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La Ecofisiología como clave: INTA pone la lupa en la agricultura del futuro, potenciando la eficiencia

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha convocado a la «Primer Reunión de Ecofisiología y Agroecosistemas», un evento trascendental para debatir la actualización de la agricultura, enfocándose en cómo la ecofisiología de cultivos es fundamental para acelerar el mejoramiento genético, optimizar la toma de decisiones y, crucialmente, reducir las significativas brechas de rendimiento que persisten en la producción agrícola argentina.

El INTA, que lleva años trabajando disciplinarmente en todo lo referido a la ecofisiología de cultivos, ha dado un paso importante al organizar esta primera reunión para otorgarle la jerarquía que merece al campo de la ecofisiología y los agroecosistemas. La ecofisiología de cultivos es una disciplina clave que sirve para acelerar el proceso de mejoramiento genético vegetal y para hacer mejor la agricultura en general.

Esta ciencia es la base para la toma de decisiones en agronomía, permitiendo comprender cómo reaccionan los cultivos al comportamiento de cada ambiente. Ejemplos concretos incluyen la anticipación o el retraso de las fechas de siembra, decisiones que se tomaron, por ejemplo, en Córdoba hace casi 20 años para escapar de períodos críticos de máxima temperatura y falta de humedad, o para aprovechar el agua en el perfil del suelo. La ecofisiología no solo busca mejorar los cultivos y disminuir las brechas, sino también comunicar cómo generar más valor en la agricultura.

Uno de los principales objetivos de este enfoque es el achique de las «brechas de productividad» o «brechas de rendimiento», conocidas en inglés como «GAP». Estas brechas se refieren a la notable diferencia entre el rendimiento promedio de un cultivo en Argentina, como la soja o el maíz, y los «techos de rendimiento» alcanzados por los productores más eficientes, que pueden superar el promedio entre un 30% y un 40%. Esta disparidad no se atribuye únicamente al ambiente, sino también, y de manera fundamental, a las decisiones que toman el agrónomo y el agricultor en cada campaña.

Para cerrar estas brechas, los países deben trabajar en políticas públicas orientadas a ello. Si bien el uso de tecnología de riego en períodos críticos es un ejemplo directo de cómo se puede reducir una brecha, esta no es la única vía. Otras estrategias cruciales incluyen la selección de materiales genéticos adecuados, el ciclo del material, la optimización de las fechas de siembra, los niveles de nutrición y el comportamiento del cultivo frente a desafíos como golpes de calor, plagas, enfermedades o malezas. El avance continuo en el conocimiento de los cultivos, tanto a nivel sanitario como de manejo, es esencial para sortear las vicisitudes que afectan la producción de alimentos.

El INTA se posiciona como un actor fundamental en este esfuerzo nacional, aportando innovación y tecnología para la toma de decisiones. Lo que el INTA genera son «bienes no rivales» o «bienes públicos»: ciencia y tecnología. Esto significa que la información y el conocimiento que produce pueden ser utilizados tanto por un pequeño productor como por grandes empresas como Bayer o Corteva para el mejoramiento genético vegetal. La filosofía detrás de estos bienes es que, cuanto más se usan y se comparten, más se gana, razón por la cual esta reunión de ecofisiología y manejo de cultivos se describe como «la reunión de los bienes no rivales». Este modelo de innovación, que incluye la gestión de la información, es clave para la productividad total de los factores de un país. El INTA, además, trabaja en colaboración con universidades, colegios profesionales y empresas como Profertis, Bayer y Corteva para potenciar estos resultados.

El compromiso del INTA con el achique de las brechas de rendimiento es claro. La investigación y el desarrollo generados por los profesionales formados en posgrado y doctorado dentro del instituto son una muestra elocuente de cómo los organismos estatales pueden mejorar efectivamente los cultivos. Para que el INTA continúe colaborando en estas mejoras y logre incrementar la productividad de toda la región agrícola argentina, es fundamental invertir más en la institución y apalancarla. No solo se trata de capital y trabajo; la gestión de la información, la ciencia y la tecnología que el INTA genera son pilares esenciales para el progreso agrícola del país.

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