Jesús María: CÉSAR, EL CORDOBÉS MÁS CAPICÚA

En Jesús María, un excajero del Banco Nación lleva juntados más de 400 boletos de colectivo y más de 40 billetes con numeración igual en ambos sentidos. Una búsqueda detallada que asombra.

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Ser coleccionista de billetes y tener 40 podría considerarse algo demasiado modesto. Excepto que se tratara, por ejemplo, de billetes con numeración capicúa, de los que se pueden leer de derecha a izquierda en forma indistinta. César Carranza, un exbancario de esta ciudad, puede ufanarse de contar con una colección así, aunque haya surgido casi de casualidad.

En realidad, todo comenzó cuando consiguió su primer boleto de colectivo capicúa, ya no recuerda cuándo, aunque sí que fue durante la niñez. “Mi padre viajaba a la ciudad de Córdoba casi todos los días porque trabajaba en una droguería en barrio Talleres Oeste y me daba los boletos. La gente, después, también me ayudó a acrecentar mi colección”, explicó Carranza sobre los más de 400 boletos capicúa que atesora en un álbum foliado y con protección.

Hay de todo tipo, tamaño, colores y empresas. Una colección como para un museo del transporte urbano cordobés. Algunos capicúas los sacó él, otros sus hermanos y hermanas, y siempre supo seguir alimentando la colección mirando con cierta obsesión las series de números que iba recibiendo.

A la colección de billetes la comenzó en forma más tardía, cuando se hacía la transición entre el austral y el peso actual. Entonces encontró dos billetes de un austral con numeración capicúa y se le ocurrió dar inicio a la recolección. Excepto del billete de 50, Carranza tiene capicúas del resto de los valores existentes.

Su pieza más codiciada es un billete de un peso –que luego fueron reemplazados por las monedas– con la numeración 66.666.666.

“A ese billete lo vio el tesorero del Banco Nación, que me lo dio en la sucursal de Villa del Rosario; lo vieron los empleados, la policía que estaba de guardia, se lo mostré a la gente que me atendió en el hotel donde me alojaba, y nadie lo podía creer. Todo el mundo hablaba en esos días del famoso billete y me pedían que lo mostrara”, narró Carranza.

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Capacidad

Carranza fue bancario durante casi 40 años y por sus manos pasaron miles y miles de billetes. Probablemente, si se hubiese fijado como meta coleccionar los capicúas antes tendría el doble de la colección que ostenta. Con el tiempo, adquirió una capacidad especial: “Apenas los veo me doy cuenta en el acto si pueden o no ser capicúas”, contó, aun sabiendo que nadie comprendería el mecanismo.

En su colección también hay billetes de 100 dólares capicúas, que –avisa– no piensa cambiar por ningún motivo.

Históricamente, los boletos de colectivos se imprimían en series de 100 mil boletos, numerados del 00000 al 99999. Esto generaba mil capicúas por serie, cuya relativa rareza (1 capicúa cada 100 boletos) les daba un valor especial. Sacarse un capicúa, entonces, para muchos estaba relacionado con “la suerte”. No es el caso de Carranza, que niega la especie: “Nunca le presté atención a eso. Ni siquiera se me dio por probar si me había traído suerte jugando a juegos de azar, el casino, o los caballos”.

Boletos de transporte ya no encontrará. Pero en cada pago o vuelto de dinero, don César sigue aplicando su adiestrada mirada para, en un segundo, detectar ese billete que se sumará a los 40 de su lista capicúa.

fuente: LA VOZ DEL INTERIOR