Los lotes cordobeses, a merced del clima y las malezas

Productores y técnicos del sur de Córdoba dicen que más allá de las decisiones agronómicas, el ambiente es el que determinará los resultados.

 

Darío Moyano (derecha) conversa con productores en Vicuña Mackenna.

Darío Moyano (derecha) conversa con productores en Vicuña Mackenna.

Es un día de calor intenso pero los campos de Vicuña Mackenna, en el sur de Córdoba, aun guardan la humedad que dejó el diluvio de la noche anterior. La fotografía es típica de la actual campaña agrícola, marcada por el fenómeno Niño y por una nueva perspectiva política para el sector agropecuario. Clarín Rural viajó hasta esta zona para conversar con técnicos y productores y analizar las variables que incidirán en el resultado final.

El primer dato que surge es que las elecciones presidenciales llegaron apenas tarde y que son pocos los que estuvieron a tiempo de cambiar sus decisiones. “Ya estaba todo decidido, el cambio es bueno para la próxima campaña”, resume Darío Moyano, asesor del campo que oficia de escenario para la nota, 3.000 hectáreas en las que se hace una rotación de un tercio para soja, un tercio para maíz y un tercio para maní.

Sebastián Vaira, quien trabaja como asesor en varias localidades del sur de Córdoba, coincide. “El productor agropecuario tiene que tomar las decisiones con más tiempos, las elecciones llegaron desfasadas con ese momento. Entonces lo que se buscó es tratar de hacer bien los números y apostar para adelante tratando de ser lo más eficientes posible y achicando el costo”, dice.

La firma para la que trabaja Vaira tiene como eje al maní, un cultivo que en esta zona ya está todo sembrado. La soja y el maíz se hacen solo para mantener la rotación. “Somos bastante conservadores. Por el año que teníamos, para el maíz se eligieron lotes con buen potencial, para bajar riesgos se apuntó a siembras de segunda (primeros días de diciembre), híbridos que ya sabemos que responden y no mucho más, no hicimos fertilización de arrancada y veremos cómo viene el año para definir si vale la pena hacer alguna aplicación. Con la tecnología que estamos aplicando apuntaremos a obtener 80 quintales”, explica.

Por su parte, Moyano reconoce que en los últimos años bajaron las dosis de fertilización en maíz, pero remarca que como trabaja en campo propio en las últimas tres campañas se fertilizó la soja. “La soja la fertilizamos con 50 kilos de superfosfato simple, en maíz usamos 50 kilos de mezclas azufradas en la línea y 100 kilos de urea al costado”, detalla.

Amaranthus, una de las mayores complicaciones de la campaña.
 

En Río Cuarto, algunos kilómetros hacia el norte, el maní pierde protagonismo. “La rotación en campos propios es soja, maíz y trigo, pero en los alquilados por lo general es cero rotación”, advierte Julián García, productor y asesor de campos en esa localidad.

Según García, la campaña ya estaba bastante avanzada antes de las elecciones. “La decisión de los lotes estaba tomada, ya se habían hecho muchas aplicaciones en las que no se podía dar marcha atrás, pero donde se pudo cambiar se cambió, hubo algunos lotes que iban a ir a soja y finalmente fueron a maíz”, comenta.

Respecto de la aplicación de tecnología, el riocuartense dice que si uno apuesta a la producción, hay cosas que no puede dejar de hacer, y que hay que hacerlas a su debido tiempo. “Lo que se puede hacer es no alquilar campos fuera de precio, por ejemplo, pero no podés poner en jaque un cultivo. Por supuesto que todo lo que se pudo bajar costos, se bajó, pero hay cosas que si no las hacés en su momento no las hacés más. Es como salir a correr una carrera con gomas de lluvia y que después sea todo sol: cambiarlo te implica entrar a boxes, perder tiempo…”, ilustra.

Por estos días, a muchos les gustaría haber salido a correr la carrera con gomas de lluvia. En materia climática, el año pintaba bueno e invitaba a soñar con altos rendimientos que equiparasen a los de la última campaña, que en el sur de Córdoba rondaron los 35-40 quintales de soja. “Los resultados de maíz en Río Cuarto estuvieron un poco disminuidos por cuestiones ambientales, hubo lluvias pero faltó sol y se lavó un poco el nitrógeno”, recuerda García. Pero con el avance de enero, las lluvias se tornaron excesivas y dejaron bajo agua a muchos lotes.

Según Francisco Iguerabide, presidente del Movimiento CREA y productor de la localidad de Laboulaye, en el sur de Córdoba, hay un 20 por ciento de los lotes agrícolas buenos que ya se perdieron. “Los campos bajos y los ganaderos están complicadísimos, y los caminos, intransitables. Si tuviera que cosechar ahora, no puedo sacar nada del campo”, afirma.

Julián García, productor de Río Cuarto, una zona complicada por la humedad.
 

El ambiente no permite bajar la guardia nunca. García dice que en la medida que uno va viendo una mejora en los precios va invirtiendo más en los cultivos. “Si tenemos buen precio le pondremos fungicida, que se había dejado de usar en soja y en maíz. En soja con estas condiciones podemos tener más enfermedades foliares, como mancha ojo de rana, que en el final de la campaña pasada se empezó a ver tras tres años en los que no la habíamos tenido”, afirma.

Pero la gran preocupación en esta zona son las hierbas resistentes a herbicidas, para las que ya no existen soluciones simples. Moyano explica que atrás de la soja y el maní en este campo se hace cultivo de cobertura con centeno, una herramienta fundamental para evitar la erosión de los suelos arenosos y para controlar la población de hierbas. “Nos ha facilitado el control de Amaranthus Palmeri por la alelopatía que tiene el centeno versus las malezas”, dice, y añade: “Este año, las bajas temperaturas nos complicaron el barbecho porque no había buen efecto de los herbicidas, no tuvimos un buen control de rama negra, borrelia, borraja, parietaria”.

García afirma que hay que situarse donde está el problema, “porque ojos que no ven corazón que no siente”. “En toda esta zona tenés un problema grande de malezas resistentes al glifosato. Los asesores cada vez se están capacitando más en esta área. El glifosato había matado hasta el conocimiento de los ingenieros agrónomos”, remarca.

Al margen del escenario político, en los campos cordobeses la voz cantante la siguen teniendo el clima y el ambiente.