La llegada del Gobierno de Javier Milei anticipa una serie de políticas que beneficiarán al sector exportador.
El sector exportador se encuentra expectante ante el cambio de escenario que sugiere la llegada del nuevo
gobierno. Aun sin certezas respecto de los tiempos de ejecución, la expectativa de cambios inminentes en materia de
desregulación comercial permite vislumbrar un futuro promisorio para el sector. En este sentido, la industria
ya descuenta una corrección del tipo de cambio oficial que, sumado a una eventual quita de retenciones,
significaría una mejora sustancial de su ecuación comercial, además de medidas como la eliminación de
los cupos para exportar o la liberación definitiva de los llamados “cortes populares”, que sin duda permitirán al
sector expresar todo su potencial exportador desde el minuto cero.
Es en este contexto, signado por fuertes expectativas de cambio, bajo el cual en las últimas semanas se ha
marcado una tendencia muy firme en los precios tanto de los novillos pesados como también de las vacas, dos
categorías con perfiles netamente exportadores. La semana pasada, el Mercado Agroganadero volvió
a mostrar importantes alzas en el precio del novillo, por el que llegó a pagarse hasta $1.300 el kilo vivo,
equiparando ya los valores pagados por un novillito de 100 kilos menos.
Algo similar sucede con las vacas -especialmente la flaca, un tipo de hacienda mayormente demandada por la exportación- que marcó pisos de $800 el kilo contra una vaca gorda de buena terminación con topes por debajo de los $1.000, como valor corriente.
Sucede que, a diferencia del consumo, la capacidad de compra de la exportación ya había comenzado a
corregirse parcialmente tras la implementación de un dólar diferencial para la exportación de carne por lo
que es hoy donde se concentra la mayor expectativa de ajuste que descuenta el mercado.
En este sentido, la primer corrección del tipo de cambio para la exportación se produjo tras las elecciones de
primer término de octubre, al implementar una fórmula de cálculo que contemplaba la posibilidad de liquidar
hasta un 30% de las divisas ingresadas producto de las ventas al exterior en el mercado financiero
mejorando en más de un 45% el tipo de cambio oficial, manifiestamente retrasado. Seguidamente,
una segunda corrección entró en vigencia luego del ballotage presidencial de noviembre, incrementando
al 50% dicha proporción lo que supuso una mejora adicional del llamado “dólar exportador” en torno al
20%, a valores de entonces.
Lo cierto es que este esquema que regía hasta la asunción del actual gobierno acaba de vencer ayer
domingo, 10 de diciembre, por lo que el mercado se encuentra plenamente expectante de las nuevas
medidas que podrían anunciarse en los próximos días.
A priori, el rango de valores en el que se posiciona el mercado va desde los $650 a los $800 por dólar,
asumiendo una liberación gradual del tipo de cambio, aun sin liberación inmediata y total del cepo.
Asimismo, la expectativa -aunque también gradual de quita de retenciones supondría un factor adicional
de mejora sobre la capacidad de compra futura de la exportación.
Por otra parte, más allá de las medidas que puedan implementarse desde el gobierno, no debe soslayarse
el escenario en el que estos cambios encuentran a la ganadería. Este eventual sinceramiento de precios se
produce de cara a un período de evidente retracción de oferta.
En efecto, si bien la faena de noviembre ha mostrado un aumento relativo tanto de vacas como de novillos,
esto podría en parte adjudicarse a la fuerte salida de hacienda que se estuvo registrando desde la zona de
islas, producto de la crecida de los ríos. Sin embargo, a partir de este momento, por la misma estacionalidad
de oferta de este tipo de categorías, pero fundamentalmente por la retracción de ventas que tenderá a generar el productor -al menos de manera temporal hasta conocer las primeras definiciones- la cantidad de hacienda disponible para faena se verá sin
duda restringida en los próximos meses.
Todo ello, a su vez, en un contexto de escasez estructural de hacienda consecuencia de la
menor producción y el elevado nivel de extracción ocasionado este año producto de la sequía, el cual
condicionará el nivel de oferta general, tanto para el mercado interno como para la exportación.
En este sentido, ante el mismo escenario de oferta restringida, la diferencia claramente se centra
en la capacidad de respuesta de la demanda. Es precisamente por ello que, ante un mercado interno
que dada la contundencia de los ajustes esperados muy probablemente continue con un poder de compra
debilitado durante gran parte del próximo año, la expectativa más fuerte del mercado se centra en la
liberación inmediata y definitiva de todas aquellas trabas que hasta entonces han estado limitando la
exportación.
Fuente: Rosgan