Eterno debate: cómo disminuir los riesgos en el campo

DIFERENTES ACTORES DE LOS SECTORES PÚBLICO Y PRIVADO ANALIZAN LA COYUNTURA
En la Argentina, alrededor del 40% de la superficie que se cultiva no está asegurada. Mientras el Gobierno trabaja en un paquete de medidas para ayudar al sector, desde el ámbito privado coinciden en la necesidad de construir conciencia aseguradora.

Se consideran riesgos climáticos y/o biológicos a la ocurrencia de aquellos fenómenos que afectan el rendimiento, la calidad y/o la supervivencia del cultivo en forma verificable. Para cubrirse de éstos riesgos el productor dispone de una variada oferta de seguros agrícolas que básicamente son de dos tipos: contra riesgos nombrados, por ejemplo granizo, en el que el asegurador responde por los daños causados exclusivamente por el riesgo de pedrada, y los multirriesgo, que combinan la protección de varios factores climáticos.

En la Argentina, los productores agropecuarios están expuestos a sufrir severos daños sin importar la zona. Sólo en los últimos 13 meses hubo tres graves inundaciones: la primera fue en Concordia en diciembre de 2015; la segunda en buena parte del centro del país en marzo y abril de este año; y la última afectó el mes pasado al oeste de Buenos Aires y norte de La Pampa.

A ese panorama se suma la realidad de las regiones extrapampeanas. En 2016, diversos distritos y departamentos de 19 provincias fueron declarados en estado de emergencia y desastre agropecuario como consecuencia de eventos agroclimáticos desfavorables como, por ejemplo, sequía, helada tardía y vientos huracanados.

«El cambio climático que atraviesa el mundo es un debate que viene ganando espacios en distintos ámbitos políticos y diplomáticos. En la Argentina, la principal actividad económica se produce a cielo abierto con riesgos que resultan inaceptables», considera Pablo Vernengo, director ejecutivo de Economías Regionales de la CAME. En coincidencia con Vernengo, Gustavo Mina, gerente de Seguros Agropecuarios de Sancor Seguros, sostiene que «un desarrollo conjunto (público-privado) donde se establezcan las condiciones para superar las limitantes actuales, permitirá desarrollar un mercado que ofrezca una protección integral acorde a las necesidades de los productores agropecuarios».

Un Estado presente

Desde el Gobierno parecen haber tomado nota. «El sector agroindustrial produce a cielo abierto y si bien el clima escapa a nuestra área de control, las consecuencias directas de éste sobre las diferentes actividades pueden ser mitigadas con una gestión correcta. Estamos trabajando fuertemente en este aspecto. Tenemos un plan a 4 años, con ayuda del Banco Mundial y varios ministerios. Hicimos varias pruebas piloto con distintas zonas y distintos productos para implementarlo de una manera gradual. Pero ya hay varias cosas en funcionamiento», asegura Ricardo Negri, secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. «Para lograr tener un buen sistema de seguros y relativamente barato, una parte va a ser con asistencia en términos de primas, pero también por generación de la información suficiente. Hay que trabajar duro en la generación de conocimiento y buenas prácticas. El que decide es el productor, pero el Estado tiene que entrenarlo para que tome buenas decisiones», asegura Negri y concluye: «Este año lo que hicimos fue mantener las ayudas a las situaciones más complicadas, los fondos rotatorios a las provincias, tasas subsidiadas. Hacia adelante, el plan es mejorar la sanidad, que los productores puedan acceder a la financiacion y que ésta sea parte de su bancarizacion. Las economías regionales son las que más demanda de mano de obra tienen, en un pais con alta tasa de pobreza y un desempleo enorme le estamos poniendo las fichas a la sanidad, a los reintegros y a la financiacion de capital operativo»

Desde Mendoza, Mauro Sosa, director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, es más escéptico: «Debemos ser claros. El seguro agrícola es una problemática antigua. Si hacemos un repaso en la historia, en 1906, a través del Congreso de la Nación Argentina se crea una superintendencia de control de todos los seguros, incluidos los agrícolas; desde entonces abundantes y variadas son las iniciativas que han intentado legislar una protección agrícola nacional y la mayoría no prosperaron», considera Sosa. «Parece una misión sagrada y una tentación para todos los gobiernos proponer seguros agrícolas y es entendible la preocupación. Pero la vasta experiencia en la materia nos obliga a ser muy cuidadosos al ponderar los alcances de estas ‘nuevas’ propuestas en vista de los reiterados fracasos y el costo que implican. De fondo, persiste un problema que nadie considera convenientemente: es que el pequeño y mediano productor no tiene rentabilidad», sentencia el mendocino.

Los lineamientos

El sector privado está atento a los pasos que dé el Gobierno respecto del tema . Hay entusiasmo, pero también cautela. Sin embargo, todos concuerdan en que se debería trabajar bajo los siguientes lineamientos: La política de seguro impulsada por el Gobierno debe ser parte de la política agropecuaria nacional e involucrar a las distintas provincias, de norte a sur del país. Otorgar beneficios a los productores que se adhieran subsidiando primas o a través de beneficios indirectos, como tasas bonificadas para préstamos productivos o para la compra de bienes de capital. Por otra parte, respecto de los beneficios impositivos plantean la reducción de impuestos provinciales o nacionales o deducción total de las primas para impuestos nacionales (ganancias).

Una vez promulgada la ley de seguros agropecuarios, se deben definir prioridades para el desarrollo de distintos programas y establecer pruebas pilotos para cada actividad o región. Dada la diversidad de producciones y sistemas de producción, un programa estatal debe contemplar el desarrollo de coberturas para el sector agrícola, frutícola, ganadero (de carne y leche, ovino, etc.) y forestal.

Expectativas altas

Hasta el momento, a menos de dos meses de cerrar el año, el balance es positivo. La eliminación/reducción de las retenciones a las exportaciones de granos y el estímulo a las inversiones productivas, ubicó a la actividad agropecuaria en una posición digna respecto de otras actividades de la cadena productiva. A la hora de analizar la coyuntura en el corto y mediano plazo, hay coincidencia entre los distintos actores en que las perspectivas para la campaña 2016/2017 son alentadoras, en línea con un ambiente macroeconómico más favorable.

Las aseguradoras

En la Argentina, el 96% del mercado de seguros agropecuarios está enfocado en Granizo. Sin embargo, «es fundamental para los productores tener una visión integral y estar protegidos en todo el proceso, teniendo presente también las necesidades de protección de auto, vivienda, instalaciones y maquinaria», considera Silvana Roccabruna, gerente de Riesgos Agrícolas de Zurich Argentina.

Respecto de la oferta existente en el mercado, Roccabruna explica que «la actual campaña ofrece una propuesta de protección integral, para acompañar al productor agropecuario a lo largo de toda la cadena de valor. De esta forma, este año sumamos coberturas para estar presentes desde la siembra, pasando por el acopio, hasta el transporte de la mercadería».

La gerente de Zurich destaca que desde la compañía «incorporamos los adicionales de silobolsa y transporte. La cobertura de silobolsa

ampara los riesgos de incendio, robo granizo, combustión espontánea, sabotaje. En el caso del adicional de Transporte otorgamos la cobertura básica (choque, incendio, vuelco, desbarrancamiento del medio transportador, rayo, explosión, huracán, ciclón, tornado, inundación, alud, derrumbe, caída de postes, árboles), y a ésta se suma la cobertura de Robo».

Mina, en tanto, cuenta que «además de nuestras coberturas tradicionales de Granizo Max, ofrecemos adicionales como resiembras, planchado, incendio, incendio de rastrojo, heladas, vientos y las resiembras elevadas. Hemos desarrollado además una cobertura paramétrica para las explotaciones tamberas, basada en el índice de Precipitación Estandarizada, con el objeto de cubrir la pérdida de producción o el incremento del costo de alimentación a consecuencia del déficit y/o exceso de precipitaciones. Otro ejemplo es AgroIngreso, la primera y única cobertura multirriesgo del país, que cubre rendimiento y precio. También ofrecemos Siembra Max, que entre sus principales ventajas presenta una óptima relación costo-beneficio, donde los niveles de cobertura varían de acuerdo con el avance de cada momento de la campaña. Al adaptarse al proceso productivo, sigue la curva de inversión del asegurado y le garantiza la capacidad de recuperarla».

Por su parte, Alejandro Griglio, gerente agropecuario del Banco Nación, describe que «a través de Nación Seguros se brinda cobertura a daños por granizo, heladas, vientos fuertes, incendio de rastrojo, planchado, a la vez que se considera cobertura anticipada porcentual aplicable por zona, con o sin resiembra y con bonificación mediante el pago de la Tarjeta Agronación y bonificación adicional sobre la tasa de interés del préstamo cuando se cuente con dicho seguro, siendo también financiable su costo con el mismo crédito».

AMBITO /  Leandro Ferreyra