Las buenas prácticas pueden certificarse

Casafe desarrolló, junto con Aapresid e IRAM, los requisitos para obtener una certificación de prestigio mundial.

“Es importante normalizar sobre las buenas prácticas agrícolas (BPA), para así contar con un documento normativo que establezca requisitos generales y particulares del sector agrícola, y que el productor pueda implementarlo para obtener ventajas en la gestión de su proceso y demostrar su cumplimiento según norma”. María del Carmen Fernández, Gerente de Alimentos y Salud en la Dirección de Normalización del IRAM Argentina, sabe de qué habla: Trabaja para una de las certificadoras más importantes del planeta, e integra el equipo que desarrolla la nueva Norma IRAM 14130, una iniciativa que también cuenta con especialistas de Aapresid y de CASAFE.

Su colega Enrique Kurincic, ingeniero agrónomo y gerente de Certificaciones Agroalimentarias de la empresa normalizadora, explica hacia dónde se dirige el proyecto: “En particular, brinda requisitos generales para la aplicación de las buenas prácticas en labores agrícolas, como así también los requisitos para las aplicaciones terrestres. Todavía tenemos en estudio las partes de la norma relacionadas con las aplicaciones aéreas, y las de siembra y cosecha, que son labores que pueden ser tercerizadas o no”.

Según el experto, estos requisitos permiten al propietario de la maquinaria contar con una herramienta que contribuya a lograr eficiencia en su actividad, demostrando transparencia y calidad a través de un servicio diferenciado, y al productor contar con proveedores calificados y confiables, seguramente el punto de partida para emprender las BPA.

Así lo entiende Federico Elorza, de CASAFE: “Establecer esta base es de suma importancia para ayudar al productor a mejorar los procesos que mejoran la calidad del trabajo y muestren a la sociedad que hace las cosas bien, sin generar inconvenientes ni para la salud ni el ambiente”.

Para José Luis Tedesco, director de Agricultura Certificada de Aapresid, “todo proceso de certificación implica un cambio en la cultura de la empresa agropecuaria; por lo tanto, el beneficio que puede obtener el productor parte de lograr un ordenamiento y la eliminación de costos ocultos, como resultado de una mayor transparencia de los procedimientos y recursos implicados, más otros beneficios no tangibles que pueden provenir del reconocimiento social”, dice. Añade un voto de fe: “Es esperable que los estados nacional, provinciales y municipales promuevan a través de políticas públicas, señales y beneficios para las empresas que apliquen las BPA’s, y puedan demostrarlo a través de las certificaciones de calidad, como reconocimiento a la utilidad colectiva derivada de su implementación”.

El trabajo de la entidad madre de la Siembra Directa con los procesos de certificación viene de larga data, y ve sus orígenes en el programa de Agricultura Certificada que ya hizo historia con su sello de calidad AC. La norma IRAM en ciernes es el último eslabón de una larga cadena de iniciativas que en sus respectivos tiempos buscaron la optimización de la agricultura sustentable.

“Cabe destacar que el estudio de este tipo de normas voluntarias se lleva a cabo en el ámbito de un grupo de trabajo IRAM, que elabora un documento técnico, aprobado por consenso entre las partes interesadas, y que establece los requisitos de calidad para demostrar el cumplimiento de las BPA. Se logra así una herramienta válida de diferenciación en cuanto a la calidad de procesos agrícolas determinados”, dice Fernández, de IRAM.

El hombre de Aapresid hace una advertencia importante: “Los mercados internacionales solicitan cada vez más las certificaciones bajo sellos de calidad. En ciertos casos prevén limitar el ingreso de producciones que no tengan ningún sello de calidad reconocido; y así como en los mercados de la carne existen desde hace muchos años los circuitos libre de aftosa, en pocos años existirán mercados masivos que sólo aceptarán productos provenientes de producciones sustentables”. Una buena razón para pensar en calificar en un mundo exigente.

Pero hay que mirar hacia adentro también. Argumenta Elorza: “Hay un gran porcentaje de productores que hacen las cosas bien o, dicho de otra manera, implementan las BPA o tienen intención de hacerlo. Pero a veces no solo hace falta ser, sino que también hace falta parecer. La implementación de la norma IRAM 14130 es la forma que el productor puede mostrarle a la sociedad y a las autoridades que no solo tiene todo en condiciones para hacer las cosas bien, sino que las está haciendo”.

El representante de CASAFE brinda una idea final sobre la certificación: “Es una forma de comunicar y mostrarse como un usuario responsable de productos fitosanitarios. También es una herramienta que tienen las autoridades para asegurar que se hagan las cosas bien y que no habrá inconvenientes en el uso de Productos Fitosanitarios, brindando seguridad a la sociedad y confiando en el productor, lo que ayuda también a reducir el conflicto campo-ciudad que puede presentarse en algunas localidades del país”, concluye.

Fuente: Casafe