El vino cordobés, con otra pobre cosecha

Por tercer año consecutivo, el sector afrontará pérdidas. Solo en Colonia los productores de uva resignarán unos cuatro millones de pesos.

Colonia Caroya. “Dicen que no hay dos sin tres o que la tercera es la vencida. Bueno, acá parece que se cumplió el dicho porque es nuestro tercer año con dificultades”, relata el productor caroyense de vino casero Jorge Silvestri. Se refiere a la vendimia 2016, que será igual de magra que la de 2015 y que la de 2014. Se computan pérdidas por alrededor de cuatro millones de pesos, solo en Colonia Caroya.

El exceso de lluvias en febrero, las altísimas temperaturas de enero, el invierno y la primavera 2015, que no trajeron ni el frío ni el calor esperados, y la deriva de agroquímicos hormonales volátiles se unieron para que se dé por perdida el 60 por ciento de la cosecha de este año. La carga de las vides fue de las peores del último quinquenio y la lluvia generó dificultades sanitarias e impidió que la graduación alcohólica de las uvas sea la adecuada. En lugar de cosechar un millón de kilos de uva, la producción apenas si alcanzará los 400 mil kilos.

Idéntica situación se viene dando en otras zonas vitivinícolas de Córdoba como Ischilín o Calamuchita. La excepción, hasta ahora, sería Traslasierra, donde la afectación de las vides fue menor. A ese panorama, hay que sumarle el desastre que el clima generó en Mendoza con las uvas, el sobre stock de vinos que tiene la mayoría de las bodegas grandes, lo que llevó a que se pague el kilo de uva a un promedio de 2,50 pesos, casi el mismo desde hace varios años.

No es el caso de Colonia Caroya, ya que las bodegas acordaron pagar un mínimo de cinco pesos y, en casos, hasta siete pesos por kilo. El problema es que no habrá uva para vender y poca de esa uva se podrá colocar al precio mayor. Paralelamente, la calidad de la uva difícilmente servirá para vinos de guarda, aunque sí para la elaboración de vinos jóvenes.

Clima y acción antrópica

Santiago Lauret, enólogo de La Caroyense, puso el foco en la necesidad de extremar los controles en las pulverizaciones con productos fitosanitarios volátiles, sobre todo los hormonales como el 2.4D éster, el Picloram, el Dicamba, por los efectos en el crecimiento de las vides: “Lo que más están sufriendo las plantas es la problemática de los herbicidas. Se nos están volviendo muy viejas, con una brotación cortita, no hacen canopia, no tienen brotes donde podarlas. Estamos hablando de toda una gama de herbicidas hormonales volátiles que se están usando y no vemos reacciones en las autoridades provinciales, como sí hubo en Santa Fe donde fue prohibido usarlos en determinados períodos. Y este año tuvo uno de los peores ciclos de afectación por el uso de estos productos”, describió.

Un productor de vid, Danilo Fantini, añadió: “La sanidad de la uva está bastante comprometida. Si se mantiene un poco la insolación en estos próximos 15 días, la cosecha puede mejorar un poco. El panorama es parecido al del año pasado, aunque en 2015 se definió para peor y perdí el 80 por ciento de la cosecha. Pero para otros productores, la pérdida ya fue de un 60 por ciento”.

La podredumbre de racimos y la aparición de peronóspera generaron un raleo importantísimo de follaje, hojas, y frutos. La ingeniera agrónoma Daniela Mansilla aportó: “Ya veíamos menos carga en las plantas como consecuencia de malas situaciones ambientales y sanitarias, pero también en la primavera anterior la afectación por herbicidas hormonales hizo lo suyo para que haya menos volumen y madurez. La otra contra es que este año también los insumos de producción aumentaron mucho”.

Bajo fuego. Las plantas sufrieron el efecto de la excesiva humedad, fuerte temperatura y químicos.

Difícil, pero con más actores

Como contrapartida, vale destacar que el sector industrial suma un nuevo jugador ya que el empresario Miguel Mizzau, titular del Grupo Agroempresa Argentina, decidió comprar la bodega Nanini, la reacondicionó, y comenzará a producir vinos, aunque no se sabe todavía con qué nombres comerciales. Mizzau estaba dispuesto a comprar alrededor de 500 mil kilos, pero parece que tendrá que conformarse con unos 150 mil, sumando clientes de Cruz del Eje y de Calamuchita.

Y Celina Tay, al frente de bodega La Caroyense, anticipó que además de toda la uva que comprarán en Caroya sumarán unos 200 mil kilos más de La Rioja para poder paliar el déficit local. Es que los vinos cordobeses tienen su mercado, todo lo que se viene produciendo tiene compradores, y apenas si habrá stock hasta que el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) apruebe la partida para este año.

El problema no es para las bodegas sino para los productores, ya que la uva dejó de ser su producción principal para pasar a ser un renglón dentro de otras opciones productivas. Cada año cuesta más lograr que los viñateros mantengan su interés por seguir produciendo uva, sobre todo aquellos que, en los últimos tres años, también padecieron los efectos del granizo.

60%
De la cosecha de uva en el territorio provincial estaría perdida, lo cual ocasiona un enorme perjuicio a los productores, pero también a las bodegas elaboradoras de vino y artesanos situados en los valles turísticos. Piden mayor control de la Provincia sobre pulverizaciones.

fuente: La Voz