Perspectiva climática: calor extremo y lluvias dispersas marcarán el ritmo del verano agrícola

Expertos prevén un verano de altas temperaturas y precipitaciones localizadas por el fenómeno de La Niña, condicionando el potencial de los cultivos de gruesa en diversas regiones productivas.

El sector agropecuario cierra un año climático completamente atípico. Tras un invierno con inundaciones gravísimas y una primavera de temperaturas frescas, el escenario actual está marcado por la instalación del fenómeno de La Niña en el Pacífico ecuatorial.

El termómetro como protagonista Según el meteorólogo Leonardo de Benedictis, este fenómeno se ha manifestado en Argentina principalmente a través de temperaturas superiores a los valores normales, una tendencia que se proyecta firme durante los meses de enero y febrero. Por su parte, el consultor Eduardo Sierra aclara que, si bien el evento no califica como una «Niña severa», el verano transcurrirá bajo un telón de fondo de calor elevado en gran parte del territorio nacional.

Precipitaciones: el «verano playero» y su irregularidad En cuanto al régimen de lluvias, se espera un comportamiento localizado, disperso e irregular. Sierra describe este periodo como un «verano playero», con precipitaciones muy acotadas desde finales de diciembre hasta finales de enero, marcando el intervalo más seco de la temporada. Para febrero, se estiman acumulados de entre 50 y 75 milímetros, volumen que resulta inferior a las necesidades estacionales de los cultivos. Asimismo, los especialistas advierten que no se prevé una recuperación significativa de las lluvias durante marzo y abril.

Impacto en los rindes y zonas bajo riesgo A pesar de este contexto restrictivo, no se anticipan áreas extensas de sequía severa, y las proyecciones para la cosecha nacional sugieren un desempeño entre «bueno y muy bueno», aunque sin superar las tendencias históricas de rendimiento.

La situación, sin embargo, será dispar según la región. El área occidental del país, que abarca a La Pampa, San Luis y Córdoba, se encuentra en una posición crítica debido a la escasa disponibilidad de humedad. En estas zonas, existe el riesgo de que la «amoladora climática» erosione los rendimientos de los granos gruesos si no se registran precipitaciones urgentes de al menos 100 mm.