La administración de Donald Trump está implementando una serie de medidas destinadas a impulsar drásticamente la producción y exportación de soja en Estados Unidos, una movida que ha encendido las alarmas en Argentina, principal exportador mundial de harina de soja, y que podría significar un duro golpe para el ingreso de divisas del país sudamericano.
El gobierno estadounidense, bajo el liderazgo de Donald Trump, busca incrementar la molienda de oleaginosa en los próximos años, lo que dispararía sus exportaciones de harina de soja y entraría en competencia directa con la producción argentina. Esta estrategia no es menor, dado que Argentina es el máximo exportador de harina de soja a nivel mundial, con 27,7 millones de toneladas despachadas, y el complejo oleaginoso representó el 14,2% de las exportaciones totales del país el año pasado, generando u$s2.562 millones en harina y pellets.
Las acciones de la Casa Blanca se centran en varios frentes:
• Aumento de Subsidios a Productores Locales: El mandatario norteamericano ha comenzado a aumentar los subsidios a los productores de soja para abastecer la demanda interna de aceite, uno de los destinos clave de la molienda argentina.
• Impulso a la Demanda Interna de Aceite de Soja: La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) propuso en junio elevar el corte de biocombustibles que se mezclan con los tradicionales durante los próximos dos años, lo que impulsaría significativamente la demanda de aceite de soja. Para incentivar la producción local, la EPA planteó reducir en un 50% los beneficios (RIN) que reciben los productores que importen materias primas. Esta medida es particularmente sensible para Argentina, que en 2024 abasteció el 50% del mercado estadounidense de aceite de soja sostenible, con un volumen de 110.000 toneladas métricas y un comercio de u$s107 millones.
• Expansión en Mercados Clave: La administración Trump no solo busca satisfacer la demanda interna, sino que también planea exportar harina de soja a Asia, que actualmente es el principal mercado para la oleaginosa local argentina.
La preocupación es palpable en el sector agropecuario argentino. La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) han enviado un documento a la EPA pidiéndole que reconsidere su postura. Argumentan que esta disposición «no se basa en el desempeño ambiental y, en cambio, crea una barrera no arancelaria que perturba la competencia leal y contraviene las disciplinas comerciales de la OMC». Ambas cámaras instan a la EPA a «revisar sus criterios para garantizar que el valor RIN del 100% se otorgue exclusivamente a las materias primas y los biocombustibles finales que cumplan con los estrictos estándares de sostenibilidad y trazabilidad de la EPA, independientemente de su origen nacional».
Mientras tanto, Estados Unidos sigue negociando un nuevo acuerdo comercial con China, y uno de los puntos centrales es la compra de materias primas por parte del gigante asiático a EEUU, incluyendo la soja. El propio Trump ha enfatizado la importancia de esto en sus publicaciones en Truth Social, señalando que «China está preocupada por la escasez de soja» y expresando su esperanza de que China «cuadruplique rápidamente sus pedidos de soja» para reducir el déficit comercial con EEUU.
Este escenario plantea un desafío significativo para el gobierno de Javier Milei, que podría ver seriamente afectado el ingreso de dólares por exportaciones, en una jugada que, paradójicamente, proviene de su principal aliado internacional. La «guerra de la soja» ha comenzado, y sus repercusiones en el comercio global apenas empiezan a manifestarse.
Fuente: Ambito Financiero