La cosecha récord no generará derrame y se diluye el sueño oficial del segundo semestre

Asalariados, industrias y comercios estarán entre los perdedores del 2019.

 El Gobierno puso sus focos para la reactivación económica de la segunda mitad del 2019 en la cosecha récord que estiman en el campo. Sin embargo, analistas advirtieron que esa tendencia a la mejora en la dinámica del PBI no tendrá correlato en el resto de los sectores, con tasas de interés que complican a la actividad productiva, salarios con dificultades para recuperar lo perdido durante el 2018 y un consumo interno sin reacción. Así, se espera que no haya efecto derrame por lo que, incluso en un escenario optimista del agro repuntando y traccionando a algunas industrias directamente relacionadas, el primer mandato de Cambiemos cerrará sin segundo semestre para la actividad.

De por sí, el escenario 2019 viene con unas expectativas complicadas, más allá del esperable inicio de un sendero de recuperación en lo estadístico. Es unánime la idea de que por primera vez, tras la salida de la convertibilidad, la economía hilará dos caídas consecutivas del PBI que llevarán al per cápita a una contracción de hasta 8% contra lo que recibió el Gobierno en el 2015. En ese entonces las intenciones apuntaban a eliminar el efecto serrucho, con caídas en los años pares y repuntes keynesianos en los impares.

Los analistas coinciden en que en algún punto del año que viene se comenzará a visualizar una recuperación de la mano del agro. Si bien el año dará negativo (para el Gobierno será una caída de 0,5% contra 2018, para el FMI y el Banco Mundial una de 1,6% y para los privados podría llegar a una de 2%), la dinámica terminará siendo positiva. Pero el modelo centrado en la fortaleza del agro tiene un esquema de perdedores entre los que se destacan los sectores que dependen del mercado interno y del salario. Ahí se anotan la industria, la construcción -que no contaría con el impulso keynesiano de la obra pública con el que contó durante las elecciones de 2017-, el comercio y los asalariados urbanos.

Un informe de Ecolatina sostuvo: «La presencia de un mercado interno deprimido afectará al sector no transable, que incluye a la mayoría de los servicios y la construcción. En términos desestacionalizados, la trayectoria de la producción de dicho sector será en forma de L, encontrando la recesión un piso en el primer trimestre de 2019, para luego mantenerse estancada el resto del año. En promedio, el sector no transable sufrirá en 2019 una contracción promedio de casi 3%, en línea con el retroceso de la demanda interna, es decir el consumo más la inversión». Las expectativas para el agro son auspiciosas en la comparación con un 2018 de caída histórica. Pero moderadas en la comparación con 2017. «Esperamos que la producción agrícola de 2018/2019 sea similar a la de 2016/2017, aunque eso es un escenario optimista. El agro puede andar bien, si el clima ayuda a levantar la cosecha. Veo muy poco probable que los que viven en ciudades vayan a tener segundo semestre porque el agro no alcanza a derramar», afirmó el economista del ITE-FGA, Juan Balasini.

Para el director de LCG, Guido Lorenzo, la clave es el modelo: «Apunta a eso, los slides del Gobierno hablan de crecimiento basado en exportaciones y eso tiene consecuencias distributivas. No se puede pretender, con ese modelo, tener los salarios de antes. En parte a la licuación la hicieron para bajar salarios. Si se pretende crecer vía consumo y salarios es un modelo y si se pretende crecer vía exportaciones los salarios son un costo y eso no es bueno».

Lorenzo explicó a BAE Negocios que el agro tiene un peso de apenas 10% sobre el valor agregado nacional y que con los encadenamientos que logra traccionar se llega al 30%. Y afirmó que el año se parecerá lo que ocurrió en los primeros trimestres de 2016, período definitivamente complicado para la economía metropolitana, con el comercio, la industria y la construcción cayendo en forma sostenida.

Fuente: BAE Negocios