Especialistas advierten que los suelos del país presentan balances negativos de nutrientes, lo que limita la productividad y la calidad del grano. La cadena de la soja subraya que la fertilización responsable y el manejo agronómico integral son inversiones fundamentales para la rentabilidad y la sustentabilidad del sistema agrícola.
En el marco de la reciente edición del Ciclo de Charlas Online 2025, organizado por la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (ACSOJA) junto con FERTILIZAR Asociación Civil, expertos abordaron la «Nutrición inteligente en soja» con un enfoque que combinó el diagnóstico, los fundamentos agronómicos y las nuevas tecnologías.
La Necesidad de Fertilizar ante la Brecha Productiva
Rodolfo Rossi, presidente de ACSOJA, enfatizó que la nutrición se ha convertido en uno de los factores principales para mejorar los rendimientos, ya que «con la genética sola ya no alcanza» ante la condición actual de los suelos, que muestran balances negativos de nutrientes. Rossi lamentó que muy pocos productores fertilizan la soja, y cuando lo hacen, aplican dosis bajas respecto de lo que el cultivo realmente necesita.
Un estudio realizado sobre más de 15.000 lotes de soja de primera en la región centro del país durante 13 campañas reveló la magnitud del desafío: el rendimiento promedio de los productores se ubica un 28,7% por debajo del rendimiento potencial en secano. Guido Di Mauro, investigador de la Universidad Nacional de Rosario, explicó que aproximadamente el 65% de esa brecha es atribuible a factores de manejo, lo que representa una gran oportunidad de mejora. Entre los factores más influyentes, se destacaron la fecha de siembra, la rotación de cultivos y la fertilización fosfatada. De hecho, los lotes sembrados con antecesor maíz mostraron brechas más bajas que aquellos que venían de soja sobre soja.
A pesar de la oportunidad, un relevamiento confirmó que solo la mitad de los productores fertiliza la soja, y las dosis aplicadas son generalmente bajas en comparación con los requerimientos del cultivo.
Calidad del Grano y Sostenibilidad
La nutrición inteligente no solo apunta al rinde, sino también a la calidad. El trabajo presentado por Di Mauro exploró la relación entre fertilización y calidad del grano, encontrando que la fertilización con fósforo (P) y azufre (S) incrementó el contenido de proteína del grano hasta en 0,9%. Si bien el mercado actualmente no remunera directamente la proteína, este aumento tiene un «impacto industrial relevante», ya que la molienda de soja de mayor tenor proteico genera harinas de mayor valor comercial. El investigador destacó que en más de la mitad de las parcelas evaluadas se logró mejorar simultáneamente el rendimiento y el contenido proteico.
Profundizando en los fundamentos, Esteban Ciarlo, coordinador técnico de FERTILIZAR AC, recordó que la soja es un cultivo con altas extracciones de nutrientes que ha contribuido a acelerar el agotamiento de reservas naturales, especialmente de P y S, en gran parte de los suelos agrícolas argentinos. Datos de FERTILIZAR AC confirman que el balance de nutrientes es negativo para todos los elementos en los últimos 20 años.
Ciarlo insistió en que «la fertilización no debe verse como un costo, sino como una inversión en estabilidad productiva y eficiencia del sistema«.
La Estrategia de las 4R y el Diagnóstico Crucial
Para una nutrición responsable, el principio básico es aplicar el concepto de las 4R (Fuente Correcta, Dosis Correcta, Momento Correcto y Lugar Correcto). Al ajustar estas variables, se optimiza la respuesta del cultivo, se reducen pérdidas y se mejora la eficiencia en el uso de fertilizantes, resultando en mayor producción con menor impacto ambiental.
Cada nutriente cumple un rol esencial:
• Fósforo (P): Esencial para el desarrollo radicular y la nodulación, con efecto directo en la fijación biológica de nitrógeno.
• Azufre (S): Clave para la síntesis de proteínas y la calidad del grano.
• Potasio (K): Mejora la translocación de azúcares y la resistencia al estrés hídrico.
• Micronutrientes (Zn y B): Intervienen en la síntesis de proteínas y en procesos reproductivos y la formación de vainas.
En ensayos de la Red de Nutrición de Soja de FERTILIZAR AC, la aplicación balanceada de P y S logró incrementos promedio de 30% a 40% en el rinde frente a los testigos sin fertilizar. No obstante, Ciarlo advirtió que si se continúa extrayendo más de lo que se repone, se afecta la productividad de la soja y la sustentabilidad de todo el sistema agrícola.
El primer paso para mejorar es la medición. Ciarlo concluyó que la nutrición inteligente debe ir acompañada de diagnósticos precisos mediante análisis de suelo y monitoreos periódicos para ajustar las decisiones basadas en evidencia.
El Suelo, el «Cerebro» de la Productividad
Wenceslao Tejerina, consultor de AgroEstrategias, complementó la visión al enfocarse en la salud del suelo y el desarrollo radicular, al que describió como el «cerebro de la planta». Alertó sobre un problema creciente: la compactación y pérdida de raíces pivotantes en más del 80% de los lotes analizados, lo que limita la capacidad de absorción y la eficiencia de los fertilizantes.
Tejerina explicó que una alta densidad aparente del suelo (a menudo superando 1,5 g/cm³) reduce el oxígeno y la capacidad de almacenaje de agua útil, llevando a un estrés oxidativo y detención del crecimiento. La falta de estructura y aireación puede hacer que la inversión en fertilizantes se pierda si la raíz no puede explorar el perfil.
Para combatir estos problemas físicos, las tecnologías biológicas, como los bioestimulantes y extractos de algas, pueden mejorar la arquitectura radicular y aumentar la masa nodular. Sin embargo, el consultor advirtió que estas herramientas no son una «receta mágica» si no se corrige la compactación y se recupera la vida del suelo, destacando que el enfoque debe ser integral, incluyendo labores livianas, rotaciones con gramíneas y cobertura permanente. El suelo es el verdadero sistema de soporte, y la raíz traduce esa condición en productividad.





