«Siempre fue un tema de controversias para la comunidad», dijo Ciprián. Destacó que «es un lugar santo». Esperan aval provincial.
El intendente Carlos Ciprián está convencido de que hay que poner en valor el viejo cementerio del pueblo, ubicado a la vera del Camino Real.
Se trata de un espacio de aproximadamente media hectárea, abandonado hace décadas, donde hay tumbas que datan del siglo XIX.
La única lápida que queda en pie es de un niño de cuatro años que fue enterrado en 1894. El resto fue desapareciendo con los años.
Muchos visitantes quisieron llevarse algún recuerdo y tomaron como souvenir desde los ladrillos crudos que rodean el campo santo hasta los portones de hierro del ingreso principal.
Aunque hubo algunos intentos municipales de restaurarlo, los proyectos nunca prosperaron porque se requiere la participación de expertos en conservación del patrimonio cultural.
Un reconocido arquitecto de Colonia Caroya presentó un proyecto de restauración, pero no pudo llevarse a cabo.
“Siempre fue un tema de discusión y controversias en la comunidad”, señaló Ciprián.
Detrás del osario se habilitó un loteo muy importante y los vecinos no quieren tener “ese paisaje” frente a sus viviendas.
Por otro lado, muchas familias del pueblo tienen seres queridos sepultados en el lugar.
Ciprián afirmó que hay personas que disfrutan de estos paseos y es voluntad del Ejecutivo restaurarlo.
Para eso solicitó asesoramiento a la Secretaría de Cultura de la Provincia y el Director de Patrimonio Cultural, Arq. Jorge Allievi, se comprometió a diseñar un proyecto de intervención.
La Municipalidad quiere tener una “espalda legal” provincial “para que nadie se enoje”.
Por ahora, levantarían una muralla “de verde o de piedra” para separar al campo santo del espacio recreativo de casi dos hectáreas hecho en el terreno lindero.
Un lugar con mucha historia.
Nunca se reconstruyó la historia del viejo cementerio, pero especialistas en el tema sostienen que podría tratarse de un antiguo osario indígena que luego siguieron usando los españoles llegados a las tierras del cacique Chin Sacat.
Ciprián estima que podría tener más de 300 años y contó que en ese lugar fue enterrado Don Pío León, fundador de Jesús María.
Las leyendas que se tejienron con los años hacen del sitio un mito que sobrevive al desarrollo.
Actualmente está cercado con alambre para evitar el ingreso de depredadores.
fuente: EL DESPERTADOR