Vivimos horas de incertidumbre ante la suba del dólar, la corrida financiera, la discusión por las tarifas, la remarcación de precios y los anuncios de un nuevo préstamo del FMI. Se trata de variables de la macroeconomía que están en discusión, de las cuales no estamos ajenos los pequeños productores. Como millones de argentinos, advertimos que nuestro futuro depende de cómo se resuelva esta coyuntura.
Por un lado, antes de esta situación cambiaria, la Federación Agraria ya venía advirtiendo que los pequeños productores y las economías regionales estábamos al borde de una crisis económica, productiva y social, por la acumulación de problemas que llevan años, a los que se sumaban los aumentos tarifarios y la falta de financiamiento que ya a comienzos de 2018 se hacían sentir. Se lo dijimos en audiencia al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, el 27 de marzo. En aquella oportunidad, llegamos a solicitar que el Banco Nación atienda específicamente la situación de chacareros y cooperativas endeudadas, para que puedan seguir produciendo. Se trata, sustancialmente, de un planteo que la FAA viene sosteniendo hace tiempo, como es el de tener políticas públicas diferenciadas para apuntalar un desarrollo equilibrado, lo cual incluiría necesariamente tasas y financiamiento.
Hoy, cuando el modelo está en jaque, entre otras causas por la decisión de los capitales especulativos de salirse de las Lebac para ir al dólar, o dejar de apostar en la Argentina seducidos por las tasas de interés que subieron en los Estados Unidos, tenemos que recordar que la prioridad de las políticas públicas debería ser siempre para los que agregamos valor en origen, para los que damos vida a nuestros pueblos, para las Pymes que podemos quedar al costado del camino por la suba de tarifas y del combustible, o por el aumento de las importaciones. Los que creemos, en definitiva, que un país se construye en base a la producción y no a la timba.
Se menciona también que una de las explicaciones de la crisis cambiaria es la caída en la liquidación de divisas del sector agropecuario. Una vez más, explicamos a la opinión pública que no todos somos lo mismo en lo que algunos llaman “campo”. Somos miles de productores, con distintas escalas. Los de espalda más grande, que son los menos y pueden vender según como se acomodan los mercados. Y estamos el resto, los chacareros que apenas finalizada la cosecha, cubrimos deudas y afrontamos el costo de la próxima siembra, los que tenemos que alimentar a nuestro rodeo u ordeñar nuestras vacas sin especular con el valor de las tasas o del dólar. Además, si existe retención de divisas, se debería apuntar al puñado de empresas agroexportadoras que domina hace años el comercio de granos, a las cuales este mismo gobierno nacional les liberó de todo compromiso en cuanto a los plazos para liquidar dólares.
Algunos hablan de más devaluación y mejorar el precio de nuestras exportaciones como única salida. Por un lado, ayudaría a reducir el déficit comercial, pero debe tenerse en cuenta que la mayoría de los productores nos vinculamos con el mercado interno. Por ende, si no se piensa en el impacto en los costos de producción y la baja en la capacidad de consumo de la población, una medida de ese tipo sólo ayudaría a profundizar la concentración económica.
El acuerdo con el FMI
Finalmente, ante las negociaciones que se realizan en Washington con el FMI, reiteramos una posición histórica de la Federación Agraria. Para los pequeños productores, es clave tener un Estado presente. Y en ese marco, planteamos que un si préstamo stand by que sirva para respaldar las Lebac, tiene su contraparte en un recorte de programas de desarrollo e investigación; o de ajuste y privatización de tareas en INTI, INTA o SENASA; o el ajuste por vía de frenar obras de infraestructura, reducir salarios y jubilaciones, entonces sería un acuerdo atentaría contra el desarrollo y la soberanía nacional.