En este artículo, el Ing. Pedro Sueldo, Coordinador Científico – Rumiantes-Vetanco SA, analiza acciones para mitigar los efectos adversos.
El estrés por calor en el ganado es una condición fisiológica en la cual la temperatura corporal es más alta que la normal y ocurre cuando la suma del calor interno, producido por el metabolismo, más el calor ambiental supera la capacidad del animal para disipar el calor del cuerpo y mantener su temperatura corporal entre 38°C y 39°C. Como resultado de esto, el animal responde con cambios fisiológicos y de comportamiento. Todo esto lleva a pérdidas de eficiencia de conversión y de rentabilidad en el sistema de engorde.
Las principales estrategias de mitigación de los problemas generados por el estrés térmico incluyen el uso de razas más tolerantes (cruzamientos con razas índicas), modificaciones de la alimentación para reducir la acumulación de calor metabólico y el desarrollo de estructuras e instalaciones para proteger al ganado contra las temperaturas altas.
A lo anterior se pueden sumar medidas de manejo según las pautas de bienestar animal tendientes a disminuir el estrés, evitando además trabajar con los animales en las horas de más calor.
Las medidas de mitigación se centran en el suministro de sombra y agua de bebida. Otras estrategias se basan en el manejo de los horarios de comida y en la restricción del consumo. Si se dan dos comidas, se puede dar un tercio del total a primera hora y el resto cuando comienza a bajar el sol; si se da una sola comida, conviene hacerlo en dicho momento.
Con respecto a los alimentos, los fibrosos generan en la digestión mayores incrementos de calor (por unidad de EM) que los que contienen más carbohidratos (granos). La mayoría de las investigaciones apuntan al uso de una mayor proporción de estos últimos en las dietas denominadas “frías”, que sumarían menos cantidad de calor. Sin embargo, para algunos autores no hay evidencia concluyente en este sentido y una dieta moderadamente fibrosa, con fibra de alta calidad y baja en energía generaría menos calor que una muy concentrada. Un exceso de proteínas degradables en el rumen también contribuye al incremento de calor, por lo que la utilización de proteína pasante puede ser conveniente. La utilización de grasa pasante en la dieta en reemplazo de parte del grano ha sido propuesta para contribuir a disminuir la producción de calor. Es posible que el suministro de distintos aditivos sean un complemento importante en la prevención del estrés calórico.