Mediante un comunicado recordó que en esta etapa se registraron 125 silobolsas rotos, con 125 ataques a la mesa de los argentinos.
La seguidilla de vandalismos contra la propiedad privada de los productores, y sus silobolsas (reservas estratégicas de la producción) parecen no tener una solución. Los ataques se repiten variando su intensidad y su frecuencia, pero siguen estando presentes, a medida que pasa el tiempo como sociedad en su conjunto empezamos a naturalizarlos a ellos y ese es el peor de los escenarios, para nuestros valores ciudadanos y el país.
La cuenta de los hechos arroja el número de, al menos, 125 silobolsas afectados; tres dígitos que más allá de su cuantía representan en el inconsciente colectivo del sector otra cosa, que enciende las alarmas, no solo económicas, sino también las de los estados de ánimo, las intelectuales, y morales; nos retrotrae a situaciones pasadas, un dejavú, escenario de conflicto, que si bien, obviamente no es el mismo, encuentra ciertas similitudes en el estado de ánimo de los productores y nos encuentra a todo el sector unido en contra que aquello que simplemente está mal.
Roturas, cortes, punzados, incendios, abigeatos y robos se repiten constantemente en el corazón productivo del país; lo vienen sufriendo tanto empresas internacionales y grandes productores, como pequeños y medianos productores familiares; tanto agrícolas como pecuarios. Ataca a ingredientes mayoritarios y esenciales en la cadena de valor agregado para la transformación de los mismos en harinas, aceites, biocombustibles, burlandas, y sobre todo proteína de origen animal, carnes vacunas, avícolas, porcinas, ovinas y leche.
Ataca a la mesa familiar de los argentinos, ataca la base de la integración productiva pecuaria del país, que representó el 67% de las exportaciones del mismo el año pasado, y este año esa alícuota, fruto de la situación de la pandemia, crecerá por encima del 82% del total.
El vandalismo se comporta como un virus que se expande, sin dirección, sin discernimiento, con la sola premisa de dañar por dañar, «con total ignorancia, sin hacerse cargo de las consecuencias de sus actos, y justamente ahí está su ceguera intelectual».
De acuerdo al Departamento Económico de CRA, a cargo del ingeniero agrónomo Matías Lestani, en números, las 125 roturas de silobolsas es equivalente a 12.500 tn. afectadas y pudriéndose a la intemperie entre el agua y el barro se podrían haber destinado a: 1750 jubilaciones mínimas; 3000 Planes IFE (Ingreso Familiar de Emergencia); 673.000 raciones de comedores comunitarios; 900.000 paquetes de fideos, de harina o polenta; 750.000 litros de leche; 700.000 paquetes de arroz; 110.000 kg de asado; 85.700 kg de milanesas.
A veces, tener claro el impacto de las acciones nos ayuda racionalizar las mismas.
A veces no es maldad, es simplemente ignorancia, 673.000 chicos podrían haber comido con lo que se perdió, y no lo perdió solo un sector, lo perdió la mesa de los argentinos, lo perdió toda la sociedad, lo perdimos todos como país y es que «en la vida, podemos hacer lo que queramos, pero lo que no podemos hacer es evitar las consecuencias de nuestros actos».