La empresa agropecuaria de la familia Aguilar Benítez es una de las que firmó un convenio con la Provincia para instalar una planta y producir este biocombustible. Dirigida por Andrés Aguilar Benítez, se orienta a la producción ganadera y la agricultura, con foco en el maíz y la soja. Podría convertirse en uno de los pocos establecimientos con capacidad para producir dos biocombustibles.
El establecimiento Las Chilcas es una de las empresas cordobesas que se sumará a la decisión del Gobierno de Córdoba de impulsar la construcción de 20 nuevas plantas de biodiésel en la provincia que producirán este biocombustible, tal como anunció el viernes el gobernador Juan Schiaretti.
El convenio con la Provincia que suscribieron las empresas está basado en las condiciones estipuladas por el Programa de Autoconsumo de Biodiésel 100% (BioCBA), cuya finalidad es diversificar la matriz energética para reemplazar combustibles contaminantes por biocombustibles y producir con autonomía energética.
Las Chilcas es una empresa familiar orientada primordialmente a la industria agropecuaria, aunque con el paso de los años se fue diversificando e incorporando valor agregado al origen. Fue fundada en 1980 por Mario Aguilar Benítez y, en un primer momento, se dedicó a la ganadería.
El establecimiento está ubicado sobre la ruta nacional 9, a la altura del kilómetro 868, entre las localidades de Rayo Cortado y Villa de María de Río Seco, al norte de la provincia de Córdoba. Utiliza tecnología de avanzada, criterios de innovación y sustentabilidad. Además, minimiza el impacto ambiental.
La unidad de negocios principal es la agricultura, enfocada en la cadena del maíz y la soja. El primero de estos cultivos se utiliza como materia prima para la producción de bioetanol. La soja se siembra por una cuestión de rotación y se comercializa, pero no se industrializa.
La empresa participa en el programa provincial Buenas Prácticas Agropecuarias y aplica la técnica de siembra directa, lo cual le sirve para potenciar la actividad ganadera.
Ejemplo de economía circular
El secretario de Biocombustibles y Energías Renovables provincial, Sergio Mansur, destacó que “Las Chilcas es uno de los mejores ejemplos en Córdoba de la economía circular asociada a la cadena de valor del maíz”. Dijo que esta empresa, entre otras, representa lo que la Provincia intenta fomentar a través de la ley N° 10.721, de Promoción y Desarrollo para la Producción y Consumo de Biocombustibles y Bioenergía.
En esta línea, ponderó que los dos grandes biocombustibles (maíz y soja) que se pueden producir en Argentina “podrían ser producidos en un único establecimiento, lo cual convertiría a Las Chilcas en uno de los pocos con capacidad para producir ambos biocombustibles”.
Agregó al respecto: “Incorporar una planta de biodiésel en el mismo establecimiento significaría agregar la cadena de la soja a la economía circular, lo cual redundaría en más empleos, menor impacto ambiental y autosuficiencia energética”.
En cuanto al rubro ganadero, entre las actividades de Las Chilcas se incluyen el engorde de ganado bovino y porcino. De hecho, desde finales de los años ’90 cuenta con un feedlot (alimentación intensiva en corrales) integrado por 20 mil animales.
También posee una granja de producción porcina (para cría, engorde y venta de cerdos), que fue ampliada durante 2021, lo cual permitió pasar de 500 a mil madres.
Paralelamente, el establecimiento del norte cordobés tiene una planta propia de producción de alimentos para el ganado.
El presidente de Las Chilcas, Andrés Aguilar Benítez, celebró la decisión del Gobierno provincial de apostar al biodiésel. “Acompañamos y creemos mucho en los beneficios de la producción sustentable, la generación de energías renovables y la potenciación de la economía circular”, señaló.
“Con la ayuda financiera que propone el Gobierno vamos a poder encarar el proceso”, admitió Aguilar Benítez, cabeza de una empresa en la que también están involucrados dos hermanos y dos hermanas.
Producción de bioetanol
La planta de Las Chilcas funciona totalmente integrada a los procesos del campo. Esto permite industrializar el maíz en su lugar de cosecha.
Desde 2016 cuenta con una destilería que transforma la producción de maíz en alcohol. Esta planta de bioetanol genera energía y alimento a la vez, con un sistema de economía circular. Subproductos como la burlanda sirven para alimentación del ganado.
Aguilar Benítez dijo en este sentido: “Vimos los beneficios de trabajar con un sistema de economía circular a través de la cadena de maíz con el bioetanol; se logra una sinergia entre las distintas unidades de negocio, donde un residuo pasa a ser un subproducto de otra unidad y el insumo de otra”. Y continuó: “Se genera una circularidad que se autopotencia, y eso acarrea beneficios en la producción y aportes a la comunidad”.
Luego indicó que la inversión empresaria permitirá crear nuevos empleos directos e indirectos. “Vamos a aumentar entre 10 y 20 por ciento el plantel de empleados, según las necesidades; hoy tenemos 125 trabajadores en la empresa, todos de la zona, cuando los campos vecinos tienen sólo uno”, anticipó.
El presidente de Las Chilcas entiende que el sistema de trabajo utilizado “potencia la producción energética, la producción animal y los subproductos, además de generar trabajo de calidad en la zona, eludir el éxodo de personas del pueblo a la ciudad y evitar que grandes camiones salgan a la ruta”.
El gas natural, un gran ahorro
A mediados de 2021, la empresa se conectó al gas natural a partir del gasoducto troncal que la Provincia construyó en la región norte. Esto le permitió un ahorro importante en sus procesos productivos.
Tanto la política de acercar el gas natural a las industrias como la orientación hacia los biocombustibles es vista con buenos ojos por el establecimiento productivo.
“Estamos muy alineados con lo que propone la Provincia, creemos en la circularidad y tenemos la visión de generar una economía circular también con la soja, como lo hacemos con la cadena del maíz”, sentenció Aguilar Benítez.
Desde 2017, la fábrica cuenta con un biodigestor para procesar desechos bovinos y porcinos, y también residuos orgánicos domiciliarios. “Con este sistema se produce biogás, el cual se utiliza como energía para el funcionamiento de la destilería de bioetanol; esto reduce el impacto ambiental y la huella de carbono, además de aportar a la comunidad para generar conciencia ambiental”, enfatizó.
Además, los desechos del biodigestor se convierten en un biofertilizante que puede usarse en los campos o como otro subproducto para comercializar.
“Apoyamos un proyecto federal; mientras más nos alejamos del puerto, más sentido tiene este tipo de proyectos, porque más barato nos termina saliendo el costo de oportunidad de la materia prima; y fomentamos la atomización de la producción energética, que está muy concentrada en el país”, completó.