Productores de la región noreste de Córdoba incursionan en la Carinata, un cultivo industrial de alto valor con precios estables de $500 por tonelada, destinado a la producción de aceites refinados para aviones a reacción, bajo estrictos estándares de trazabilidad de la Unión Europea. El proyecto ya superó la expectativa inicial de rendimiento de 15 quintales por hectárea y ofrece beneficios cruciales para la salud del suelo.
El desarrollo de cultivos industriales ha encontrado un nuevo protagonista en la región noreste de Córdoba: la Carinata, una oleaginosa que está siendo cultivada como parte de una experiencia colaborativa de innovación. Este proyecto es visto como un orgullo y una forma de estar a la vanguardia, permitiendo a los productores asociados y de la zona compartir el aprendizaje generado a través del desarrollo del cultivo, optando por la Carinata en lugar de otras opciones como la colza o la camelina.
Un Negocio con Trazabilidad y Alto Valor
La Cooperativa Máximo Paz concretó en el noreste de Córdoba, en un campo del paraje La Posta, la primera experiencia con el cultivo de Carinata en la provincia. La oleaginosa se destaca en el mercado internacional por su precio estable, que ronda los 500 dólares por tonelada. Al ser un cultivo industrial, su destino es principalmente la Unión Europea y debe cumplir rigurosos estándares de trazabilidad asegurada, desde el origen hasta el final de la cosecha.
El grano de Carinata se destina primordialmente a la producción de energía y aceites. Estos aceites son refinados y terminan siendo utilizados para aviones jet. No obstante, la trazabilidad no solo abarca el aceite, sino también las harinas resultantes, que tienen como destino el consumo animal. Este negocio es posible gracias al acompañamiento de firmas como ACA y Nuseed, consideradas las originarias de la iniciativa.
Superando las Expectativas de Rendimiento
El Ingeniero Agrónomo Daniel Chincuini acompañó a MundoAgro en la recorrida por el campo de Adrián Montoro, en La Posta. Aunque el proyecto se planificó de manera acelerada, el mismo Chincuini explicó que «próximo a la cosecha, los resultados iniciales son prometedores». La idea original era alcanzar un potencial de 15 quintales por hectárea, pero los responsables del cultivo aseguran que, «a la vista de todos», la cosecha va a tener un mejor rendimiento.
En términos agronómicos, la siembra de la Carinata tiene requerimientos específicos. Según Chincuini, «el momento ideal para la siembra es a principios de abril. Esto es crucial para que la planta logre establecerse y alcance el tamaño de roseta, lo que le permite soportar las heladas posteriores títpicas de la temporada otoño-invierno. A pesar de que la siembra se logró realizar el 20 de abril, se buscará ajustar el tiempo de ocupación de los lotes en futuras temporadas a una fecha óptima anterior al 20 de abril.
En el establecimiento de Montoro la densidad de siembra utilizada fue de 4 kilos por hectárea. Si bien el objetivo inicial era obtener 700.000 cerillitas (el pequeño grano de la Brassica carinata) por hectárea, se optó por bajarlo a 600.000 debido a que la zona de cultivo es más árida que el norte bonaerense, donde se concentra el núcleo fuerte de este cultivo en Argentina.
Detalles de Manejo y Beneficios Edáficos
Debido al bajo tamaño y peso de mil de la semilla, la siembra debe realizarse con cultivos de cobertura total. Aunque lo ideal es una distancia de 17 centímetros entre hileras, los productores optaron por 21 centímetros, logrando alrededor de 14 a 15 semillitas por metro. La profundidad de siembra es superficial, similar a la de un cultivo de alfalfa, idealmente alrededor de 2 centímetros. Sin embargo, en esta experiencia se optó por 4 centímetros debido a que el antecesor fue girasol y se había utilizado un rolo anterior.
En cuanto al control sanitario, la base de los preemergentes utilizados fueron lontrel, clomazone y metaloclor, lo que permitió mantener el lote limpio. El principal desafío de control fue la Plutela (una oruguita de las coles), que requirió una frecuencia de 4 tratamientos debido a cuestiones ambientales y la proximidad de otros nichos como el garbanzo y el trigo.
A la hora del balance, el Ing. Chincuini destaca: «más allá de las ventajas económicas, la Carinata ofrece bonanzas para el manejo del suelo: permite liberar los lotes antes, utiliza un menor consumo de agua y, fundamentalmente, ayuda a descompactar los suelos. Esto genera una mejor estructuración del suelo, lo que la convierte en una alternativa ideal para la rotación con una salida a maíz». En el caso de la carinata sembrada en el campo de La Posta, se apresta a la cosecha en unos días, para dar paso a la rotación con maíz en el mismo campo.
El destino de la carinata—principalmente la Unión Europea—impone una trazabilidad ajustada, pero ofrece importantes ventajas económicas. Producir bajo estos estándares otorga una «licencia social» que se traduce en la percepción de bonos verdes y bonos de carbono. Por cada módulo de 80 hectáreas que siembra el productor, se puede obtener un plus de 2.000 dólares como bono de carbono, siempre y cuando los lotes hayan sido aprobados.
Además de su función estructural, la carinata se posiciona como un cultivo ambientalmente eficiente. Su demanda de agua y nutrientes (como fósforo y nitrógeno) no es tan intensa como la de otros cultivos invernales, como el garbanzo o el trigo. Esto es crucial, ya que permite “cosechar agua” con una menor demanda. El cultivo desocupa el lote temprano, cosechándose en aproximadamente veinte días, lo que a su vez deja un barbecho más prolongado para la siembra de maíz en diciembre.
Ingeniero Danuel Chincuini, de la Cooerativa Máximo Paz de Cañada de Luque. La primera experiencia de Carinata en Córdoba


