Con perfiles hídricos óptimos y napas recuperadas, el maíz temprano se posiciona como el gran protagonista, revirtiendo años de dificultades. Mientras tanto, las lluvias récord de invierno traen esperanza y preocupaciones para la cosecha de trigo en la región núcleo, marcando una campaña de altos potenciales pero también de desafíos inminentes.
Apenas a dos semanas del inicio de la siembra, la campaña 2025/26 se vislumbra con un panorama que los ingenieros agrícolas califican como el mejor de los últimos 5 años. Con expectativas de superar los 100 quintales por hectárea (qq/ha) e incluso apuntando a más de 120 qq/ha gracias a la intensa aplicación de fertilizantes, el maíz temprano emerge como el «gran candidato» para liderar el «campeonato de la gruesa». Este entusiasmo contrasta fuertemente con las difíciles situaciones que enfrentó el cultivo en años recientes.
El Resurgir del Maíz Temprano: De «Boxes» al Protagonismo Absoluto
En los últimos años, el maíz temprano «venía arrancando la siembra en último lugar o desde boxes, con pocas chances productivas», sufriendo la falta de reservas de agua, perfiles secos y malos pronósticos. La sequía sistemática, incluyendo la tristemente famosa triple «Niña» entre 2020/21 y 22/23, dejó los suelos vacíos, incluso en niveles profundos. Esta situación impulsó el protagonismo de las siembras tardías, que ofrecían mayor seguridad ante inviernos y primaveras secas.
Sin embargo, un giro rotundo en el clima ha cambiado el escenario. Las imágenes de las reservas de agua para el primer metro del suelo son «evidentes», con perfiles tan cargados de agua como no se veían desde 2020. Las lluvias históricas en mayo, récord en julio y casi récord en agosto de 2025 han sido cruciales, no solo para recargar los perfiles sino también para impulsar la recuperación de las napas freáticas, que venían levantando de a poco. La presencia de agua subterránea es fundamental para amortiguar entre 15 y 20 días de estrés por calor y falta de agua, especialmente en un cultivo tan sensible como el maíz.
Esta mejora hídrica proyecta que el maíz temprano ocupará un 90% de las siembras en la campaña 2025/26. Antes de 2020, este porcentaje rondaba el 92%, pero llegó a caer hasta el 30% en la campaña de la gran sequía (2022/23). Aunque la amenaza de la «chicharrita» llevó a una recuperación al 88%, este año es el entusiasmo lo que impulsa esta proporción. Los técnicos coinciden en que la siembra se generalizará entre el 10 y el 20 de septiembre, con algunos en Corral de Bustos y Marcos Juárez planeando arrancar incluso antes. A pesar del optimismo general, en el noreste bonaerense, específicamente en Pergamino, se mantiene una cautela del 50/50 entre siembras tardías y tempranas, a pesar de la gran cantidad de agua y de haber sido el epicentro de la sequía pasada.
El Trigo: Entre Excesos Hídricos y un Potencial Sin Precedentes
Mientras la siembra del maíz temprano se alista, el trigo de la región se encuentra en una situación de «lo bueno, lo malo y lo feo». Las lluvias récord de julio y agosto, que promediaron 72 mm en agosto de 2025 cuando la media histórica es de 30 mm, han traído tanto beneficios como complicaciones.
Lo malo son los encharcamientos, especialmente en zonas bajas y donde cayeron más de 90 mm, con advertencias de posibles pérdidas de cultivo en Pergamino si no hay un respiro de agua en los próximos 7 días. La necesidad de que los suelos drenen es crucial para evitar condiciones de anaerobiosis a nivel radicular. Lo feo es el aumento de la presión de enfermedades, con la roya ya apareciendo en el sudeste de Córdoba, lo que implicará hasta 2 o 3 aplicaciones de fungicidas, afectando los márgenes del cultivo.
Sin embargo, lo bueno es que, a pesar de los excesos, la campaña para el trigo es «prometedora». Un 95% del trigo de la región se encuentra en condiciones excelentes y muy buenas, con el resto clasificado como bueno. Las lluvias permitieron la recarga de los perfiles del suelo, y el cultivo se encamina a superar una producción de 7 millones de toneladas (Mt). Lotes «hermosos» se reportan en Junín, con la fertilización nitrogenada finalizada antes de las lluvias, lo que junto a los perfiles hídricos completos, es clave para sostener el alto potencial de rinde.
En resumen, la región núcleo se prepara para una campaña agrícola 2025/26 que, impulsada por un clima excepcionalmente húmedo, presenta oportunidades históricas para el maíz temprano y un considerable potencial para el trigo, no sin enfrentar los desafíos inherentes a la abundancia hídrica.
Fuente: GEA. Guía Estratégica para el Agro. BCR