DEJAR DE VACUNAR EN 2020, UNA META QUE NO CONVENCE A LOS GANADEROS

Durante un congreso en Córdoba, reclamaron debatir la iniciativa de la Comisión Sudamericana de Fiebre Aftosa.

 

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Las previsiones de la Organización Internacional de Epizootias (OIE) están colocadas a plazo fijo: indican que dentro de seis años, en 2020, los países del cono sur de América se sacarían de encima el lastre de la aftosa. Para ese entonces, ya no habría circulación viral y los productores deberán dejar de vacunar sus rodeos. Países como la Argentina y sus socios del Mercosur, donde estarán los principales proveedores mundiales de carne bovina, alcanzarían la chapa de “libres de aftosa sin vacunación”.

Para los líderes de las asociaciones de productores ganaderos de la región, que se dieron cita esta semana en Huerta Grande en el Tercer Congreso de Entes de Lucha y Erradicación de la Fiebre Aftosa, esa perspectiva se asemeja a una película futurista con muchos dobles de riesgo como protagonistas.

“¿Dejamos de vacunar?” fue el inquietante título que sirvió a la convocatoria que le tocó organizar a la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez), con el apoyo de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y el auspicio del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y del Ministerio de Agricultura de la Provincia de Córdoba.

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Mal antecedente

“Presumo que ningún productor, técnico, veterinario que haya estado trabajando y vivido el problema que tuvimos con el retorno de la aftosa (tras el cese de la vacunación en 1999) estará de acuerdo en levantar la vacunación; se sugiere que en Sudamérica estamos en condiciones de volver a levantar la vacunación y nosotros consideramos que es un despropósito hacerlo”, señaló ante La Voz del Campo el titular de Cartez, José Manubens Calvet.

En su opinión, una de las tareas por delante es la reformulación del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria). El organismo “ha tomado injerencia en temas de salud pública, algunos relacionados con zoonosis y otros no; y el Senasa se nos ha tornado, como el país todo, en una entidad ineficiente y con mucha corruptela adentro”, cuestionó.

En la primera jornada estaba agendada la participación de Luis Barcos, actual representante ante la OIE y titular del Senasa cuando en 1999 el entonces presidente Carlos Menem colocó la última vacuna oleosa en un rodeo de la estancia Facundo, de Colonia Caroya, al declararse el fin de la inoculación. Pero se informó que el experto estaba de viaje en el exterior.

Durante un panel que compartieron representantes de la producción de Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay (sólo no asistieron representantes del Brasil) hubo alto consenso en que no resulta aconsejable acelerar los tiempos y dejar de vacunar.

La luz amarilla de cautela tiene sus fundamentos. “El tema de poner fin a la vacunación está instalado en los lugares de decisión sanitaria de los países del Mercosur. Y como nosotros tenemos una relación buena pero no cordial con las autoridades gubernamentales, no queremos que mañana nos enteremos de un día para el otro, como pasó con la barrera patagónica”, explicó Dardo Chiesa, del IPCVA.

Banco regional

Un par de meses atrás, en un encuentro de la Comisión Su­damericana de Fiebre Aftosa (Cosalfa), integrada por los servicios sanitarios y un representante del sector privado de cada país se abordó el punto y cómo avanzar en dirección de las metas de la OIE. A tal punto que el Centro Panamericano de la Fiebre Aftosa, con sede en Río de Janeiro, ya está presupuestando un centro y propone ser el banco de vacunas de resguardo para toda la región.

Chiesa considera peligroso que los países miembros, como ocurrió a fines de los ‘90, inicien una carrera para ver quién deja de vacunar y poder llegar primero a los mercados de alto valor. Entonces, la Argentina dejó de vacunar casi al mismo tiempo que el Uruguay; y Paraguay se lanzó por el mismo camino. Ahora esto no tiene mucho sentido porque los mercados están tan demandantes que pagan lo mismo, independientemente que la carne provenga del circuito no aftósico que del aftósico. “Estamos vendiendo los cortes de alto valor a Europa o a China al mismo precio que Estados Unidos lo hace a Japón (circuito no aftósico). Entonces, ¿cuál es el costo beneficio de dejar de vacunar? Me parece que tengo más para perder que para ganar”, razonó Chiesa.

Así las cosas, la tesis de “sustituir la jeringa por la vigilancia epidemiológica” no les cierra a quienes expusieron en el congreso que se hizo en medio de las serranías cordobesas.

Ricardo Burgos, integrante de la mesa de carnes de CRA, estuvo en la comentada reunión de la Cosalfa cuando se habló de armar el banco de vacunas regional y de poner fecha fija para aportar a ese banco y dejar de vacunar. “Yo me opuse, y varios se adhirieron”, relató.

Consideró que para arremeter con ese plan no están dadas las condiciones y que un banco de vacunas “no es suficiente; primero hay que desarrollar una vigilancia epidemiológica muy competente y el Senasa no pone plata hace mucho tiempo. No podemos repetir errores”, consideró Burgos.

En el panel intervinieron Jorge Bonino, de la Asociación Rural del Uruguay; José Luis Vaca, de la Confederación de Ganaderos de Bolivia, y Marcos Medina Britos, de la Asociación Rural de Paraguay. Junto a los argentinos, consideraron que lo mejor era “verse las caras más seguido” en reuniones y congresos, elaborar documentos y propuestas y monitorear el proceso. “Cuando uno tiene desconfianza, hay que abrir la casa y mostrar todo. En la anterior crisis, nos tiramos con la pileta vacía y salimos todos heridos y lastimados; ahora queremos estudiarlo bien”, razonó Chiesa.

Bifes y políticas

El gobernador José Manuel de la Sota junto al equipo de Agricultura encabezado por el ministro Julián María López estuvo en el congreso de los entes sanitarios de la aftosa. Ante las consultas, sugirió que las exportaciones de carne deberían estar exentas de retenciones. “Lo menos que tendríamos que hacer es garantizarle al productor que el valor de los cortes traseros de exportación sea igual en el mercado interno y en el internacional; sería un disparador de la producción”.

fuente: LA VOZ DEL CAMPO

@carlospetroli