Los pueblos sufren por la crisis del agro

Comerciantes y productores de Río Primero dieron su versión de cómo impacta la pérdida de ingresos a 400 kilómetros del puerto.

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Caída de las ventas de hasta el 70 por ciento; problemas y atrasos con las cobranzas; reducción de la cantidad de clientes. Fotos que, unidas, conforman una película sin final feliz para los pueblos del interior, afectados por la crisis que atraviesa el sector agropecuario.

Río Primero es uno de esos pueblos. Allí se unen las rutas 19 y 10, y los ferrocarriles Mitre y Belgrano Cargas, dos de las principales vías de traslado de la producción granaria provincial. También están dos importantes centros de acopio de dos gigantes del sector: Aceitera General Deheza (AGD) y Cargill. Y en ese lugar está uno de los puntos de protesta de productores, en el marco del cese de comercialización decidido por las entidades rurales.

Ventas por el tobogán

“Bajó mucho el régimen de ventas. Un 70 por ciento contra el año pasado”, reflejó Walter Martínez, propietario de una casa de implementos agrícolas y repuestos de marcas, entre las que se cuentan New Holland, Ascanelli y Agrometal. Y agregó: “También tenemos problemas con las cobranzas, pero no es que los productores no quieran pagar, sino que realmente no tienen con qué hacerlo”.

Del mismo modo, María Ángela, propietaria de una veterinaria en el centro de la localidad, relató cómo la caída de la actividad ganadera impactó en su actividad. “Hace 40 años había más de 200 tambos en la zona. Ahora quedan sólo tres. Hay mucho menos hacienda y concentrada en menos manos”, mencionó.

Un vendedor de la concesionaria de automotores más grande de la ciudad, que pide anonimato, coincide: “Antes, los 
productores cambiaban de 
vehículo todos los años; ya no. Si te digo que no influye, te miento”.

Marta Dulce, una de las dueñas de la ferretería De Diego, lo resume sin demasiadas vueltas: “Acá dependemos del agro. Si anda bien, todo se moviliza. Si anda mal, no. Se construye menos y eso nos repercute”.

Protestando en la ruta

En el cruce de las rutas 19 y 10, los productores se reúnen para repartir folletos que comparan las fuertes diferencias de 
precios que reciben con respecto a los de las góndolas. Y no hace falta consultarles demasiado por qué lo hacen: prácticamente se pelean por contar sus lamentos.

“En 74 años, nunca viví esto. En el uno a uno del menemismo estuvo complicado, pero era para todos. Ahora, por las retenciones, tenemos un dólar a seis pesos, pero pagamos el gasoil a 12,50. Es insólito: te fundís por trabajar”, detalla Lucas Carlés. “No mendigamos para comer, pedimos que nos dejen trabajar”, acompaña la idea Raúl Simonelli y agrega: “La presión impositiva es algo nunca visto. No creo que haya otro país donde el Estado se lleve más del 80 por ciento de la producción y en el que, sobre el mismo producto, se pague tres o cuatro veces el mismo impuesto”.

Otro de los productores más experimentados, Antonio Carrara, trata de generar alguna sonrisa: “Estamos de mal, un poquito más para abajo”. Sin embargo es David Bovio, uno de los más jóvenes del grupo, quien resume a la perfección la sensación que los envuelve: “No 
es que el Gobierno no sabe qué hacer con el campo. El campo ya no sabe qué hacer con el 
campo”.

Distorsiones

Brecha. El folleto que reparten los productores muestra diferencias de hasta 50 veces entre el valor de un producto en góndola y el que ellos reciben.

Pan. Mientras un kilo de pan cuesta 20 pesos, el kilo de trigo vale 40 centavos.

fuente: La Voz