Nidera presentó en Chivilcoy herramientas para la siembra de maíz

Nidera Semillas reunió a un grupo de especialistas en Chivilcoy para compartir herramientas para la toma de decisiones al momento de la siembra. El primer paso: tomar el barreno y medir la disponibilidad de agua a dos metros de profundidad.

A la hora de sembrar maíz, cada campaña los productores deben tomar decisiones de siembra en base a la disponibilidad de agua y nutrientes. Pero cada una de estas variables impactan distinto de acuerdo a cuál sea el híbrido y el ambiente. De esto trató la última jornada de actualización técnica organizada por Nidera Semillas en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, donde un grupo de más de 150 productores y asesores se reunió para escuchar las recomendaciones de seis referentes que desde sus especialidades aportaron herramientas para enfrentar la nueva campaña.

Uno de ellos fue Gustavo Maddoni, especialista de la Cátedra de Cerealicultura de la FAUBA, quien abordó el agua a la siembra como criterio de diversificación de fechas de siembra en maíz. El especialista compartió algunos datos que resultan clave. En primer lugar, que los cultivos de maíz consumen grandes cantidades de agua durante el ciclo: entre 400 y 500 milímetros. Solo alrededor de floración el consumo de agua es de entre 150 y 200 mm y su ausencia puede llevar a condiciones de estrés hídrico.

“Hay que salir a barrenar ahora a dos metros de profundidad para ver si hay agua en el suelo. El agua a la siembra es un predictor de si la demoro o no”, dijo y acotó que la reducción en la densidad de siembra no genera grandes cambios en el consumo total de agua de los cultivos pero sí incrementa la transpiración de cada planta y con ello su tasa de crecimiento.

Para Maddoni, lo que importa es la demanda atmosférica: “ambientes de mayor demanda requieren más agua. Por eso todo depende de la fecha y el lugar. El agua en la cama de siembra y el balance de agua durante el período crítico definen el partido”.

A su turno, el especialista de INTA Chacra Barrow, Fernando Ross, compartió su experiencia obtenida en el sur bonaerense donde, a su criterio, la genética y el manejo le abrieron un espacio al maíz en ambientes de 300 milímetros. “Era difícil generar un cultivo en esas condiciones. Sin embargo, el maíz es el cultivo más sembrado de la gruesa. Una cosa de locos”, dijo.

Para Ross, fertilizar al inicio es una de las claves para los ambientes restrictivos. Debe haber disponibilidad de nitrógeno para que la planta arranque con todo su potencial. Los híbridos más plásticos hacen que el rendimiento se independice de la densidad. Entonces, “lo prioritario es ajustar la densidad de siembra al nivel de rendimiento factible. Ver la ubicación, las precipitaciones, el coeficiente fototermal y la calidad del suelo”, apuntó.

Fernando Salvagiotti, especialista de INTA Oliveros, acotó que la brecha de rendimiento del cultivo de maíz es del 41%. Mientras el rendimiento promedio actual es de 6.790 kg/ha, el limitado por agua es de 11.600 kg/ha. En su opinión, la brecha está dada por la fertilidad del suelo en cada lote y la combinación de manejos y potenciales del cultivo. “La composición del grano es un aspecto que influye en la demanda de nitrógeno y, a su vez, ésta varía entre híbridos”, dijo.

Ricardo Ollúa, de desarrollo de producto de Nidera Semillas, se refirió al NS 7921 Viptera3 CL, un híbrido de amplia adaptabilidad a todos los ambientes productivos con destacada combinación entre performance y perfil sanitario, y la mejor biotecnología del mercado para el control de insectos y malezas, con herramientas como imidazolinonas, glifosato y glufosinato de amonio.

Este híbrido tiene 118 días de madurez relativa y, para la zona centro de la provincia de Buenos Aires, funciona tanto para siembras tempranas como tardías. También cuenta con un potencial de rendimiento muy elevado y amplia adaptabilidad a cambios en el stand de plantas, además de un excelente potencial de rendimiento superando al índice ambiental dentro de amplios rangos de densidades.

“La mejor recomendación de densidad surge del análisis del índice ambiental, el precio de la semilla y el precio del grano”, dijo Ollúa y se refirió a la Recomendación Nidera, la herramienta con que cada RED-IN (distribuidor exclusivo de Nidera) cuenta a la hora de analizar estas variables con alto grado de precisión.

Ollúa también describió las bondades del NS 7621 Viptera 3. El híbrido de máxima performance del mercado para todos ambientes de fecha de siembra temprana. Cuenta con la mejor biotecnología del mercado para el control de insectos combinada con resistencia a glifosato y glufosinato de amonio para el manejo de malezas.

Es el híbrido de ciclo más corto del semillero con 117 días de madurez relativa. “La rompe en siembras tempranas y logra más de 500 kg/ha por encima de la mayoría de los competidores del mercado. En la medida en el que ambiente mejora, suma entre un 2% a un 4% de madurez”, aportó. Según Ollúa, los materiales no tienen respuestas iguales a las densidades en distintos ambientes. Con 120 mil plantas por hectárea, el rango de rendimiento puede ir de 6.000 a 14.000 kg/ha.

Para cuidar las tecnologías, la clave es hacer refugios. Y para que no haya excusas, Nidera lanzó esta campaña el nuevo NS 7800 TGCL que mejora rendimiento y perfil agronómico.

Por su parte, de las 13 variedades de soja que Nidera Semillas tiene en el mercado, que van de grupos 3 a 8, Ollúa hizo hincapié en NS 3821 STS para ambientes de media a alta calidad y NS 4642 STS. La primera es una soja de estructura media que permite explorar potenciales de rendimientos altos, con excelente perfil sanitario. “Con esta soja estamos saliendo anticipado del lote. En siembras de segunda, por las heladas tempranas, salir 6 días antes es muy bueno”.

NS 4642 STS es un lanzamiento para la campaña. Se trata de una variedad para todos los ambientes, de bajo porte, que aporta mayor potencial de rendimiento. Para 2023, estará llegando otro lanzamiento: NS 5023 STS.