El cordobés Roulet, a la Secretaría de Bioeconomía de la Nación.

Tras la asunción de Mauricio Macri, el Ministerio de Agricultura de la Nación reorganizó sus secretarías, focalizándose en la agroindustria, el valor agregado, la bioeconomía y una mayor llegada de los alimentos argentinos al mundo entero.

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En lo que respecta a la nueva Secretaría de Bioeconomía, la misma se encontrará bajo el ala del cordobés Néstor Roulet, ex presidente de CARTEZ y ex vicepresidente de CRA. Según indicó el funcionario, la dependencia hará hincapié en rubros tales como el biodiesel, el etanol y la forestación.

El aumento de la población mundial, el cambio climático, la escasez de materias primas no renovables, son un combo que ofrece desafíos, pero también oportunidades de negocios para Córdoba y Argentina. Dentro de este escenario, la bioeconomía se postula como un flanco para ser tenido en cuenta por inversores y la acción público-privada.

A nivel global, dicha actividad ya empezó a posicionarse, abarcando al conjunto de sectores que utilizan procesos y recursos biológicos para la producción de bienes y servicios.

En el caso de Córdoba, la provincia tiene casi ocho millones de hectáreas cultivables, de las que surgen biomasas disponibles de la agricultura, los tambos, los sistemas ganaderos o la cáscara de maní -empleada para generar energía eléctrica, entre otras cosas-. Si se aprovecharan tales materiales, el agro cordobés podría dejar de ubicarse dentro del débito ambiental, según la mirada de la población urbana.

En otras palabras, habría un carril en el cual obtener un valor positivo de estos insumos. De hecho, nuestra provincia -con su sistema agrícola, cuatro millones de bovinos y casi millón de cabezas porcinas- es un aportante rotundo a los 400 millones de toneladas de biomasa de origen vegetal y animal que el país acumula en sus procesos agropecuarios.

En Europa, incluso, sus habitantes ya se toman el trabajo de rescatar los residuos de podas y de los pastos que crecen en las banquinas, junto con cultivos energéticos, para incorporarlos a su matriz bioeconómica. Con estas y otras materias primas, los alemanes -solamente- tienen ocho mil plantas de biogás en funcionamiento.

En la Argentina, en tanto, los proyectos que se presentaron en estos años esperan la señal de largada para integrarse al sistema, aguardando que el Estado les asigne una tarifa atractiva. Más allá de esto, los productores que se iniciaron en esta variante, advierten que la bio-energía tiene un costo que apenas llega al 50% de lo que hoy se paga por la energía convencional.

Así las cosas, el agro tiene mucho para ofrecer (y hacer).