Transgénicos «El rechazo europeo a los transgénicos es una cuestión política, no científica»

Destacan que no hay ninguna evidencia científica que asocie los OGM a mayores riesgos que sus variedades convencionales

Alemania recientemente anunció la prohibición del cultivo de transgénicos, luego de que la Unión Europea liberara a sus miembros para que decidieran individualmente sobre el tema. Al respecto, Adriana Brondani, directora ejecutiva del Consejo de Informaciones sobre Biotecnología de Brasil (CIB) expresó su postura.

En este sentido indicó que históricamente, algunos países europeos han sido reticentes al cultivo de transgénicos, aunque esas mismas naciones sean importadoras de esos productos. Francia es un ejemplo de ese comportamiento poco coherente. Eso significa que estos países consideran los productos seguros para consumo (por lo que los importan) pero no para cultivarlos (por lo que no los plantan). Ese posicionamiento no encuentra ningún respaldo en los más de 20 años de investigaciones con transgénicos financiados, inclusive, por la propia Comisión Europea.

No hay forma de conocer las razones que llevan al bloque a tomar esas decisiones, indicó Brondani. Pero, los datos económicos e históricos nos llevan a concluir que se tratan de cuestiones políticas, no de bioseguridad, aunque sea el mensaje que se da. Con la presión de la opinión pública local, bastante contraria al uso de la biotecnología en la agricultura, los gobernantes eventualmente acaban votando la prohibición de los cultivos transgénicos.

Como la agricultura europea es altamente subsidiada y muchos de los alimentos consumidos en el continente son importados (y muchas veces son genéticamente modificados), la decisión de prohibir la siembra no tiene un impacto devastador en la economía, aunque tenga una gran repercusión en la opinión pública. Hay que recordar también que, en la corrida tecnológica por el desarrollo de alimentos genéticamente modificados, Europa, por una seria de razones, se ha quedado atrás cuando se la compara con países como los Estados Unidos. Esas decisiones también pueden tener como objetivo reducir el mercado de los productos americanos.

 

Existen estudios e investigaciones que comprueban la seguridad de los organismos genéticamente modificados (OGM). «Yo podría citar estudios realizados en diversos países del mundo, pero prefiero citar a la propia Comisión Europea como fuente, Según el relevamiento divulgado por el órgano científico que representa a este bloque, la conclusión es que los transgénicos son tan seguros como las variedades convencionales, tanto para la salud como para el medio ambiente». De los 50 proyectos de investigación presentados en una publicación, trabajos en los que participaron más de 400 grupos de investigación científica, la principal conclusión es que «no hay ninguna evidencia científica que asocie los OGM a mayores riesgos que sus variedades convencionales«.

 

El impacto en el mundo

Los países europeos están prohibiendo el cultivo de transgénicos, pero no la importación. Y como Europa no exporta commodities, esa decisión impacta mucho más en la dinámica del mercado interno de la región.

 

El desafío de la comunicación 

La mejor forma de comunicar a la población sobre la seguridad en el uso de OGM es la divulgación de informaciones técnicas y científicas en el lenguaje que sea necesario. Lo que ocurre es que con el avance de los medios online, cualquier declaración, falsa o verdadera, superficial o altamente fundamentada, puede ganar repercusión. Además, especialmente en temas que están en la frontera del conocimiento, como es el caso de la biotecnología, es natural que las personas le tengan rechazo o miedo.

También hay un desafío en comunicar temas de alta complejidad en un lenguaje accesible. Al unir estos factores tenemos un terreno fértil para la proliferación de rumores. Entretanto, el trabajo de informar correctamente a la población sobre esos temas viene siendo hecho y los medios deben ser aliados en ese proceso de destrucción de mitos.

fuente: Revista Chacra