Tamberos bajo presión: el factor clave y también descuidado de la lechería

Según el sondeo de Aacrea, el personal de los tambos encuentra su tarea muy sacrificada, con poco bienestar por viviendas y accesos deficientes; tienen poco diálogo con sus equipos de trabajo.

Una de las pesadillas de los tamberos: sacar la leche del ordeño por caminos inundados

Una de las pesadillas de los tamberos: sacar la leche del ordeño por caminos inundados.

perro se muerde la cola. La lechería también. La crisis de precios que atraviesa se volvió el problema urgente a resolver. Todas las energías del sector están puestas allí.

El riesgo que se corre en esta situación es que se sigue desatendiendo un problema estructural que afecta la sustentabilidad del negocio en el mediano plazo. Los recursos humanos son el talón de Aquiles de los tambos, tanto los familiares como los más empresarios.

«La lechería está en serios problemas. Pero no tanto por el precio de la leche que es un factor importante pero que va y viene, con sus subas y bajas. La continuidad de los tambos está en peligro porque su base de sustentación se encuentra muy afectada. Es el factor humano al que hay que atender de manera urgente» razona Eugenio Scala, director de Estrategia Sectorial Lechera del Ministerio de Agroindustria.

A lo demandante que es la tarea del tambo, casi sin treguas y con pocos descansos, hay que sumarle las dificultades para acceder a viviendas en buen estado, las distancias y caminos en mal estado y la falta de claridad en materia contractual y legal. A esto se debe agregar que el proceso de intensificación que se viene dando en los tambos termina por agudizar los problemas porque multiplica los procesos y las demandas de tiempo laboral.

Para estudiar a fondo esta problemática, los grupos CREA tamberos realizaron una encuesta a 1184 operarios de explotaciones y a 138 empresarios lecheros de todas las cuencas de la pampa húmeda. A estos dos grupos les realizaron 54 y 30 preguntas respectivamente.

Los resultados pintan un cuadro hasta ahora poco conocido. Como por ejemplo, que la mitad de los tamberos tiene menos de 30 años y que casi el 70% vive en el establecimiento donde trabaja y de estos el 70% lo hace junto a su familia. De estos últimos casi la mitad tiene hijos en edad escolar. Esta información establece claramente como las cuestiones ligadas a la familia y a la escolaridad juegan un rol muy significativo en los tambos que no siempre son tomadas en cuenta.

Cuando al personal se le preguntó cuáles son los aspectos que más les disgustan de su trabajo, el barro y la lluvia lideraron las menciones y le sacaron una buena ventaja al resto.

El segundo disgusto más mencionado fue la temperatura, haciendo referencia tanto a los días fríos como calurosos, los horarios de trabajo, y el régimen de francos y descansos. Recién en el quinto lugar en cantidad de respuestas aparecen los temas relacionados al descontento en el ingreso monetario.

El problema del barro y la lluvia obedece en buena parte a que los horarios de trabajo son rígidos y hay que cumplirlos cualquiera sea la condición climática. Por este motivo la infraestructura de caminos y los accesos cobran una vital importancia en la calidad de vida y del trabajo del tambero.

Si bien se sabía que en el imaginario colectivo el rol del empleado de tambo está muy desvalorizado socialmente, lo que probablemente se desconocía era que para el propio personal también lo estaba. Cuando se les preguntó si recomendarían el trabajo a los jóvenes, sólo el 65% respondió afirmativamente. Los que dieron una respuesta negativa dijeron que es un trabajo muy duro y sacrificado. Pero cuando se los consultó si se lo recomendarían a su hijo, la respuesta empeoró y mucho. Sólo el 36% dio una respuesta positiva. Prefieren que sus hijos estudien una carrera y sean profesionales antes que tamberos.

El teléfono descompuesto

Otra de las cuestiones que desnudó la encuesta realizada por los CREA lecheros fue el grado de incomunicación entre el personal y los empresarios del tambo. Un dato que no deja de ser curioso ya que en el 61% de los casos estos se ven más de tres veces por semana. A la pregunta: ¿tiene usted espacio para despejar dudas?, ofrecieron respuestas muy distintas. Mientras que el 97% de los empresarios respondía «siempre», sólo el 52% del personal lo considero de la misma manera. Para el 26% esa oportunidad se tenía «casi siempre». El 16% respondió «pocas veces» y para el 6% esa oportunidad no de daba «nunca».

Un trabajo en equipo

Esta devaluación del trabajo en los tambos es una herida profunda que pide de urgencia ser tratada. No sólo desde lo relacionado a la imagen, al parecer, sino en lo que hace a buenas viviendas, horarios razonables y contratos laborales claros, entre otras cuestiones. El tambo se ha transformado en una actividad poco atractiva para trabajar y se encuentra en terapia intermedia.

«Antes solíamos referirnos al problema del personal limitando la cuestión a deficiencias de los empleados. Pero es más correcto pensar en términos del factor humano de los tambos en los que se incluyen dueños, encargados, empleados, cada uno en su rango de funciones», razona Scala.

Para los especialistas, el factor humano, aunque es reconocido siempre como fundamental cada vez que se menciona, sigue siendo una materia pendiente. Con el tiempo se ha convertido en un problema con soluciones siempre insatisfactorias. No se encuentran cursos de acción concretos para tratar de resolverlos.

Sin embargo, hay productores que ya despertaron a la necesidad de hacer foco en las personas, su bienestar y la importancia del trabajo en equipo, en una actividad donde todas las acciones están interconectadas. Ya no hay duda que el futuro de los tambos está centrado en el nivel de gente que la actividad sea capaz de atraer. «Poner a las personas en el centro de atención es la única manera de darle una vuelta al sistema para que ellos sean motor y no lastre», afirma Scala.

Para la psicóloga Marcela Evans, de la consultora Tambo en Equipo, primero deben satisfacerse las necesidades básicas, como las fisiológicas, de alimentación y vivienda, las necesidades de seguridad y protección (sentirse protegido de los daños físicos y psicológicos). Recién después de solucionadas estas cuestiones vendrá la posibilidad de satisfacer las necesidades superiores de pertenencia y amor, (sentirse parte, sentirse querido), las necesidades de estima (reconocimiento de los demás y la confianza en sí mismo) y de realización personal.

Todas son importantes, pero si las necesidades básicas no están satisfechas es imposible seguir avanzando con otros temas. Las primeras necesidades de alimentación y vivienda están contenidas en el cumplimiento de leyes laborales mientras que las necesidades superiores sólo podrán ser satisfechas si la empresa se ocupa especialmente de estos temas.

«Cada productor define a que le da más importancia, a que le dedica más tiempo y atención. Si las vacas, la alimentación, la genética siguen siendo el único foco de atención y dedicación de tiempo, vamos mal», razona Evans.

Es hora que a los recursos humanos se los vea como el factor central de los tambos que mueve y pone en acción al resto de los recursos.

En el centro de la atención

 

Eugenio Scala

Director estrategia lechera

«Priorizar a la gente es la única manera de darle una vuelta al sistema, para que sean motor y no lastre.»

Marcela Evans

Consultora

«Cada productor define a qué le da más atención. Si las vacas son su único foco estamos en problemas.»

 

fuente: La Nación/Campo