El maní entra en una etapa clave

Con un leve retraso en su desarrollo vegetativo debido a temperaturas más bajas de lo habitual durante el mes de febrero, el cultivo comienza a definir su rendimiento. Hay presencia generalizada de arañuelas y los técnicos insisten en el monitoreo constante por el avance de Sclerotinia Minor

En términos general, la campaña 20/21 viene desarrollándose con normalidad, es decir, lo que hasta hace seis meses se anunciaba como “año niña” no fue tan severo y en el mes de enero las lluvias generalizadas en toda la región manisera hicieron que el cultivo se defendiera.

Sin embargo, durante el mes de febrero la amplitud térmica terminó impactando en el desarrollo vegetativo del cultivo, que por su rusticidad está preparado para resistir altas temperaturas, no así el frio. Y durante el mes de febrero se registraron temperaturas por debajo del promedio lo que hizo que la planta retrase un poco su desarrollo. Sin embargo, esto no quiere decir que necesariamente vaya a rendir menos.

Hasta el momento, el mes de marzo vino acompañado de altas temperaturas pero muy pocas precipitaciones lo que también impacta de lleno en el cultivo.



Según el último informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba, en la actualidad el maní presenta síntomas de estrés hídrico y térmico leve. Aún así, el estado general continúa siendo favorable, con un 86 % de los lotes entre excelentes y muy buenos.

Respecto a plagas, la entidad manifestó que se registran ataques de arañuela (Tetranichus urticae) en los departamentos Río Cuarto y Tercero Arriba, en todos los casos en baja incidencia. En relación a enfermedades, se observó la presencia de viruela en Juárez Celman y Sclerotinia (sclerotinia minor) en Río Cuarto.

Evidentemente el mayor desafío del maní sigue estando al momento de la arrancada. Con un retraso en el desarrollo, los productores se ven obligados a esperar el llenado y esto inevitablemente fuerza a que la arrancada se desarrolle avanzado el otoño, y ahí es donde el clima cobra mayor importancia.

Si el otoño es húmedo y encuentra un cultivo invertido, se puede ver afectado su rendimiento e inclusive la producción. Además, los temporales de otoño retrasan las tareas a campo y esto demora la cosecha. En esa etapa, el cultivo se vuelve más vulnerable y cada día de trabajo cuenta, por lo que el clima se convierte en la variable más importante pudiendo determinar la calidad final del maní.

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