Erosión hídrica: ¿cómo afecta el ambiente?

El primer paso para controlar este peligroso proceso es conocer los factores que lo determinan. Alternativas para contrarrestar su efecto.

La erosión hídrica es un proceso que se caracteriza por la desagregación de las partículas primarias y de los agregados de la masa del suelo, producto del impacto de la gota de lluvia o de la abrasión, y su transporte por salpicado o escurrimiento del agua (Denoia, 2014).

Según Denoia (2014), el impacto de la gota de lluvia sobre la superficie del suelo constituye el punto de partida del proceso erosivo, que continúa con el transporte de las partículas del material desprendido hacia la parte baja del terreno y finaliza cuando dicho material queda depositado en sectores bajos o es tomado por vías de escurrimiento y transportado nuevamente.

Erosión hídrica 1

De esta forma, el proceso erosivo puede dividirse en dos fases. La primera de ellas es la fase de desagregación, que se caracteriza por el rompimiento de los agregados o desprendimiento de las partículas del suelo producto del impacto de las gotas de lluvia y el transporte de las mismas por salpicado.

Luego del rompimiento de los agregados, el próximo paso involucra un proceso de reordenamiento de las partículas de suelo y la consecuente reducción de poros. Por último, se produce una compactación y formación de sellos superficiales, reduciendo drásticamente la infiltración. A medida que se disminuye la capacidad de infiltración del suelo, se produce una lámina de agua superficial que contiene en suspensión partículas de suelo provenientes de la destrucción de agregados (Denoia, 2011).

La cantidad de material transportado por salpicadura se da en los primeros instantes de comenzada la lluvia (2 a 3 minutos), cuando la superficie se halla cubierta por una película de agua. De continuar la lluvia, la lámina de agua aumenta en espesor y el impacto de las gotas no se da directamente sobre el suelo, por lo que la cantidad de partículas removidas tras cada impacto disminuye (Denoia, 2011).

La segunda fase es la de transporte, la cual se caracteriza por el desprendimiento de las partículas del suelo por abrasión, y el transporte de las mismas por escurrimiento. Esta etapa se inicia una vez que hay material desagregado y se ha formado la lámina de agua en la superficie. El agua se desplaza pendiente abajo, arrastrando consigo material en suspensión.

Existe un límite definido para la cantidad de sedimentos que puede ser transportada en suspensión. Cuando se ha alcanzado este límite, el agua no puede llevar más materiales sin acelerar la velocidad o aumentar la profundidad. Cualquier disminución en estas variables determinará la sedimentación.

Ambas fases de la erosión están influenciadas estrechamente por la cobertura que posea el suelo. La cubierta – ya sea viva, como un cultivo, o muerta, como un rastrojo – funciona como una protección, tanto frente al impacto de las gotas de lluvia como al escurrimiento del excedente hídrico que no logró penetrar en el perfil del suelo y que escurre pendiente abajo (Denoia, 2011).

Erosión hídrica 2

¿Cómo afecta la erosión hídrica el ambiente?

Como se dijo anteriormente, la erosión hídrica produce la desagregación de las partículas del suelo afectando directamente la estructura del mismo. El problema principal radica en que el horizonte más vulnerado por este proceso es el superficial, el cual presenta los mayores niveles de nutrientes y materia orgánica. En otras palabras, la erosión degrada el horizonte más importante que presenta el suelo.

Un factor que se ve influenciado por este proceso es el de dinámica hídrica del suelo. Al deteriorar la estructura del mismo se dificulta el ingreso de agua al perfil, lo cual disminuye la cantidad de agua útil disponible para los cultivos. La formación de costras y sellos superficiales aumentan la cantidad de agua que escurre superficialmente pendiente abajo y, por ende, potencian el proceso de erosión durante la fase 2.

La erosión hídrica afecta la dinámica del agua en el suelo.

 

¿Cómo se puede medir la erosión hídrica a campo?

Hay distintas formas de medir a campo la pérdida de suelo por erosión. Una forma práctica implica comparar la profundidad del horizonte superficial del área que está sufriendo erosión hídrica con la profundidad del horizonte superficial de otro sector que se considere no afectado por dicho proceso. Dicho sector, que puede encontrarse dentro del mismo campo o en las cercanías, no debe estar influenciado por la actividad agrícola y debe corresponder a una zona elevada (puede ser en una tapera o alguna parte alta del lote donde por algún motivo no se realiza agricultura).

Cabe destacar que no debe elegirse como perfil de referencia aquel que se encuentre debajo de los alambrados, puesto que allí es donde al frenar el agua de escurrimiento decantan parte de los sedimentos en suspensión, lo que eleva la profundidad del horizonte superficial y conduce a una sobreestimación del grado de erosión.

También se puede estimar el nivel de erosión midiendo en forma periódica la altura entre la superficie del suelo y una marca utilizada como referencia inicial. Este método consiste en enterrar una varilla en el lote que está siendo sometido a la erosión y medir en forma periódica la altura que hay entre la superficie del suelo y la marca que hicimos sobre la estaca. De esta manera uno puede ver la evolución de la erosión en el tiempo.

Otra forma de estimar a campo el grado de erosión es, en caso de presentar surcos hondos o cárcavas, midiendo el volumen de tierra removidos por la erosión. Mediante esta técnica además se puede conocer el volumen de tierra necesario en caso de que se desee rellenar (Denoia, 2011).

Algunas alternativas para contrarrestar el efecto de la erosión

Cultivos cortando la pendiente principal

Esta práctica se realiza fundamentalmente cuando el terreno presenta una pendiente suave y uniforme. Consiste en realizar la siembra de un cultivo en dirección perpendicular al sentido de la pendiente principal del terreno. El objetivo es reducir la velocidad del escurrimiento superficial del agua a través de la rugosidad creada por los cultivos. La eficacia de esta práctica está asociada al sistema de labranzas adoptado y a la rotación de cultivos (Denoia, 2007).

Cultivos en contorno o siguiendo una curva de nivel

Consiste en la adaptación del sentido de siembra y de las labores a una o varias líneas de gradiente cero (Curvas de nivel). Al igual que la alternativa anterior, a través de esta práctica se busca reducir la velocidad del escurrimiento superficial y así disminuir la cantidad de suelo removido por erosión. Para su uso, hace falta el marcado de una o varias líneas guías que sirvan de referencia para realizar tanto las labores como la siembra. Hay que prestar especial atención en aquellos suelos con baja capacidad de infiltración, en los que se hace necesario dar una pequeña pendiente (0,2% – 0,4%), para facilitar la eliminación de los excedentes hídricos (Denoia, 2007).

Cultivo en fajas

Consiste en la alternancia de cultivos de diferente ciclo y/o densidad de siembra de manera tal de descomponer la pendiente principal en tramos de menor longitud. La diferencia de ciclo tiene como finalidad contar con sectores del lote con cobertura en distintos momentos del año.

Las fajas se disponen siguiendo una línea de bajo gradiente (hasta 0,4%), dependiendo de la capacidad de infiltración del suelo, para que los excedentes hídricos – en el caso de ésta sea baja – escurran y no generen encharcamiento. El ancho de las fajas depende del gradiente de la pendiente del terreno. A mayor gradiente, mayor es el número y menor es el ancho de cada faja

Tabla 1: Ancho de las fajas para diferentes valores de pendiente.

Esta herramienta se adapta muy bien a sistemas de producción mixtos o a aquellos donde se emplean cultivos densos (trigo, cebada, arveja, etc.) y otros de escarda (maíz, soja, sorgo, etc.). El objetivo, al igual que las prácticas anteriores, es disminuir la velocidad del agua de escurrimiento a través del obstáculo que representan las fajas de los distintos cultivos (Denoia, 2007).

Terrazas

Las terrazas son camellones o lomos de tierra que se construyenpara disminuir la velocidad del agua de escurrimiento y  aumentar la infiltración de la misma en el perfil (terrazas de absorción), o bien para que el escurrimiento superficial sea interceptado y derivado a velocidades no erosivas hacia canales de derivación y posteriormente hacia zonas acondicionadas para recibirlos (terrazas de derivación). Además de derivar los excedentes hídricos, las terrazas tienen como objetivo disminuir la velocidad del escurrimiento a través del acortamiento de la longitud de la pendiente. Con esto se crean condiciones para aumentar la tasa de infiltración, a la vez que se disminuye la pérdida de suelo (Denoia, 2007).

Lote sistematizado con terrazas.

Vista aérea de campos con terrazas. Según la pendiente del terreno se determina la distancia entre los camellones.

Conclusiones

Se estima que en los últimos 30 años la degradación por erosión hídrica en la Pampa húmeda alcanzó el 36 % de la superficie. Al respecto, el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, Roberto Casas, estimó que “los procesos erosivos generan al país una pérdida anual de producción superior a los 2.000 millones de dólares”, y especificó que “por cada centímetro de suelo perdido, el rendimiento de maíz disminuye alrededor de 250 kilogramos por hectárea; el de trigo 150 kg/ha y el de la soja 100 kg/ha”.

Según Julia Capurro, especialista del INTA en la temática, la inclusión de cultivos de cobertura resulta fundamental debido a que su masa vegetal impide el impacto directo de la gota de lluvia sobre el suelo y reduce la velocidad de escurrimiento superficial del agua. Además, “las raíces favorecen la agregación, la aireación del suelo y, luego de su descomposición, dejan conductos que facilitan el ingreso del agua a capas más profundas”.

Para Capurro, es prioritario en los actuales sistemas productivos, tratar de disminuir la erosión hídrica, a través del manejo de los escurrimientos superficiales. “Esto nos permitió medir cuánto nos pueden ayudar los cultivos de cobertura a reducir al mínimo las pérdidas de suelo y disminuir los escurrimientos superficiales, aumentando la infiltración de agua en el perfil”, afirmó la especialista (INTA, 2015).

Desde Aapresid se está trabajando arduamente sobre este tema, promoviendo las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), las cuales son claves para el manejo de la erosión hídrica. Dentro de éstas, las de mayor impacto sobre los procesos erosivos son la siembra directa, la rotación cultivos y la nutrición balanceada. El programa Agricultura Certificada certifica los campos que cumplen con estas BPA y el Programa Sistema Chacras trabaja adaptando las BPA en ambientes y sistemas de producción específicos.

Leandro Ventroni, gerente técnico del Programa Sistema Chacras comentó que “uno de los desafíos que demandan los productores es acortar la brecha entre los rendimientos que se pueden alcanzar (en relación a las características del ambiente y suelo) y los que realmente posee el productor. Entre las alternativas evaluadas podemos citar el aumento de cultivos utilizados en una rotación con una fuerte participación de gramíneas (maíz, sorgo, trigo y cereales de invierno como cobertura), pero sin olvidar las leguminosas (soja, girasol, vicia, arveja, etc.). Esta estrategia nos lleva a tener cultivos “vivos” durante la mayor parte del año, contrarrestando la erosión hídrica y brindando un fuerte efecto positivo sobre el aporte de carbono y nitrógeno al sistema, así como un aumento en la eficiencia de uso del agua y de la radiación”.

En la actualidad, este programa está en la búsqueda de alternativas productivas para cada ambiente y sistema de producción. Así, existen Chacras tanto en el corazón de la Región Pampeana (Pergamino, Chivilcoy, Justiniano Posse) como fuera de la misma (San Luis, Santiago del Estero, Valle Medio de Rio Negro). El desafío es poder encontrar alternativas productivas sustentables que proporcionen: alta productividad, rentabilidad, estabilidad productiva y financiera, pero cuidando el impacto sobre el ambiente y la sociedad.

Una de las claves para disminuir la erosión hídrica es poder entender la oferta ambiental en la cual el productor debe producir y adaptar el sistema de producción a esa oferta, en lugar de tratar de adaptar el ambiente al sistema de producción. En ese camino, el programa también trabaja en Sistemas Integrados de Producción (SIP), que proponen integrar actividades (ej. agricultura-ganadería) a fin de crear sinergias emergentes de gran impacto sobre la sustentabilidad del sistema de producción, con efectos positivos en la salud del suelo (propiedades físicas, químicas y biológicas), en la producción, en la estabilidad productivita y económica-financiera de la empresa,  todo esto con un menor impacto sobre el ambiente y la sociedad.

Por otro lado, las Regionales de Aapresid trabajan fuertemente en la transferencia de las BPA al resto de productores y con fuerte compromiso hacia la sociedad.

Aapresid entiende que el escuchar y dialogar con la sociedad es clave para acercarnos a sistemas de producción más sustentables. Así lo expresa la misión de la institución, que propone “impulsar sistemas de producción sustentables de alimentos, fibras y energía, a través de la innovación, la ciencia y gestión de conocimiento en red”. Podemos quedarnos tranquilos que la institución trabaja – y lo seguirá haciendo –  para contrarrestar la erosión hídrica y eólica.

Fuentes:  Geronimo Ponte – Pasantías Aapresid

Apunte sobre erosión hídrica, Cátedra de Manejo de Tierras, FCA, UNR. Año 2013.

INTA 2015. “Solo el 22% de la superficie con cultivos de cobertura”. Consultado el 24 de Noviembre de 2015 en: www.on24.com.ar/agro/11004/solo-el-22-de-la-superficie-con-cultivos-de-cobertura