Legumbres: semillas conservadas para un futuro sostenible

Destacadas por su gran aporte nutritivo, estos cultivos resultan esenciales para la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más demandante de alimentos. En este contexto, el INTA preserva en el Banco de Germoplasma del NOA cerca de 700 entradas de porotos.

Legumbres: semillas conservadas para un futuro sostenible

 

Mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de quienes habitan este mundo cada vez más poblado, es una prioridad para los 42 países miembro de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). En este contexto, las legumbres se destacan por tratarse de un alimento primitivo y muy nutritivo. Así lo entienden los especialistas del INTA que conservan hace 30 años cerca de 700 entradas de porotos silvestres y primitivos en el Banco de Germoplasma del noroeste argentino (NOA).

“Preservar las poblaciones nativas de poroto primitivo y formas silvestres beneficia el sistema agroalimentario actual y futuro”, aseguró Maria del Carmen Menéndez Sevillano, profesional asociada del Banco de Germoplasma del NOA del INTA Salta (BANOA).

Es que conservar el germoplasma de las poblaciones silvestres y primitivas contribuye a la conservación de la agrobiodiversidad. Salvaguardar las poblaciones primitivas y silvestres que se encuentran en riesgo de extinción, habilita su disponibilidad para el mejoramiento genético y potencia su investigación.

Este germoplasma, constituye una fuente de variabilidad en la que pueden encontrarse caracteres de importancia para su mejoramiento genético. Entre las variables de interés se destacan la duración del periodo vegetativo, la respuesta al fotoperiodo, la tolerancia a factores limitantes de la producción y diferencias en el contenido de nutrientes.

“Los recursos genéticos se conservan porque el riesgo de perderlos es permanente”, aseguró Mariana Ferreyra –curadora del BANOA– y, en esta línea, explicó: “En el NOA, la restricción progresiva del hábitat de los porotos silvestres a zonas marginales y el avance de la deforestación y el pastoreo, generaron la desaparición de algunas de las poblaciones”.

Un aporte a la seguridad alimentaria

Las legumbres son cultivos básicos que conforman la dieta humana desde hace milenios y hoy su rol se pondera por considerarlas trascendentales para la seguridad alimentaria y para combatir la malnutrición, reducir la pobreza, mejorar la salud humana y acrecentar la sostenibilidad agrícola.

A pesar de tratarse de una fuente valiosa de fibra dietética, proteínas, vitaminas B y minerales, de acuerdo con un informe de la FAO, el consumo de legumbres presenta una disminución lenta, pero constante, tanto en los países desarrollados como en desarrollo con una ingesta promedio mundial per cápita de alrededor 7 kilos por año.

Esto se debe a que a medida que los países se vuelven más ricos, la población pasa de las proteínas vegetales a fuentes de proteínas más caras, como los productos lácteos y la carne.

Ser parte de una Red

El INTA tiene implementado una Red de Bancos de Germoplasma (RBG) constituida actualmente por nueve Bancos Activos de Recursos Fitogenéticos y 11 colecciones distribuidos en diversas áreas ecológicas. Además, existe un Banco Base en el Instituto de Recursos Biológicos –del Centro de Investigaciones de Recursos Naturales (CIRN) en Castelar– que mantiene un duplicado de las colecciones de los Bancos Activos.

El Banco activo de germoplasma del Noroeste Argentino (BANOA) integra la Red de Conservación de Recursos Genéticos del INTA (REDGEN) y, dentro de ella, forma parte de la Red de Bancos y Colecciones de Germoplasma de INTA (RBG).

Cuenta con una importante colección de cerca de 700 poblaciones de porotos silvestres (Phaseolus vulgaris var. aborigineus.) y primitivos (Phaseolus vulgaris L.). Además, conserva  entradas de quinoa (Chenopodium quinoa), tomate de árbol (Solanum betaceum), tabaco (Nicotiana tabacum) y diversas aromáticas nativas.

Así es que desde Jujuy hasta Tierra del Fuego e incluso en la Antártida, el INTA conserva ex situ más de 35.000 entradas de material genético de diferentes especies vegetales y permite rescatar cultivos originarios.

“La Red de Bancos de Germoplasma (RBG) contribuyen a la conservación de la agrobiodiversidad y a la valoración de los recursos genéticos conservados con su caracterización y evaluación morfológica, genética, bioquímica y molecular”, subrayaron las especialistas.

Expertos en conservación

Desde hace 30 años se realiza una recolección sistemática de semillas del género Phaseolus –porotos– en provincias del noroeste argentino para su conservación. “Actualmente, esta valiosa colección reúne 730 entradas, de la forma silvestre y variedades locales”, detalló Ferreyra.

Al respecto, la curadora del BANOA subrayó: “La conservación de recursos fitogenéticos es de importancia actual y futura para la agricultura y la alimentación”.

A tal fin, en el Banco se realiza una serie muy variada de tareas que comprenden la colecta, introducción e intercambio, regeneración y multiplicación, caracterización, conservación y documentación.

Para las especialistas, la caracterización del germoplasma es “fundamental” para conocer lo que se conserva y las prioridades de conservación. Consiste en la descripción de la variación existente en una colección de germoplasma, mediante la determinación de características morfológicas, genéticas, agronómicas y moleculares.

En este sentido, “conocer las características del germoplasma conservado favorece su utilización actual o futura en programas de mejoramiento”, explicó Ferreyra.

Toda la información obtenida a partir de las colecciones y durante la caracterización y regeneración es incorporada a en una base de datos denominada DBGERMO, desarrollada por el INTA.

Esto permite que la información de las poblaciones conservadas –lugar de origen, donante, características particulares y stock de semillas– esté disponible para la investigación, mejoramiento genético, intercambio y reinserción de variedades locales para la recuperación de este germoplasma, en campos de agricultores.

Puntualmente, la colección de Phaseolus se conserva a mediano plazo en cámaras modulares a temperaturas de entre 0 y 5°C. Las semillas son secadas previamente hasta llegar a una humedad de entre el 5 y 7 por ciento y se realizan monitoreos periódicos que aseguren las condiciones óptimas de sanidad y el alto poder germinativo.

A su vez, se realiza la conservación in situ de las variedades autóctonas y su mejoramiento participativo en fincas lo que contribuye a mantener la agrobiodiversidad y valorar la identidad cultural de los pueblos originarios.

Asimismo, se realiza la identificación de poblaciones silvestres en su hábitat natural, se evalúa la variabilidad genética presente en las mismas y las amenazas con el objeto de fijar estrategias para el mantenimiento de las poblaciones en peligro.