Golpe de calor: SENASA advierte sobre el estrés calórico y recomienda acciones para proteger al ganado

Con la llegada de las altas temperaturas, el organismo sanitario refuerza las recomendaciones de manejo, hidratación y alimentación para evitar mermas en la productividad y garantizar el bienestar animal.

Ante el inicio de la temporada estival, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) ha emitido una serie de alertas y recomendaciones destinadas a los productores pecuarios de todo el país. El objetivo principal es minimizar los efectos del estrés calórico, un fenómeno que no solo compromete el bienestar de los animales en los establecimientos y durante su transporte, sino que también impacta directamente en la rentabilidad de los sistemas productivos.

¿Qué es el estrés calórico y cómo identificarlo?

El estrés calórico se define como el conjunto de cambios fisiológicos y de comportamiento que ocurren cuando los animales no logran regular su temperatura interna al verse superada su «zona termoneutral». Aunque el estrés es una respuesta adaptativa natural, ante temperaturas ambientales extremas, los mecanismos del cuerpo resultan insuficientes para eliminar el exceso de calor.

Los productores deben estar alerta a señales claras en el ganado: disminución de la actividad física e ingesta de alimento, aumento del consumo de agua, incremento de la frecuencia respiratoria (jadeo), salivación excesiva y la búsqueda constante de sombra.

Impacto en la producción y factores de riesgo

Las consecuencias de no actuar a tiempo pueden ser severas. Se ha observado una disminución en la eficiencia alimentaria, pérdida de peso y deterioro de los índices reproductivos. En el caso de la industria láctea, el estrés calórico provoca mermas en la producción de leche y una caída en los porcentajes de grasa y proteína. Además, aumenta el riesgo de enfermedades y la tasa de mortalidad.

Es importante notar que no todos los animales reaccionan igual. Aquellos con pelaje negro son más susceptibles debido a que este color absorbe más calor, al igual que los animales con mayores niveles de grasa corporal o características específicas de edad y largo de pelo.

Medidas preventivas: Agua, sombra y manejo inteligente

Para mitigar estos efectos, el SENASA sugiere implementar las siguientes estrategias:

Hidratación constante: Un bovino adulto consume diariamente el 7% de su peso vivo en agua. Es vital garantizar agua fresca, limpia y abundante. Se recomienda realizar análisis previos de las sales en el agua para evitar el rechazo por parte del animal y asegurar un caudal adecuado en periodos críticos.

Sombra eficiente: La sombra de los árboles es ideal porque la evaporación desde las hojas reduce la temperatura del aire. Si se opta por sombra artificial, esta debe tener entre 3 y 4 metros de altura para permitir la circulación del aire y ofrecer entre 2 y 4 m² por animal para evitar el hacinamiento.

Manejo y horarios: Se deben evitar tareas estresantes durante las horas de mayor calor. Los trabajos en manga o arreos deben realizarse a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, siempre de manera tranquila y respetando el ritmo de los animales.

Alimentación y refrescado: En sistemas de engorde a corral, es conveniente administrar la mayor parte de la ración (60-70%) por la tarde e incrementar el porcentaje de fibra. Si se decide refrescar a los animales con agua, debe hacerse temprano o por la noche con un caudal suficiente para penetrar el pelo; mojar de forma insuficiente en horas de calor extremo puede ser contraproducente.

Respetar estas pautas no solo garantiza un trato ético hacia los animales, sino que potencia los beneficios de las producciones ganaderas al mantener la sanidad y la eficiencia en niveles óptimos.