El liderazgo de América latina en materia de producción de alimentos es, según los expertos, «notable» y la importancia que significa eso para países como China se vuelve un motivo de atención. Una investigación llevada cabo por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que, para 2024, «el comercio neto de productos agrícolas de América latina alcanzaría los u$s 60.000 millones, tres veces el valor observado en el 2000».
Año a año, varios países de la región se sitúan como los principales proveedores mundiales de algunos de los primordiales alimentos básicos y prevén, como mínimo, que la tendencia seguirá hasta 2023. De acuerdo con el organismo internacional, y para hacer una idea del poder de exportación, en África todos los productos básicos principales son importaciones netas, mientras que, en América latina, la mayoría de los productos básicos principales son exportaciones netas.
El World Economic Forum Latam 2017 ahondará en uno de los temas que por excelencia tiene relación directa con los países latinoamericanos e impacta en el mundo entero. En los paneles, se debatirán puntos acerca de soluciones y tecnologías relativas al mejoramiento de la cadena de valor, la optimización de sistemas productivos, de distribución y almacenamiento, y el desperdicio de comida y el impacto climático.
La industria alimentaria se transforma y comparte este proceso con la tecnología, que juega un papel importante en este sector. La inversión global en Internet de las Cosas (IoT) alcanzará la cota de u$s 500.000 millones en 2020, como lo asegura un informe presentado por Accenture, que ampara en particular a la industria de alimentación, donde se está produciendo una revolución a través de la digitalización de procesos, algo que va a dar como resultado una mayor eficiencia y flexibilidad en la fabricación del alimento (la llamada industria 4.0); las actividades relacionadas con la cadena de valor; y el control de la calidad y seguridad alimentarias.
Por otro lado, desde la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, esperan que en los años venideros China aumente su demanda de productos con más proteínas, alimentos procesados y, en términos generales, con más calidad, seguridad y sofisticación. América latina se ha convertido en un aliado clave para la seguridad alimentaria de China, donde la urbanización y la capacidad de consumo crecen a ritmos vertiginosos. Según cifras de 2014, Brasil fue el principal exportador de alimentos a China por un valor de u$s 18.563 millones, equivalentes al 70% de las exportaciones regionales. El segundo proveedor fue la Argentina, que exportó u$s 3.832 millones. Otros vendedores importantes fueron Chile (5%), Perú (4%) y Uruguay (4%).
Las reuniones llevadas a cabo entre gobiernos y sectores privados se vuelven cada vez más un tema de agenda. Suiza intensifica su mirada en la Argentina y planea una visita insólita al país en el mes de abril encabezada por su presidente, Doris Leuthard, y una delegación de 25 empresarios en lo que aparenta ser una ocasión para anunciar inversiones. Aunque sea la primera vez que ambos mandatarios se reúnen, Suiza es el sexto país inversor en la Argentina, con fuerte presencia en los sectores de alimentación, ganadería, agricultura y maquinaria. En Cuba, por ejemplo, se anunció la negociación que tiene como objetivo la captación de inversión extranjera para desarrollar 21 proyectos relacionados con la industria alimentaria, valorados en unos u$s 762 millones.
En los países latinoamericanos el empleo vinculado con la agroindustria es fuerte, aunque puede crecer mucho más. Según estimaciones de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), en 2013 se registraron unos 2.745.801 millones de puestos de trabajo -el 17,1% del empleo total del país-, es decir, uno de cada seis argentinos que trabaja lo hace en algún punto de las cadenas agroalimentarias. Entre 2016 y 2019, aseguran desde la Fundación, el sector agroindustrial argentino podría crear 497.816 nuevos puestos de trabajo.