La efeméride se celebra mundialmente con el objetivo de resaltar uno de los vinos más representativos de la Argentina
El Día Internacional del Malbec se celebra cada 17 de abril con el objetivo de resaltar uno de los vinos más representativos de la Argentina. Esta variedad de uva morada es una de las más usadas para la elaboración de vinos tintos y blancos.
Esta cepa es oriunda de la región francesa de Burdeos Francia y proviene de un antiguo cruzamiento de Magdeleine noir y Prunelard. De esta forma, su origen es francés, dado que se cultivaba en el sur del país y se usaba la cepa para elaborar vinos denominados “de Cahors”, por el nombre de la región.
Además de celebrarse cada 17 de abril el Día del Malbec, en la Argentina, por el peso cultural de esta bebida, también se celebra cada 24 de noviembre el Día Nacional del Vino.
Por qué se celebra el Día del Malbec el 17 de abril
El 17 de abril de 1853 se presentó, con el apoyo del gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, un proyecto ante la Legislatura Provincial de Mendoza, con el objetivo de fundar una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. El proyecto fue aprobado con fuerza de Ley por la Cámara de Representantes, el 6 de septiembre del mismo año.
La organización de esta Quinta fue encomendada al ingeniero agrónomo francés Michel Aimé Pouget quien introdujo varias cepas europeas, entre ellas Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Semillón. De ahí la fecha en la que se estableció el 17 de abril como “el Día Mundial del Malbec”.
Tal como señalan desde Wines of Argentina, el 2011 se festejó por primera vez esta efeméride que logró posicionarse en el calendario mundial y que sirve para promocionar el vino local. La iniciativa fue de la asociación, que busca posicionar al Malbec argentino en el mundo y celebrar el éxito de la industria vitivinícola nacional.
La historia del vino en la Argentina
La historia del vino en nuestro país se remonta a mediados del siglo XVI, tras la fundación por parte de los colonos españoles de Santiago del Estero (1553) y Mendoza (1561). En esta área geográfica se introdujeron las primeras cepas de uva moscatel y uva país, empleadas en un principio para las ceremonias religiosas de la misa católica. Más tarde, se propagó por Cuyo, el Tucumán y el área rioplatense, hasta consolidarse en los siglos XVII y XVIII.
La actividad en la provincia de Mendoza pronto se separó de la del resto de los territorios: los documentos de la dirección general de escuelas provincial hablan de una docena de viñedos durante el siglo XVII y una superficie cultivada de viñas de unas 20 hectáreas aproximadamente.
Por su parte, la cepa Malbec llegó a la Argentina en 1853, cuando Domingo Faustino Sarmiento contrató al agrónomo francés Michel Aimé Pouget para llevar adelante la dirección de la Quinta Agronómica de Mendoza, con la idea de potenciar la agricultura en la región y, en particular, el cultivo de la vid. Pouget trajo consigo esquejes de vides francesas, entre ellas, el primer Malbec que se plantó en el país.
Además, Sarmiento estableció escuelas de enología con el objetivo de elevar la calidad del vino y lograr que se industrializara de la mano de la ciencia y la técnica. Gracias a su impulso, el vino se convirtió en una actividad económica clave en la región y en todo el país.
Aunque la vitivinicultura es una actividad mayormente asociada con las provincias de Mendoza y San Juan, el Gobierno nacional subraya que la vitivinicultura se extiende a 19 provincias del país. Con más de 43.000 hectáreas cultivadas, la cepa Malbec es la más arraigada en nuestro suelo.
En el país, la superficie total de viñedos es de 223.585 hectáreas: además de Malbec, hay uvas Cereza, Bonarda, Criolla Grande, Cabernet Sauvingnon, Syrah y Pedro Giménez, lo que representa el 3 por ciento de la superficie mundial y posiciona al país en el quinto lugar como productor de vinos en el ranking global.
