Desde 1999, la agricultura de precisión viene creciendo exponencialmente en nuestro país, teniendo algunos picos de crecimiento y algunas mesetas dependiendo sean años buenos o malos para los productores agropecuarios.
En un principio, gran parte del crecimiento de la agricultura de precisión en nuestro país se debió a las inversiones de empresas argentinas que confiaron en la tecnología que provenía desde el exterior, básicamente EE.UU., e instalaron los equipamientos necesarios para que los productores agropecuarios argentinos puedan conocer las virtudes de dichas herramientas precisas.
En 2003 la tecnología realizó un vuelco importante dado que la devaluación terminó favoreciendo a las inversiones de empresarios argentinos en equipamientos para producir equipos de origen 100% argentinos.
La buena performance de las herramientas de agricultura de precisión de origen nacional prácticamente lograron ganar la mayor porción de la torta en lo que respecta facturación, como así también unidades vendidas en muchos equipos que lograron gran calidad y prestaciones. Por ejemplo, monitores de siembra, monitores de rendimiento, equipos de dosificación variable, banderilleros satelitales, pilotos automáticos, entre otros.
Durante 2014, e intensificándose en 2015 por mala relación dólar/peso, las empresas comenzaron a tener complicaciones para producir y luego competir respecto a equipamientos provenientes básicamente de EEUU.
En 2016, con la devaluación de la moneda que fue de prácticamente el 50%, nuevos aires políticos y mejores condiciones para los productores de granos para comercializar sus commodities, lograron un aumento de ventas y facturación muy importante para las empresas que proveen equipamientos tanto nacionales como extranjeros.
Esta semana se anunció la eliminación del arancel del 35 por ciento, prevista a partir de abril, que incluye a las computadoras terminadas, notebooks, all in one y PC de escritorio, mientras que en el caso de partes de computadoras alcanza a complementos de informática (impresoras, plotters, digitalizadoras) y otros bienes tecnológicos (servidores, partes de LEDs).
Estas noticias dejan con cierta incertidumbre a las empresas productoras de componentes de agricultura de precisión argentinas y, por otro lado, mejora las caras de las empresas importadoras de equipamientos que pueden imaginar que muchos de estos equipamientos podrían sufrir la quita del 35%, lo que permitiría una mejora en su competitividad dentro de nuestro país.
Es muy pronto para determinar cuál será el resultado de estas medidas como así también si llegará a impactar en este tipo de equipamientos de agricultura de precisión. De todas maneras, todo permite prever que la quita del 35% del arancel a las importaciones llegará a los componentes de agricultura de precisión y que la competencia entre lo nacional y lo importado tomará un nuevo camino.
Una lectura liviana y simple del tema podría pasar porque las empresas importadoras logren mejorar sus ventas y con lo cual aumentaría la cantidad de personal dedicado a ventas, instalación de equipamientos, servicios de reparación y asistencia. Por otro lado, si las empresas argentinas se vieran desfavorecidas, seguramente deberán bajar costos, posiblemente restringir presupuesto en nuevos desarrollos y dedicarse a competir en el plano de servicios para ser más competitivas respecto a las importadoras.
Tampoco hay que desconocer que las empresas ya tienen varios años en el mercado y que poseen clientelas cautivas que pueden seguir por confianza en el producto, servicio y red de concesionarios que posea. Pero también hay que saber que los productores y contratistas normalmente compran por precio y no por prestaciones diferenciales.
Se abre una nueva expectativa en las empresas que participan en el mercado de la agricultura de precisión de nuestro país. Esto puede permitir que ingresen también productos innovadores de otros países a precios más accesibles. Esta situación motivaría a que se produzca un incentivo de las empresas argentinas para seguir desarrollando e innovando en tecnología de punta a nivel mundial y, de esta manera, poder competir no solo en nuestro país sino también en mercados más exigentes.
El autor es especialista en agricultura de precisión
LA NACION / Campo