Especialistas enfatizan que Dalbulus maidis es un vector exclusivo de patógenos del maíz y su ciclo biológico solo se completa en este cultivo. La falsa alarma sobre el trigo desvía la atención del verdadero foco de riesgo: los maíces voluntarios post-lluvias.
En los últimos días, versiones sobre una supuesta afectación de cultivos de trigo en el NOA por parte de la chicharrita (Dalbulus maidis) han generado preocupación en el sector agrícola. Sin embargo, fuentes técnicas especializadas han desmentido categóricamente estas afirmaciones, aclarando que esta especie de chicharrita es un vector exclusivo de patógenos que afectan únicamente al maíz, y su ciclo biológico se completa solo en Zea mays.
Aunque la chicharrita (Dalbulus maidis) pueda encontrarse transitoriamente sobre trigo u otros cereales invernales durante la temporada de otoño/invierno, especialmente cuando no hay maíz en pie, es crucial entender que no se alimenta ni se reproduce en ellos. Su presencia en estos cultivos es meramente como un refugio temporal, esperando la reaparición de su verdadero hospedero natural: el maíz. Por lo tanto, cualquier afirmación sobre su impacto en el trigo es técnicamente incorrecta y puede desviar la atención de los verdaderos riesgos fitosanitarios.
El riesgo fitosanitario real y significativo se concentra en la emergencia de maíces voluntarios, conocidos popularmente como «maíces guachos», que aparecen después de las lluvias otoñales. Estos maíces espontáneos son los que sí proporcionan el alimento y el sustrato reproductivo que la chicharrita necesita para multiplicarse. Su presencia permite que la plaga se reproduzca y, al hacerlo, mantenga activo el ciclo epidemiológico de los patógenos que transmite al maíz.
Ante esta situación, la recomendación técnica para los productores en zonas endémicas es clara y precisa:
• Intensificar el monitoreo de los campos de manera constante.
• Eliminar de forma prioritaria los maíces guachos.
Esta estrategia es fundamental para interrumpir la continuidad del vector y, consecuentemente, reducir la presión de inóculo de las enfermedades que la chicharrita puede diseminar. La correcta identificación de la amenaza permite enfocar los esfuerzos en las medidas de control más efectivas, protegiendo así la productividad de los cultivos de maíz.