En la Argentina, el 95 % de los adolescentes afirman que las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) transforman su comunidad. La mirada del INTA sobre estas herramientas y su impacto en el sector.
Cuando Graham Bell logró la primera comunicación telefónica, en 1876, marcó el inicio de la cultura mediática basada en la oralidad. En la Nochebuena de 1906, se realizó la primera emisión de radio. Hablar, oír, discar, decir: eran las acciones que le dieron ritmo a las relaciones interpersonales y a la vida cotidiana. Hasta que irrumpió la imagen.
En 1927, la BBC efectuó las primeras emisiones televisivas en Inglaterra y, a partir de ese momento, estallaron las pantallas. Puesto en el centro de la escena familiar, el televisor ocupaba el salón de la casa y su programación congregaba hasta los vecinos. Tres décadas después, algunas ideas preludiaban la posibilidad de generar una red planetaria de computadoras.
Después de varios años de experimentación, en 1991 se creó la World Wide Web (más conocida por su sigla WWW), un medio que permitía el intercambio global de datos mediante máquinas conectadas a la red. Con una propuesta que transformaba la lógica tradicional, Internet recuperaba los lenguajes del ver y el decir, al tiempo que hacía una nueva síntesis.
Tras el lanzamiento del iPhone en 2007, Internet pasó de ser fijo a móvil y, junto con los nuevos sistemas operativos, hizo prosperar la invención de las aplicaciones web, programas utilizados para optimizar procesos. Como resultado de esa evolución histórica, la información se consolidó como un bien preciado y terminó por coronar la emergencia de la Sociedad del Conocimiento.
Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) son herramientas que potencialmente permiten igualar posibilidades entre los productores, en tanto amplían el acceso inmediato a fuentes de información y facilitan el intercambio remoto de datos. Esto agiliza la toma de decisiones y, al mismo tiempo, podría mejorar la competitividad de los pequeños productores.
Además, las TIC establecen un puente generacional entre los adultos y los jóvenes, socializados en la era digital. De acuerdo con un estudio del INTA, el 95 % de los adolescentes sostiene que las TIC llegaron para modificar su comunidad, mientras el 99 % que desea trabajar en el sector utiliza algún dispositivo tecnológico.
“Como futuros decisores del agro, es fundamental comenzar a pensar contenidos y nuevas vías para acceder a la información”, aseguró Alejandro Crisafulli, responsable del área Nuevas Tecnologías de la Dirección Nacional de Sistemas de Información, Comunicación y Calidad del INTA.
Internet le planteó a los sujetos un nuevo lenguaje (multimedia y basado en la escritura y la lectura) y otra lógica, ya no secuencial sino más bien de simultaneidad. La computadora de escritorio se afincó en los hogares y la conectividad consumó la ruptura de tiempo y espacio, acentuada por el advenimiento de las tecnologías inalámbricas.
“La creación de Internet determinó la consolidación de un único ecosistema cultural mediático, envolvente y global, que comprende a todos aquellos sujetos que mantienen un vínculo con los diversos medios de comunicación”, afirmó Roberto Igarza, doctor en comunicación social y miembro de la Academia Nacional de Educación.
En esa línea, explicó que los medios y las TIC le permiten al individuo relacionarse con el sistema cultural, lo cual desmitifica la división entre un espacio urbano y otro rural. “Las brechas que existen están vinculadas con la forma en que los sujetos se apropian de las tecnologías y con su nivel socioeconómico, pero no con los lugares donde habitan”, apuntó.
Así, la apropiación social de las TIC y su naturalización en la cultura aceleraron su arribo a los procesos agropecuarios. A la vez, precipitaron la creación de un espacio único e introdujeron cambios en el sujeto, la configuración de un mundo virtual (que condiciona e interactúa con los hechos de la vida cotidiana) y la posibilidad de hacer más urbana la ruralidad.
La metamorfosis
“Desde la década del 60, el uso de maquinarias de mayor potencia, biotecnologías y semillas transgénicas provocó un cambio en la actividad productiva y en el estilo de vida de los productores”, afirmó Marcos Urcola, doctor en Humanidades e investigador de la Universidad Nacional de Rosario y Conicet.
En el marco de una investigación, el especialista exploró la apropiación de las TIC por parte de algunos productores de Bigand, un pueblo ubicado a 70 km de Rosario, en Santa Fe. Al principio, su trabajo intentó conocer el impacto de las tecnologías productivas más modernas, pero, en el transcurso, comenzó a vislumbrarse la importancia del uso de las TIC.
“Así como las innovaciones en maquinaria y genética transforman las relaciones sociales de producción, la incorporación de las TIC ha aumentado las posibilidades de dividir el trabajo agrícola en todas sus dimensiones hasta establecerse como los soportes del cambio socioproductivo en el sector rural pampeano”, describió Urcola en su hipótesis.
En esa línea, aseguró que estas tecnologías trajeron aparejados diferentes cambios en la esfera productiva, administrativa y comercial. La primera alude a la capacidad que tienen las herramientas para facilitar la interacción entre los actores y, de esta forma, otorgarle mayor eficiencia y velocidad a los procesos productivos.
“El celular le permitió al productor resolver muchos inconvenientes de la vida rural diaria en menos tiempo y de manera más simple, potenciar las relaciones interpersonales y estar en permanente contacto con algunos actores fundamentales en la producción”, indicó.
Por su parte, la segunda esfera comprende el intercambio de información mediante correo electrónico o delmismo teléfono. “En el caso de los grandes productores, esta tarea es realizada por equipos especializados de ingenieros, contadores e informáticos, mientras que, entre los pequeños productores, suele ser delegada a los jóvenes de la familia”, explicó.
Con relación a la tercera, el académico dijo que la mayoría de los productores recibía la cotización de los granos mediante mensajes de texto o la consultaba en los sitios especializados en agronegocios. “Antes debían dirigirse a la cooperativa o mirar el diario para conseguir esa información. Hoy la pueden disponer de una forma mucho más sencilla”, señaló Urcola.
Según un estudio de Target Group Index (TGI), 5 de cada 10 personas elige la Web para informarse, es decir, el 56 % de la población consultada (10.000 casos). Esto la posiciona como una fuente primordial de información por sobre los diarios y la de mayor expansión en la última década, debido a que estaba en el último lugar en el año 2000.
La definición de lo rural opuesto a lo urbano responde a una lógica dicotómica que parece haber quedado extinta. “Aunque cada territorio tiene sus particularidades, las TIC permiten crear un único espacio, en el que las fronteras entre el campo y la ciudad pierden nitidez, debido al uso tecnológico y a las prácticas digitales que impulsan nuevas formas de sociabilización”, afirmó Soledad Bricchi, especialista en comunicación del INTA Oliveros.
Esta mirada basada en la integración coincide con un momento de revisión del campo de la sociología rural latinoamericana. En un ensayo escrito por Luis Llambí y Edelmira Pérez (2006), los autores proponen “superar la dicotomía de una ciencia social abocada a lo ‘lo rural’ versus otra concentrada en ‘las ciudades’ y sustituirla por un enfoque territorial”.
“Esta tendencia de lo tecnológico atrae a los jóvenes y le da otro estatus a lo agropecuario, al alejarlo de esa idea de ‘austeridad y sacrificio’ asociada con ‘el que está en el campo es un bruto’”, observó Urcola, al tiempo que explica que “los hijos de productores encuentran más interesante el nuevo modelo agrícola por sus posibilidades económicas y por el vínculo que pueden establecer con las ‘tecnologías de punta’ y con la Sociedad del Conocimiento”.
Igarza también sostuvo que las TIC le impregnan a la ruralidad cierto “estatus urbano”, en tanto éste implique una forma de relacionarse con el sistema mediático similar a la que se registra en los espacios urbanos. “Este tipo de vínculo se caracteriza por dos fenómenos principales: el nomadismo tecnológico y la mediatización de las relaciones”, indicó.
En cuanto al primero, señaló que la conjunción entre los avances inalámbricos (derivados de Internet móvil) y la convergencia digital permitió que el sujeto se desplace y lleve consigo las tecnologías. Por su parte, el hecho de que estas herramientas parezcan “naturales” en la vida cotidiana acelera su proceso de apropiación y arraigo en la experiencia diaria (mediatización).
“Si hubo un salto de paradigma, se produjo cuando se encontraron Internet y los dispositivos móviles”, señaló Igarza y agregó que “esta situación profundiza la dislocación entre lugar y espacio, acentúa la desterritorialización de los consumos y de los vínculos e instaura nuevas formas de generar, compartir y difundir contenidos”.
Desde el punto de vista del sujeto, “se está produciendo un fenómeno al que Clay Shirky denomina el ‘excedente cognitivo’, una idea que destaca el valor de las mediatizaciones y la creciente cesión de operaciones cognitivas por parte del sujeto hacia las tecnologías”, analizó.
De acuerdo con un estudio de la consultora Cisco, se estima que en 2015 habrá 25 mil millones de dispositivos conectados a escala global, mientras esa cifra se duplicará a 50 mil millones para el 2020, lo cual superaría a la población mundial. A medida que el tiempo avanza, las TIC disminuyen su tamaño y su costo y concentran cada vez más funciones.
“Este último factor se conoce como convergencia digital y alude a la interconexión de diferentes herramientas, plataformas y medios”, describe la investigación realizada por el INTA Rosario. Entre las distintas TIC, el informe destaca que las tecnologías más utilizadas son los smartphones, la netbook del programa Conectar Igualdad y la computadora de escritorio.
“El acceso a las TIC incide en el cambio a futuro, ya que hoy es imposible estar ajeno a esta situación de avance tecnológico”, aseguró Silvia Attademo, antropóloga rural de la Universidad Nacional de La Plata. Además, remarcó la importancia de que “todos los productores, aún los más relegados, pudieran aprovecharlas para insertarse de una nueva forma en el territorio”.
Jóvenes, la clave para el futuro
Si bien la edad no significa un obstáculo para acercarse a las TIC, los jóvenes crecidos a partir de la década del 90 son más permeables ante los cambios. “Más allá de que un adulto pueda aprender a utilizarlas, el joven ya visualiza un dispositivo capaz de ayudarlo en su trabajo y su vida”, apuntó Bricchi.
Incluso podría pensarse que, debido a su paulatina expansión, estas tecnologías favorecerían el arraigo de los jóvenes en los territorios rurales. En esa línea, la especialista explicó que “las TIC permiten establecer un contacto más inmediato, interactuar, trabajar con otros en simultáneo y hasta estudiar a distancia, lo cual evitaría que muchos jóvenes abandonen sus casas”.
Al respecto, Igarza agregó que “las nuevas tecnologías son susceptibles de cambiar el estado actual de las brechas culturales, técnicas y vinculadas con la adquisición de competencias profesionales, debido a que facilitan el acceso al conocimiento, promueven su circulación e impulsan ciclos de capacitación y educación virtuales”.
Por su parte, Crisafulli señaló que, desde el INTA, se priorizan dos líneas de acción: por un lado, el diseño de cursos de formación y, por otro lado, el desarrollo de aplicaciones móviles. Con relación a los cursos, que se dictarán mediante el Programa de Educación a Distancia.
En cuanto a las aplicaciones, “son pequeños programas que permiten mejorar, facilitar o hacer una tarea rutinaria de forma más rápida y eficiente”, observó Crisafulli, quien además anticipó que “a futuro, el desafío es armar una biblioteca de aplicaciones móviles, en la que se concentren todos los desarrollos del instituto”.
Según comentó, en general, los sistemas diseñados “apuntan a transmitir información hacia el público, ya que constituye un insumo básico para cualquier industria”. En esa línea, “si un productor dispone de los datos pertinentes en el momento justo, la toma de decisiones resulta más sencilla y muy diferente respecto de hacerla en la incertidumbre absoluta”.
Las TIC equiparan las posibilidades entre los productores, en tanto amplían el acceso a información estratégica para los procesos del agro. “De cara al futuro”, concluye Bricchi, “el INTA deberá pensar en nuevas formas de comunicación, porque los jóvenes no esperarán a las instituciones y ellos ya se perfilan como los próximos decisores del sector”.
Un estudio sin antecedentes
“Desde el INTA se investiga algo que no se abordó antes: el vínculo entre los jóvenes, la ruralidad y las nuevas tecnologías”, dijo Bricchi. El estudio apunta a comprender cómo los jóvenes, socializados en la época digital, adoptan las TIC en el ámbito rural.
“El principal objetivo es conocer las distintas realidades que viven los jóvenes del sector agropecuario y los usos y prácticas devenidos de la apropiación de las TIC para elaborar proyecciones que permitan diseñar líneas de acción transformadoras”, observó.
Con el apoyo de la Universidad Nacional de La Plata y de la asociación Fundación Ruta 40, la investigación comenzó en 2012 y se extendió durante 2013. “Este último relevamiento incluyó a 717 adolescentes de todas las macrorregiones del país (NOA, NEA, Centro, Cuyo y Patagonia) que asisten a escuelas rurales y agrotécnicas”, detalló.
Entre los principales resultados, el 54 % de la población proyecta trabajar en el agro, mientras el 99 % de esos jóvenes utiliza algún dispositivo tecnológico. Asimismo, el 57 % vive en la ciudad, aunque considera trabajar en el campo y el 48 % de los que residen en una zona rural planea desempeñarse en el sector agropecuario.