La siembra directa incrementó la materia orgánica de los suelos

Aportó una mejora en la calidad y fertilidad de los suelos de la pampa húmeda

El monocultivo de soja amenaza la sustentabilidad del sistema

El monocultivo de soja amenaza la sustentabilidad del sistema.

Para Roberto Casas, especialista en manejo y conservación de suelos y autor de más de 100 artículos científicos, la salud de los suelos es dinámica y lejos ser una situación estática. Así como los suelos llegan a degradarse por medio de la erosión o la pérdida de materia orgánica, pueden también mejorar de campaña en campaña.

Un ejemplo de esto último es lo que ocurrió con la difusión de la siembra directa en la década de los noventa. «Se logró mejorar paulatinamente la calidad de los suelos pampeanos que en las dos décadas anteriores habían sufrido una disminución del contenido de materia orgánica en un 0,5% como promedio. También mejoró la condición estructural y la fertilidad de los suelos», afirma Roberto Casas.

Como se sabe, en siembra directa la rotación de cultivos de gramíneas y soja produce a lo largo del tiempo un balance positivo del carbono del suelo que se traduce en un incremento de su materia orgánica, en una mejora de la condición estructural y en una mayor captación y almacenamiento del agua pluvial. En esta mejora de los suelos mucho tuvo que una drástica disminución de la tasa de erosión.

Pero en los últimos años con la simplificación de las rotaciones y el monocultivo de soja adueñándose de la escena, comenzó un retroceso en la sustentabilidad del agroecosistema. «La intensificación productiva registrada en la región pampeana sin las rotaciones adecuadas ni los niveles de reposición de nutrientes necesarios, determinó la disminución paulatina de la calidad de los suelos. Este subsidio que la riqueza natural de los suelos otorga al usuario de la tierra y al Estado no es otra cosa que una pérdida paulatina del capital suelo» observa Casas. El especialista en suelos advierte que la calidad natural de nuestros suelos tiene límites, sobrepasados los cuales, la vulnerabilidad de los mismos se vuelve crítica. Y en esa situación poco pueden hacer la nuevas tecnologías o el creciente nivel de manejo de conocimientos de los productores y técnicos para sostener el crecimiento de las cosechas. Desde la asociación Fertllizar vienen advirtiendo que los bajos niveles de reposición de nutrientes en las últimas campañas han generado balances negativos en la producción de granos y conduciendo a una disminución considerable de la fertilidad de los suelos. De esta forma se termina por comprometer la sustentabilidad física, económica y ambiental de las explotaciones agrícolas.

Otra preocupación es el avance de la frontera agrícola que se viene realizando con desmontes masivos en regiones extra pampeanas de mayor vulnerabilidad ecológica.

Una civilización tapada de arena

La historia siempre enseña. Para Roberto Casas que hoy sean desiertos las fértiles tierras donde se asentaron las civilizaciones de Mesopotamia, Persia, Fenicia y Cartago, conduce a relacionar la degradación del suelo con el ocaso de estas civilizaciones. Chateubriand expresaba: «Los bosques preceden las civilizaciones, los desiertos las siguen».

fuente: La Nación /Rural