El Termómetro del campo, con signos alentadores. Especial, por Susana Alvarez.

El índice FADA que mide la participación del estado en la renta agraria viene en claro descenso desde los dos últimos períodos de medición. En diciembre, este índice que, desde hace tres años realiza la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino con sede en Río Cuarto y que se calcula por trimestres, mostraba su primer baja al situarse en el 66,3%; mientras que el trimestre pasado, arrojó un valor del 67,7%. De cada $100 de renta generados por hectárea, $67,7 es lo que el estado retiene o reasigna desde su política económica.

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Que el índice de los últimos trimestres apenas se acerque al 70% es una buena señal, teniendo en cuenta que desde que se empezó a calcular estaba siempre muy cerca del 100% y nunca por debajo del 80%, el pico más alto se registró hace seis meses con el 94,1% como saldo de la medición; sin embargo, desde FADA advierten que estos valores están lejos aún del 40% que consideran como relación óptima entre lo que el campo produce y lo que el estado se apropia en concepto de impuestos, “si bien el índice bajó hay que tener en cuenta que sigue siendo alto, con la salvedad de que las perspectivas son alentadoras y que las nuevas medidas han mejorado varios aspectos del área productiva”, asegura David Miazzo, economista y coordinador de investigaciones de FADA.

Las medidas tomadas desde el gobierno nacional desde diciembre del año pasado, en particular las relacionadas con la corrección cambiaria y con la política de retenciones agropecuarias, provocaron que aumente la rentabilidad del sector, es decir que mejore el estado general del campo y, por ende que el índice FADA decrezca en porcentaje. “Pero no hay que perder de vista que las buenas noticias para la comunidad agroalimentaria se ven opacadas principalmente por tres puntos fundamentales: uno es el 67,7% que aún marca un alto nivel de participación del Estado en la renta agrícola; segundo, son los costos que están creciendo al 33,7%; y tercero, la soja, que lleva una importante baja de precios en los mercados internacionales”, señala Miazzo al hacer un análisis general de la situación.

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Por otro lado, y teniendo en cuenta el posicionamiento de la materia prima agraria argentina en el mercado internacional, el economista señala que actualmente que los precios internacionales son la principal luz roja para el agro argentino. “Desde sus máximos en 2012 las commodities agrícolas han bajado entre 40% y 49%, en el último año solamente la soja bajó un 23,5% y el trigo un 17,9%. El maíz y el girasol presentaron bajas pero menos pronunciadas”, asegura David Miazzo.

En este escenario y con las salvedades realizadas hay uno de los cultivos tradicionales de nuestro país que se está viendo especialmente beneficiado: el maíz; que, según los cálculos derivados del índice FADA, viene teniendo un rendimiento económico incluso mucho mejor que el de la soja. “El maíz pasó de ser el plomo de la ecuación económica del campo, a ser el cultivo que sostiene el margen hoy”, remarca Miazzo y explica: “el empuje que recibió el maíz vino de la mano de la recomposición de su precio, producto del ajuste cambiario y de eliminación de los derechos y restricción de exportaciones; y ésto aunque el maíz tiene costos de producción 60% mayores a los de la soja”, concluye el economista.

Especial, por Susana Alvarez.