Los biocombustibles son los principales generadores de energía derivada del sector agroindustrial y aportan impactos ambientales positivos. Argentina es el tercer productor y el primer exportador mundial de biodiesel, y además impulsa la generación de bioetanol, biogás, y biomasa leñosa, con el objetivo de incrementar la participación de las energías renovables en su matriz energética, y también reducir como mínimo, un 17% las emisiones de dióxido de carbono entre otras acciones.
La producción agroindustrial ha cambiado su paradigma productivo ofreciendo no sólo alimentos, maderas y fibras, sino también energía. La bioenergía puede ser generada a partir de procesos específicos de transformación de aceites o granos como en biodiesel o bioetanol, o producida a partir de subproductos (antes considerados residuos) que pueden ser transformados en biogás o en energía térmica.
El Ministerio de Agroindustria de la Nación, a través de la Secretaría de Agregado de Valor, concibe como una línea de gestión estratégica el desarrollo de la Bioeconomía, gestionando proyectos y acciones para asegurar que el desarrollo de la bioenergía derivada de biomasa sea funcional al interés nacional, sectorial y de las economías regionales.
Las externalidades positivas de la producción de bioenergía no radican sólo en la sustitución de combustibles fósiles, no renovables, sino que permiten repensar el espacio rural a partir de una nueva visión de economía circular o bioeconomía, una nueva metodología para abordar los planes de desarrollo territorial.
Bajo este nuevo paradigma, las bioenergías permiten diversificar el mercado de las materias primas y promueven su transformación en origen evitando fletes de biomasa barata para ser transformada o exportada en las zonas portuarias y el abastecimiento de energías desde zonas de generación lejanas. La generación distribuida de energía permite enfrentar los típicos planteos de economías de escala contraponiendo las economías de localización, ¨la biomasa viaja mal¨.
El desarrollo territorial así enfocado genera demanda de mano de obra local, integrando las producciones agrícolas con las pecuarias y cerrando el ciclo con la producción y reutilización de la energía producida, aporta de esta forma a reducir la huella de carbono y la huella hídrica entre otros beneficios.
En el mundo, el 14 de febrero se celebra el día de la energía por un uso racional y sostenible, y desde la cartera nacional se promueve la generación de energía derivada de biomasa, que proviene de la luz solar, la cual gracias al proceso de fotosíntesis, es aprovechada por las plantas verdes mediante reacciones químicas en las células.
Los efectos derivados de la producción y uso de los biocombustibles en todas sus formas, pueden analizarse mediante el empleo de indicadores, y en particular, los efectos ambientales pueden evaluarse a través de La Huella ambiental (HA), un indicador de ciclo de vida que abarca diversos impactos ambientales relacionados con las emisiones al ambiente, y el uso, agotamiento y degradación de recursos escasos.
Bioenergía derivada de biomasa
Las formas más conocidas de bioenergía derivada de biomasa, son los biocombustibles como el Biodiesel, Bioetanol, Biogás y Biomasa leñosa.
Biodiesel
Es el biocombustible líquido obtenido a partir de aceites vegetales como el de soja, colza y palma, entre otros, mediante un proceso químico llamado transesterificación. Este biocombustible puede mezclarse o sustituir al gasoil convencional. Actualmente, Argentina mezcla su combustible diesel con un 10% de biodiesel de soja, equivalente a 1.120.000m3 en el año 2016.
Bioetanol
Es el biocombustible líquido obtenido a partir de la fermentación de cultivos como caña de azúcar, maíz, sorgo dulce, remolacha azucarera, entre otros. Puede mezclarse con las naftas o sustituirlas a partir de la incorporación de los autos con motores Flex Fuel. Actualmente, Argentina mezcla su nafta con el 12% de bioetanol (50% proveniente de maíz y 50% de caña de azúcar), equivalente a 900.000m3 en el año 2016.
Biogás
Es el biocombustible gaseoso obtenido a partir de la biodigestión anaeróbica de residuos orgánicos como por ejemplo efluentes líquidos provenientes de las actividades agropecuarias y agroindustriales. Actualmente existen 65 digestores en funcionamiento según el «Diagnóstico de Plantas de Biodigestión Anaeróbica» realizado por el INTI en el 2016.
Biomasa leñosa
Es biomasa sólida que incluye residuos forestoindustriales, plantaciones forestales energéticas, residuos de poda, etc., que a partir de procesos termoquímicos son transformados en Dendroenergía (energía eléctrica y/o térmica).
Apuntando al agregado de valor, como una alternativa productiva y diversificación de la materia prima y los residuos, Argentina se convirtió el tercer productor y el primer exportador mundial de biodiesel, y además impulsa la generación de bioetanol, biogás, y biomasa leñosa, con el objetivo de ir incrementando la participación de las energías renovables en su matriz energética. Se instalaron 37 plantas de biodiesel y 14 plantas de bioetanol en Argentina con una capacidad de producción cercana a los 5 millones de metros cúbicos anuales de biodiesel y 1 millón de bioetanol.
Argentina frente al cambio climático
En diciembre de 2015 el país adhirió al Acuerdo de París, cuyo objetivo es limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2° C respecto de la época preindustrial. Para lograrlo, los países se comprometieron a reducir sus propias emisiones de gases efecto invernadero en niveles progresivamente mayores.
Argentina fue el primer país en informar, durante la cumbre del clima de 2016, que está en proceso de revisar su Contribución Nacional, estimando que una vez finalizada mejorará la reducción de sus emisiones al 2030 del 15% propuesto inicialmente al 17% de manera incondicional, y del 30% al 37 % si se obtiene la cooperación de la comunidad internacional.
En el cálculo de esa reducción de emisiones se incluyeron, por el momento, dos aportes del sector agrícola: una mejor rotación de cultivos y el aumento de la superficie forestada. El proceso de revisión nacional continúa, incluyendo la revisión de la línea de base con la cual las medidas son contrastadas, y el estudio de otros aportes del sector agropecuario a la mitigación. Todas las medidas bajo estudio tienen la característica de que no sólo mejoran el aporte del país al objetivo mundial de reducir las emisiones, sino que además mejoran la sustentabilidad de la producción.