Las 10 economías regionales que mejoraron sus exportaciones y las 14 que cayeron el año pasado

Entre las que subieron sus ventas al exterior se cuentan las carnes, mariscos, tés, pomelos, arándanos, legumbres, miel y tabaco.

La miel estuvo entre los productos que incrementó sus exportaciones.

Con una devaluación nominal de casi un 60% frente al dólar y la eliminación de retenciones a las exportaciones, las economías regionales, indudablemente, están mejor que hace un año aunque todavía muchas siguen con problemas. Del global de producciones, sin contar granos, el año pasado una decena de ellas subió sus exportaciones y 14 cayeron.

Un monitoreo de la consultora NoaNomics, que dirige Félix Piacentini, muestra que bajaron las ventas al exterior de leches y otros lácteos, pollo, manzanas, huevos, peras, mandarinas, pecados, naranjas, ajos y cebollas. Fuera de la producción de campo, corrieron la misma suerte las maderas. En cambio, mejoraron las carnes, mariscos, tés, pomelos, arándanos, legumbres, miel y tabaco.

En 2015, las bajas en las exportaciones alcanzaban a 18 productos, mientras que sólo crecían seis. Además, 13 de los que mostraban disminuciones ahora continúan cayendo pero menos y cinco de los que se contraían ahora crecen.

Es decir, están mejor, pero todavía falta mucho. Entre los cuatro factores que ayudaron figuran una mejora del Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) del 13,7% versus una apreciación del 22% que enfrentaron durante 2015, la eliminación de las retenciones a las exportaciones que promediaban cinco puntos para este tipo de productos, una reducción del costo salarial en dólares del 17% contra el aumento del 9% que se dio en 2015 y una reducción del 21% en el flete camionero en dólares (para 300 km), cuando el anteaño pasado se habían encarecido un 12 por ciento.

En diálogo, con LA NACION Piacentini apunta que, obviamente estos dos últimos factores ayudaron más a aquéllas que exportan la mayor o gran parte de su producción. Claro, con una inflación menor, o una devaluación mayor, o ambas, la recuperación habría sido más contundente.

El problema es que mientras que la inflación y los costos internos sigan su camino, y en la medida en que el ritmo de depreciación del tipo de cambio nominal sea igual o menor este año, la situación de las economías regionales no mejorará demasiado en el mediano plazo hasta que el gobierno pueda reforzar los pilares fundamentales de una competitividad genuina.

Para el economista, esos son la mejora en la infraestructura de transporte y logística, una reforma tributaria que suprima impuestos distorsivos anti exportación acompañada de menor carga fiscal y una mayor penetración del crédito en el sistema productivo.

CLAVES

«En este sentido, el paraguas de la devaluación originada por el sinceramiento post cepo, hasta que estos pilares puedan erigirse plenamente es bastante chico y repele menos agua de lo que hubiera sido deseable», añade.

Es que en algunos de estos aspectos fundamentales, en 2016 presentaron retrocesos. La devolución del IVA a las exportaciones habría sido sólo un magro 0,7% de la recaudación neta de este tributo (en 2015 fue de 1,2%).

En lo que se refiere a la inversión pública, y como fue la variable de ajuste para no empeorar todavía más el déficit consolidado, los gastos de capital de Nación más provincias pasaron del 4,9% del PBI al 4,1%; reduciéndose casi un punto porcentual en relación al tamaño de la economía.

Y aunque el gobierno nacional hizo un esfuerzo asumiendo el importante costo fiscal que significó la supresión de retenciones, las provincias en donde en definitiva se encuentran las economías regionales no acompañaron con medidas tendientes a fortalecer su competitividad. El nivel de presión fiscal de las provincias se mantuvo sin modificaciones en unos 5,4 puntos del PBI.

Piacentini advierte que el retorno de los reintegros a las exportaciones de algunos productos regionales anunciado hace unos días ayuda en la medida que «sólo sea una medida transitoria que no posponga la corrección de las deficiencias estructurales».

 

Gabriel Origlia / LA NACION / Campo