Líderes del sector advierten que, a pesar del auge global, déficits estructurales, bajo peso de faena y altos costos locales impiden capitalizar la bonanza y acceder a nichos premium.
La ganadería argentina se encuentra en un momento «propicio» debido al auge de la demanda global, un escenario que proyecta un crecimiento doble tanto en volumen de venta como en precio. Sin embargo, expertos de la industria advierten que el sector está lejos de capitalizar plenamente esta bonanza si no aborda reformas estructurales profundas e inmediatas. La eficiencia fue señalada como el denominador común y la clave para transformar la oportunidad actual en una ventaja competitiva de largo plazo, según los panelistas del 4º Congreso Federal Ganadero de Rosgan.
El contexto internacional es excepcionalmente favorable: Asia consume cada vez más carne y se «occidentaliza» en su consumo de proteína vacuna, Europa se ha quedado sin carne, y competidores como Estados Unidos atraviesan un momento crítico de falta de carne.

La Brecha de Eficiencia: Bajo Peso y Costos Elevados
A pesar de las condiciones favorables del mercado, Alfredo Cassani, CEO del Grupo Lequio, enfatizó que Argentina presenta serias deficiencias locales, especialmente en la uniformidad del producto y la presentación de la carne. El problema principal, sin embargo, reside en el bajo peso de faena, que coloca al país en clara desventaja competitiva.
Cassani detalló que Argentina promedia 230 kg por carcasa, mientras que países limítrofes alcanzan los 270 kg, Australia los 300 kg y Estados Unidos llega a los 400 kg. Para sortear esta brecha, el sector debe enfocarse en «meterle más kilo al animal», lo que requiere mejorar la alimentación y modificar el esquema productivo para permitir el uso de promotores de crecimiento.
A estos desafíos productivos se suman los problemas macroeconómicos. Fernando Storni, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, alertó sobre los temas de competitividad muy complejos. Subrayó que la competitividad exige reformas urgentes que van más allá de los derechos de exportación, abarcando impuestos provinciales y municipales, tales como ingresos brutos y tasas de seguridad e higiene.
El Foco Estratégico en los Mercados de Calidad
Los líderes de la cadena coincidieron en que el futuro crecimiento de la ganadería argentina depende de una mirada estratégica que priorice el acceso a nichos premium y la consistencia a largo plazo. Storni explicó que, al hablar de crecimiento, la prioridad son los mercados de calidad, dejando en un segundo plano el abastecimiento masivo que se realiza a China.
En este sentido, la apertura de mercados debe estar acompañada de acuerdos comerciales que garanticen rentabilidad, cuestionando la utilidad de abrir países con aranceles prohibitivos, como el 40% en Japón.
Calidad, Informalidad y la Necesidad de Medir
Miguel De Achaval, presidente de Inversora Juramento, introdujo los puntos más disruptivos, comenzando por cuestionar la autopercepción argentina de tener la «mejor carne del mundo». Afirmó que esta cualidad no puede sostenerse sin una métrica estandarizada, ya que actualmente «no hay frigorífico en la Argentina que mida calidad de carne».
De Achaval también identificó a la informalidad como el «gran cáncer» de la cadena. Indicó que el sector no podrá avanzar mientras la venta de animales en pie y la media res sigan dominando el mercado interno.
Además, el debate se centró en la modernización institucional. Se hizo un llamado a jerarquizar el Senasa, transformándolo en un organismo eficiente y profesional administrado como una empresa, con la colaboración activa del sector privado en aspectos técnicos y administrativos.

Innovación, Previsibilidad y Cultura del Productor
Desde Santa Fe, Berardo Vignatti (presidente de Carsfe), resaltó el impacto de la inestabilidad regulatoria y política, enfatizando que el sector necesita «previsibilidad en cuanto al marco normativo para poder producir». Vignatti también destacó la necesidad de inversión en infraestructura, como caminos y sistemas para mitigar los graves problemas de inundaciones y sequías que afectan al rodeo.
Vignatti apuntó a la cultura del productor como un factor crucial, especialmente en el centro-norte de Santa Fe, donde la tradición está «muy arraigada» y dificulta la llegada de la innovación.
En cuanto a la tecnología, De Achaval instó a la cadena a terminar con la «cobardía» y abogar por el uso de promotores de crecimiento para mejorar la eficiencia productiva y hacer el producto más sustentable, una tecnología que, afirmó, está demostrada.
El Nuevo Paradigma: Conversión Alimenticia
El panel concluyó con un enfoque en la eficiencia vista desde la inversión y la genética. Si bien se han realizado grandes inversiones en infraestructura de frío para atender la demanda china, Cassani señaló que aún falta inversión en tecnología avanzada como la inteligencia artificial, la robótica y el packaging. Storni, comparando con la eficiencia brasileña, mencionó el alto grado de procesamiento del maíz (molido y ensilado) y el manejo automatizado de datos.
Finalmente, De Achaval rompió el paradigma tradicional argentino del peso al proponer un cambio de mentalidad radical. Sostuvo que la cadena debe imitar a sus competidores aviares y porcinos. Instó al sector a dejar de enfocarse únicamente en la ganancia de peso y a concentrarse en la conversión alimenticia:
«El cerdo no mira ganancia de peso, el pollo no mira ganancia de peso, lo que miran es conversión alimenticia. Saquémonos el chip de ganancia de peso. Lo que tenemos que buscar es conversión alimenticia».
En resumen, el desafío de la cadena cárnica argentina no es simplemente producir, sino producir con la eficiencia y la calidad que exigen los mercados globales más rentables. La oportunidad de la demanda global actúa como un espejo que refleja la urgencia de estas reformas internas.





