Asumió la administración del campo familiar a los 20 años tras una crisis de salud de su padre, enfrentando el escepticismo bancario y la subestimación del sector. En el Día de la Mujer Rural, Maritano comparte su intensa rutina de 365 días al año, defendiendo el trabajo de la mujer como una «elección apasionada.»
No hace mucho tiempo, muchas mujeres en el país hicieron escuchar su voz por el trabajo en el campo. Organizadas, pusieron en relieve la labor que, en muchos casos, se realizan a la par del hombre (hasta ese momento protagonista prinicipal de la actividad agropecuaria). Hasta que algunos datos recopilados por la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentina pusieron un toque de atención sobre el cuadro de situación: En Argentina, las mujeres representan aproximadamente el 50% de la población rural. Si bien no hay un número exacto y actualizado de mujeres rurales, se estima que alrededor de 5,1 millones de personas viven en la ruralidad, lo que equivale al 11% de la población total del país, y el 50% de estas personas son mujeres. En 2018, el 20% de las explotaciones agropecuarias estaban gestionadas por mujeres, aunque la participación varía mucho por provincia. La mayoría de las mujeres gestionaban explotaciones de menor tamaño, hasta 5 hectáreas. También se ha documentado que las mujeres rurales enfrentan mayores desigualdades, incluso en las organizaciones gremiales, donde su participación en las comisiones directivas es baja. Solamente una mujer ha llegado, después de muchos años de militancia rural, a presidir Federación Agraria Argentina: el caso de Andrea Sarnari.
En el marco del Día de la Mujer Rural, Anabella Maritano, una joven de la provincia de Córdoba, residente en La Para, ejemplifica la pasión y el compromiso ineludible con la vida de campo. Aunque reconoce que la calificación de «mujer rural» es un título que se ha puesto hoy en día, sostiene que «trabaja en el campo y lo hará eternamente».
Maritano ha ayudado a visibilizar que las mujeres trabajan a la par del hombre, y a veces con responsabilidades más serias. De hecho, asegura que las mujeres tienen las mismas capacidades que un hombre y están a su par, lo cual está comprobado. Además de estar a la par, destaca que las mujeres aportan una sensibilidad distinta al trabajo, con un «instinto materno» que aplica tanto a los animales como a todo lo demás, «romantizando» y «sensibilizando más la cuestión». También enfatiza que son mucho más organizadas en algunos aspectos que los hombres.
Un Desafío de Vida a los 20 Años
Según relató a MundoAgro, Anabella se crio y nació en el campo, viviendo allí desde los dos años y haciendo el trabajo rural toda su vida. «El trabajo es una elección que renuevo cada mañana, todos los días hay que levantarse y elegir ser una mujer rural».
Según su relato, su gran desafío llegó en 2016. «Mi papá, quien siempre administraba el campo, tuvo una condición de salud crítica. No podía estar al frente de la producción agropecuaria. Esto me obligó a tomar una decisión crucial con apenas 20 años: o me hacía cargo del campo (o alguien de la familia) asumiendo la administración completa, o salíamos a buscar un tercero para que lo administrara, vía una contratación». Anabella, quien siempre tuvo afinidad por la matemática y estuvo a la par de su padre, asumió el liderazgo en el mometno difícil.
Representar la firma ante los bancos siendo una mujer joven fue un «desafío inmenso» según le reconoció a MundoAgro. «Más de una vez tuve la fea experiencia de ser subestimada» y también tuve que enfrentar a quienes se quisieron «sobrepasar». Ella sintió que la veían llegar y decían: «la mocosa esta, ¿qué va a hacer si no tiene ni idea?». Los primeros tres años fueron «difícil, difícil, difícil» porque no la tomaban en serio. No obstante, pudo desmostrar con el tiempo que estaba preparada y que sí se podía.
La Rutina Incesante
El trabajo de Anabella es extenuante, lejos de la imagen que erróneamente se ve de lejos: «nbo es solo manejar la camioneta e ir a supervisar». Cada día, la jornada empieza a las 5 de la mañana. ¿»Rutina? A la mañana tengo que manejar un mixer (mezclador de pasturas para aimentación animal) junto a su madre. Después pasar a la guachera para atender, alimentar y dar agua a los terneros. En un rato de oficina, me toca administrar las cuentas, trabajar con la computadora y realizar pagos. Pero tengo otros desafíos muy emocionantes: durante la campaña de siembra, trabajo en el tractor toda la noche. En estos periodos, manejo en el día la administración, busco repuestos y superviso, descansando dos o tres horas antes de volver al tractor a operar la maquinaria».
Anabella Maritano subraya que en el campo se trabaja los 365 días del año; no existen los fines de semana o días libres, salvo contadas excepciones por extremo cansancio. Incluso con personal, ella está siempre «atrás de todo».
Influencia y Vocación
Aunque Anabella probó con estudiar tres meses de Agronomía en la universidad y no le gustó. Aún así sigue formándose en cursos, especialmente sobre animales. Admite que le gustaría estudiar Contabilidad para mejorar la gestión de la empresa, pero asegura que está donde quiere estar y que lo elige todos los días.
«No estoy adherida a movimientos de mujeres rurales, aunque participo cada vez que puedo y el tiempo me lo permite, en charlas para escuchar. De hecho, apoya la idea de mostrar lo que hacen, pues la gente «desde afuera no sabe lo que es ser realmente una mujer o también, en su caso, un hombre rural».
Maritano ha aprendido además el trabajo de influencer en el campo, y usa sus redes sociales para ejercer la tarea de visibilizar su trabajo. Su objetivo es mostrar que la vida rural no es fácil, sino que requiere «levantarse y trabajar al sol, la lluvia, la piedra, el viento».
Por último destacó que «a las mujeres que le escriben, interesadas en el campo, siemre les aconseja que si les gusta el trabajo agrícola deben capacitarse. Háganlo chicas, métanse, tiren, anden, busquen, no se queden sentadas esperando a que alguien las lleve. Métanse de cabeza, no se van a arrepentir, más allá de los desafíos cotidianos.
Anabella Maritano, en el día de la Mujer Rural, concluye que, a pesar de los pros y contras, es una profesión hermosa. «Desde los dos años vivo en el campo, desde el momento en que mi familia se estableció en La Para. No me arrepiento. Es mi orgullo y mi pasión».




