La situación de la industria exportadora de carne vacuna ha cambiado significativamente luego de las medidas tomadas por el presidente Macri. Entre la quita de retenciones (15%) y la devaluación del peso (40%), la mejora en el tipo de cambio neto para la carne supera el 55%.
«El precio del kilo de novillo en gancho ha bajado de US$ 5,80 a 3,20, que si bien nos ubica todavía bien por encima de Brasil (US$ 2,50) y de Paraguay (US$ 2,45), nos acerca a Uruguay (US$ 3,15) y a Australia (US$ 3,80)», afirma Ignacio Iriarte, director de informe Ganadero. También, como reflejo de la devaluación, ha mejorado el valor del cuero (+40%); de las achuras, y de los subproductos en general.
Hasta que se ajusten los salarios, la mejora en el tipo de cambio licúa también esos gastos. «Durante una década, debido al atraso en el tipo de cambio y al crecimiento de los salarios en dólares, el valor que podía pagar el mercado interno por la carne en dólares volvía inviable la exportación», agrega Iriarte.
En las últimas semanas el panorama cambió. Se observa que el consumo -que todavía es determinante en la formación del precio de la hacienda- está débil. «Como la magnitud de la devaluación (55%) supera largamente el incremento en el precio de la hacienda, la exportación vuelve a ser competitiva a la hora de comprar los novillos pesados, cuyo valor se parece ahora más al valor de la hacienda de consumo», observa el consultor.
El encarecimiento de los granos; las perspectivas de recrías más largas, y los precios competitivos que ahora ofrece el novillo para la exportación, hacen pensar a los frigoríficos que en los próximos meses muchísimos productores llevarán sus novillitos y novillos a pesos de faena más elevados. Debe recordarse que este año se matarán en la Argentina 1,7 millones de terneros machos y 2,2 millones de novillitos, gran parte de los cuales pueden perfectamente ser llevados al peso de faena para exportación.
«La industria exportadora sabe que en los próximos meses vendrán importantes aumentos de salarios, energía y combustibles, pero confía en que si la cotización del dólar es verdaderamente libre, se irá ajustando de acuerdo a la inflación y no perderá su nivel real actual, lo que les permitirá seguir operando», proyecta Iriarte.
En síntesis, para 2016 se va presentando para la ganadería una perspectiva que es común a casi todos los sectores de la economía: más exportación, más inversión y menos consumo. Una actitud de retención por parte de los ganaderos, alentados por los buenos precios y por las buenas perspectivas, reducirá probablemente el volumen de oferta de ganado para faena. Con este nuevo tipo de cambio se exportará más y esto se hará inevitablemente a expensas del volumen disponible para el consumo.
En el engorde a corral también habrá cambios. El titular de un feedlot espera que en 2016 se reduzca la cantidad de hacienda encerrada. «Van a seguir firmes en el negocio los que engordan produciendo su propio alimento (maíz, silo) y compran en el mercado sólo los pellets y los núcleos, y los que engordan como parte de una cadena comercial que incluye la faena y la venta de carne minorista», conjetura.
«Con el nuevo precio del maíz saldrán del negocio muchos encierres chicos, que son muy ineficientes, pero que florecen cuando el maíz está muy barato. Hacen subir el valor de la invernada y luego deprimen el valor del gordo», critica.
La relación de compraventa mejorará al acercarse la zafra, pero igual va a ser el punto crítico del negocio, porque para el otoño próximo la ganadería argentina probablemente va a estar en plena retención.ß