Indice FADA: Con Retenciones el Estado se queda con 60,9 % de la Renta Agrícola.

Según el último relevamiento de FADA, de cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola, $60,90 se lo llevan los distintos niveles de gobierno.

La medición de septiembre de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 60,9% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol..

«Es decir, que de cada $100 de renta (ingresos menos costos) que genera una hectárea agrícola, $60,90 se lo llevan los distintos niveles de gobierno», comentaron desde FADA.

Los principales puntos a rescatar son:
 Incremento de la participación del Estado en la renta agrícola por el restablecimiento de los derechos de exportación;

 La suba que se dio en el tipo de cambio ayudó a disminuir el impacto de los nuevos
derechos de exportación, a pesar de que gran parte de los costos agrícolas se
encuentran dolarizados;

 Mayor efecto de los nuevos derechos de exportación en maíz y girasol, menor en soja,
porque el incremento fue menor, y en trigo, por fortaleza del precio;

 Baja generalizada de precios disponibles en dólares con respecto a junio.

La combinación de estos factores, hizo que crezca el índice del 55,8% relevado en junio al actual 60,9%. Este incremento de 5 puntos es explicado por los derechos de exportación, combinados con la baja de precios y amortiguados por la suba del tipo de cambio. Si bien es un incremento con respecto a junio, es la segunda menor marca de los últimos 12 años. En mediciones subsiguientes probablemente impacte el pase a precios (pass through) que todavía no ha sucedido completamente en fletes y labores, principalmente.

Derechos de exportación

El decreto N° 793/2018 del Poder Ejecutivo Nacional, reestableció los derechos de exportación a todos los bienes exportables del país, con una alícuota del 12% y un tope de $4 para los cuatro granos contemplados en este informe. Para los casos de trigo, maíz y girasol, que tenían 0% de derechos de exportación, pasan a pagar $4 por dólar exportado, que con un dólar de $38 equivaldría una alícuota del 10,5% y, si se considera un dólar de $40, la alícuota sería del 10%. Aquí la primera característica distintiva de este esquema, es que a mayor tipo de cambio, menor es la alícuota de derecho de exportación. A pesar de que el artículo 83 del proyecto de ley de presupuesto 2019, habilitaría al Ejecutivo Nacional a modificar este esquema.
En el caso de la soja, se redujeron los derechos de exportación vigentes al 18% y se le agregaron los nuevos derechos de exportación. Es decir, que sería 18% más $4 por dólar. Lo que equivale a una alícuota de entre 28% y 28,5% de acuerdo al tipo de cambio.
Para el mes de septiembre, con el esquema de reducción gradual, la soja hubiese tenido una alícuota del 25,5%, por lo que el incremento efectivo fue de entre 2% y 2,5%. En tanto, para los demás cultivos el incremento fue de entre el 10% y el 10,5%.
Si se toma el dólar futuro ROFEX para el mes de mayo, de $47,60 por dólar, el derecho de $4 por dólar equivaldría a una alícuota del 8,4%. En el caso de la soja, equivaldría a una alícuota total de 26,4%.
Por el lado de la rentabilidad, con el efecto combinado de todas las variables, el resultado después de impuestos en campo alquilado se redujo un 23% en dólares contra junio en el caso de la soja, mientras que en maíz el impacto negativo fue del 43%. Aquí es donde se ve el efecto diferencial entre el incremento de la alícuota de los derechos de exportación que tuvo la soja del 2%, contra el incremento del 10% que tuvo el maíz.
El resultado, en términos absolutos en dólares, sigue siendo mayor en maíz que en soja, aunque es menor en términos relativos como porcentaje del costo de producción, mientras que en junio el maíz superaba a la soja en las dos ecuaciones.

Precios

Con respecto a junio de 2018, se observan caídas generalizadas en los precios disponibles en dólares de los cuatro cultivos. La soja cayó un 13%, el maíz un 17%, y el girasol un 11%. El trigo fue el que menos perdió, con una caída de 3%.
Si la comparación se hace contra septiembre de 2017, se observa un movimiento positivo de 1% para soja y maíz y una caída del 13% en girasol, pero lo que resalta es un incremento del 49% en el trigo, incluso después de los derechos de exportación. El efecto en el trigo tiene dos componentes, uno internacional, con una suba del 28% en el precio, y el otro interno, con una suba que hace que el disponible cotice a un 123% del precio FAS, mientras que hace un año cotizada al 96%.

Dólar

Cuando el dólar evoluciona por encima de la inflación, genera un impacto positivo sobre los sectores exportadores, ya que hace incrementar los ingresos (en dólares) por encima de los gastos (que, en parte, son en pesos). Por ello, la devaluación del peso con respecto al dólar genera que se amplíe el valor de la producción, y eso hace bajar la participación del Estado en la renta agrícola.
En los últimos 12 meses, el incremento del tipo de cambio fue del 120%. En los últimos 3 meses, el incremento fue del 54%. Por su lado, los costos totales se han incrementado un 38,8% con respecto a junio y 95% con respecto a septiembre de 2017.
Si se analiza la estructura de costos de los cultivos de acuerdo a la moneda en la que están expresados, se puede identificar que un 64% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados mientras que el restante 36% están pesificados. Esta relación en junio era 59%-41%, pero al crecer de manera abrupta el tipo de cambio, hace que los componentes dolarizados tengan mayor peso relativo.
Si se considera la renta de la tierra dentro del esquema de costos, los costos dolarizados en
una hectárea de soja pasan a representar el 72%.

El componente en pesos, también suele tener una alta relación con el dólar por dos motivos: la rápida transmisión de la devaluación a los precios que hay en una economía inflacionaria como la argentina; y porque dentro de los costos pesificados está, por ejemplo, el flete cuyos costos dependen en gran medida del precio del combustible y este está ligado directamente al precio del petróleo y del dólar.
En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 67% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 33%. Si se considera la renta de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 72%.

Indices Provinciales: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa

Mientras el índice FADA nacional es de 60,9%, Córdoba registra un 60,9%, Buenos Aires 62,6%, Santa Fe 61,1%, La Pampa 61,7%, y San Luis 61,1%.
En estos resultados, se conjugan los rindes, los impuestos provinciales y locales y los fletes, que generan efectos distintos sobre cada uno de los cultivos.
En los casos de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa, se consideran los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol, utilizando sus participaciones en la superficie sembrada, para luego calcular los números de una hectárea promedio de cada provincia. Para el caso de San Luis, sólo se consideran soja y maíz, ya que explican el 95% del área.

Para cada caso se utilizan los rindes promedio de los últimos 3 años, a los que se les aplicó las pérdidas provocadas por la sequía, y los costos de producción de labores e insumos necesarios para esos rindes promedio en cada región. En cuanto a los fletes se estimaron para Buenos Aires 250 km., Córdoba 340 km., Santa Fe 120 km., San Luis 580 km. y La Pampa 340 km.
En cuanto a los impuestos nacionales, van en línea con el valor de la producción y con la rentabilidad en cada provincia, por lo que son más altos en términos absolutos en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, y más bajos en San Luis y La Pampa.
En el presente informe se introdujeron cambios en los indicadores de Santa Fe y San Luis. En el caso de Santa Fe, gracias a la colaboración del Ministerio de Economía de esta provincia, se pudieron ajustar los valores del inmobiliario rural promedio utilizado en el índice, que tenía valores superiores al promedio provincial ponderado por producción, mientras que se acercaba al promedio de las zonas más productivas.
En el índice de participación del Estado en la renta agrícola se estaba utilizando un promedio de impuesto de $683 por hectárea, cuando el recálculo de FADA en base a los datos provistos por el Ministerio, el promedio ponderado por producción es de $443 y el promedio simple de la provincia, considerando no sólo las tierras agrícolas sino toda la emisión del impuesto, es de $158.