la FCEN/UBA, Inés Camilloni, cuenta que sirven para evaluar cómo se modificarán los caudales de los grandes ríos de la cuenca del Plata en lo que resta del siglo 21, así como el impacto de las represas hidroeléctricas y la fragilidad de los humedales. “Generamos escenarios que describen cómo va a ser el clima en las próximas décadas y, en el caso de nuestro grupo de estudio, específicamente para el sector de los recursos hídricos”, indica.

 

Esos efectos sí se pueden ver

María Elena Fernández Long, magíster en Meteorología Agrícola de la UBA; y Tomás Della Chiesa, ingeniero Agrónomo, también de la UBA, son quienes analizan los efectos del cambio climático. Un ejemplo de su trabajo fue cuando los productores frutihortícolas de la zona de San Pedro (Buenos Aires) quisieron “aprovechar” el calentamiento global (las mayores temperaturas) para acortar los ciclos de cultivos, pero descubrieron que tenían graves problemas con las heladas.

Fernández Long, luego de ser consultada por ellos, descubrió que, si bien la temperatura había aumentado, esto no se traducía en menores heladas. “El aumento de la temperatura media no significa que no ingresen masas de aire muy frías que provocan heladas extemporáneas”, explicita la especialista. “Descubrimos un aumento de los fenómenos extremos”, agrega y confirma lo señalado por Rusticucci: “Hay lugares donde hay menos heladas, como en el sur de Córdoba y el oeste de la provincia de Buenos Aires; y otros lugares donde hay mayor frecuencia de heladas, como el sur de Buenos Aires”. Y no saben el motivo exacto, porque las variables son tantas que es difícil, dicen los expertos, señalar una única culpable.

Lo mismo ocurre cuando se analizan las fuertes lluvias y sus consecuentes inundaciones. En el caso de las últimas, la acción del hombre sobre el suelo no contribuye a que las aguas puedan escurrir: la deforestación, por caso, para “ganar” tierra para el cultivo de soja, es una importante variable. Los bosques, que funcionan como barrera natural frente a los fenómenos climáticos extremos, fueron dando lugar a tierra cultivable.

“Los fenómenos ambientales y las catástrofes (inundaciones, tornados, sequías)serán casos más recurrentes y de aparición prácticamente permanente en un país que casi no las tenía”, señala el investigador Walter Pengue (UBA) en el libro “El Chaco sin Bosques: la Pampa o el desierto del futuro”, publicado en 2009.

Della Chiesa señala una particularidad respecto a la contribución que hace el país a la emisión de GEI: “Mi tesis trata de cómo la agricultura aporta GEI y la Argentina, como país  agroproductor, tiene una matriz de emisión de gases orientada al sector agrícola-ganadero”. Esto significa, en criollo, que el aporte de la Argentina de gases que no son dióxido de carbono (pero también son GEI) es especialmente pronunciado. “Es más alto el promedio de gases provenientes de la actividad agrícola-ganadera que de la industria: entran en juego gases que no están asociados a la quema de combustibles fósiles, como el metano y el óxido nitroso,” añade. Son dos gases que se emiten y de los que hay menor concentración en la atmósfera, pero que tienen un potencial de calentamiento mucho mayor: cuando se emite un kilo de metano, es como si se emitieran21dedióxido, mientras que este ratio, en el caso del óxido nitroso, asciende a 310.“Esto ocurre tanto por la actividad ganadera como por el cambio en el uso del suelo, es decir, si donde tenías un bosque, hoy cosechás soja, necesitás fertilizar el suelo y eso produce óxido nitroso”, resume DellaChiesa.

“Los geólogos trabajamos en plazos de millones de años,
los meteorólogos en días” –Claudio Parica, presidente
del Consejo Superior Profesional de Geología

El doctor Claudio Parica, presidente del Consejo Superior Profesional deGeología, es especialista en investigaciones de geoquímica isotópica y geología de la Antártida con más 20 años de trayectoria. Las investigaciones más importantes que realizó este especialista tienen que ver con observar el hielo en el continente blanco en busca de pruebas(o no) del cambio climático. Sus estudios no fueron conclusivos: si bien una zona cercana a las islas Shetland del Sur mostró tendencia al calentamiento, otra zona —más cercana al centro de la península Antártica— se ve estable y una tercera, al sur del mar de Weddell, muestra una tendencia al enfriamiento.

Parica sostiene que no hay que “ponerse la camiseta de ninguna teoría” y matiza: “Los geólogos estamos acostumbrados a trabajar en períodos de millones de años, mientras que los meteorólogos están acostumbrados a trabajar en días, horas, semanas”.

 

Períodos más largos

Esto no quiere decir que la acción del hombre no haya producido sus efectos, sino que subraya la necesidad de la interdisciplinariedad al momento de analizar estos fenómenos multicausales. Ese es el pedido de Liliana Spescha, ingeniera agrónoma (UBA) e integrante del Programa Interdisciplinario de la Universidad de Buenos Aires sobre el Cambio Climático (integrado por sus 13 facultades). “La visión de alguien que se ocupa de la atmósfera es distinta a la de un geólogo o de un ingeniero agrónomo, que analizan por ejemplo cómo afectan estos cambios en el clima a las poblaciones más vulnerables”, subraya.

A propósito de la nota que abre este dossier, Galo Soler Illia resume: “La ciencia compleja de alta calidades colaborativa y multidisciplinaria”. Esta, se puede afirmar, sirve para conocer cómo los hombres pueden incidir en los cambios que sufre este plantea al punto tal de poner en peligro la vida y el ecosistema que rodea a sus habitantes.

La solución requiere de trabajo y esfuerzo: llevar adelante políticas preventivas (modificación de la matriz energética, el transporte y las prácticas agrícolas, según funcionarios del Ministerio de Ambiente) basadas en estudios científicos confiables.

CRONISTA