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Carne Argentina: ¿Qué partido queremos jugar? Un análisis para el futuro del sector de Osvaldo Luna

El especialista Osvaldo W. Luna, referente del CREA, advierte sobre la estabilización de la producción bovina en los últimos 35 años y propone tres estrategias clave para un aumento significativo, subrayando la necesidad de adecuar las condiciones comerciales y revalorizar la calidad en el mercado interno y externo.

En Argentina, la carne bovina es mucho más que un alimento; es un pilar de la identidad cultural y social, profundamente asociada a lazos familiares y vínculos que mantienen su consumo firme ante cualquier vaivén económico. Sin embargo, esta arraigada conexión emocional a menudo «impide analizar con cabeza fría aspectos centrales del negocio ganadero», según Osvaldo W. Luna, responsable técnico de la Mesa Ganadera de CREA Córdoba Norte y asesor del CREA Ganadero del Noroeste.

Luna subraya que, a pesar de la pasión nacional, la producción de carne bovina en el país se ha estabilizado en los últimos 35 años, manteniendo un stock de 52 millones de cabezas que producen un promedio de tres millones de toneladas de carne de res con hueso anualmente. La faena se sitúa en catorce millones de cabezas por año, con una relación vaca/ternero del 65% y un peso medio de faena (kilogramos de carcasa por animal) proyectado en 225 kilogramos para machos y hembras en junio de 2025.

El Desafío Central y las Tres Vías para el Crecimiento

El gran desafío actual, como explica Luna, quien también es profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, es producir más carne. Para lograrlo, el especialista identifica tres caminos posibles:

Aumentar el stock bovino: Esta opción es considerada «compleja» debido a la carga animal. Un balance forrajero a nivel país indica que la existencia bovina actual es «acorde la superficie ganadera», lo que dificulta un incremento significativo sin comprometer la sostenibilidad.

Mejorar la relación vaca/ternero: Aunque es una meta deseable, esta alternativa no resulta sencilla en el actual «contexto macroeconómico argentino», dado que la actividad de la cría necesita «condiciones estables para poder desarrollarse en el largo plazo».

Producir más kilogramos por animal: Esta es la alternativa que Luna considera la más «relativamente rápida» para lograr mayor producción. La propuesta central es aumentar el peso medio de faena. El objetivo, señala, sería «pasar de producir 60 a 72 kilogramos de carne por cabeza de stock», lo que, aunque no parezca una cifra desmesurada, implicaría un aumento del 20% en la producción actual de carne vacuna, una cifra que califica de «una barbaridad».

Condiciones Comerciales y el Laberinto de la Exportación

Sin embargo, Luna advierte que «lanzarse a la pileta sin antes saber si hay agua luce arriesgado». Promover un aumento de la producción sin «crear las condiciones comerciales adecuadas para canalizar la mayor oferta» podría terminar siendo contraproducente. Un aspecto esencial es asegurar las condiciones para que la exportación «pueda trabajar sin sobresaltos». En este sentido, un derecho de exportación del 5,0% sobre el valor FOB, la alícuota vigente para cortes bovinos de novillos (ya que los de vaca están exentos), «no representa ciertamente un incentivo» para el sector exportador.

El Mercado Interno: Un Cambio de Paradigma en la Calidad

El «gran desafío» no se limita solo al mercado externo, sino que también reside en el mercado interno, donde la mayor parte de los consumidores argentinos –el principal cliente del sector ganadero– se han «acostumbrado a asociar calidad de carne con cortes de tamaño pequeños provenientes de hacienda liviana». Esta percepción contrasta con modelos como el de Estados Unidos, donde el concepto de calidad está asociado a «protocolos de producción implementados en determinadas razas bovinas y diferentes grados de terminación de la hacienda».

Luna enfatiza que no se trata de «copiar lo que hacen otros», sino de «poder valorizar lo que tenemos y que quizás no se valora por desconocimiento». Asegura que un bife de novillito liviano puede ser tan bueno como uno de vaquillona engordada a pasto o uno de un novillo pesado de feedlot. Esto se debe a que «todos los productos tienen cualidades diferentes y pueden ser apreciados por las mismas», destacando que no se está hablando de un producto genérico, sino de «alimentos diferenciados».

Hacia una Cadena Integrada y Tecnológica

Para lograr este reposicionamiento y enfrentar los desafíos productivos y comerciales, el especialista concluye que es fundamental «trabajar como cadena integrando la red de actores». Esta integración, apoyada por los «avances tecnológicos y la trazabilidad electrónica», podría ser de gran ayuda para «impulsar un mejor posicionamiento de la carne argentina tanto en el mercado interno como el externo», asegurando un futuro más próspero para uno de los tesoros gastronómicos y económicos del país.

Fuente: Artículo de Ing. Agr. Osvaldo Luna

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