Mike McLaughlin, investigador de la Universidad de Adelaida, defiende la fertilización balanceada y los desarrollos en nanotecnología y bioestimulantes
La consigna global que hoy domina la agricultura es la de producir más alimentos con cada vez menos recursos. Bajo esta idea rectora se ajusta la mayoría de las investigaciones en las diferentes disciplinas y actividades. Por el gran impacto que tiene en la producción y el ambiente, la fertilización de los cultivos y la dinámica de los nutrientes en el suelo no podían estar ajenos a este objetivo.
La semana pasada los productores argentinos tuvieron la oportunidad de tomar contacto con las investigaciones en fertilizantes que se desarrollan en la prestigiosa universidad australiana de Adelaida. El profesor Mike McLaughlin brindó una charla en el último Simposio «Fertilidad 2017», donde estableció que las mejoras en la fertilización vendrán de la mano de la nanotecnología y los bioestimulantes. Estas dos herramientas posibilitarán mejores formulaciones y una mayor absorción de los nutrientes por parte de las plantas. «Se trabaja para tener una óptima sincronización del nutriente en el suelo con la demanda que realiza la planta. En el futuro los productores tendrán alternativas interesantes como distintas combinaciones entre fertilizantes y bioestimulantes. Hay mucha investigación para conocer las reacciones que tienen los fertilizantes en el suelo», afirmó McLaughlin.
En su charla realizada en el simposio organizado por la asociación Fertilizar y el Instituto Internacional de Nutrición de las Plantas (IPNI), el investigador irlandés trazó un marco cada vez más acotado en donde se desarrollará la fertilización de los cultivos. «Las restricciones ambientales van a ser cada vez mayores por lo que los nutrientes se deberán aplicar con más eficiencia», explicó.
En cuanto a las mayores complejidades para producir, Fernando Andrade, del INTA Balcarce, advirtió en su participación en el simposio que será cada vez más difícil aumentar la productividad sólo con el uso de insumos. «Hay que tener mejores procesos y más conocimientos», afirmó, dando cuenta del rol que juegan las rotaciones, la agricultura por ambientes y los cultivos de cobertura.
Por su parte, McLaughlin planteo también como otra limitante a la productividad la forma que los productores plantean el negocio agrícola. «Yo veo que los agricultores se concentran sólo en la renta. Su preocupación es bajar los costos y por lo tanto buscan la fuente más barata de nutrientes, no la más adecuada. De esta forma sólo están planificando a un año vista», dijo
Antes de volver a su rutina de trabajo en la universidad australiana, McLaughlin visitó la redacción de LA NACION. Con un estilo claro y conciso argumentó en favor de balancear las fertilizaciones y a utilizar nuevas alternativas a los fertilizantes más tradicionales.
-Para usted el desafío central es intensificar las producciones pero cuidando el ambiente, ¿es posible lograrlo?
-Sí, en eso estamos trabajando. El desafío que tenemos es llegar a alimentar a 9600 millones de personas al año 2050. Y está claro que no podemos hacerlo agregando más tierra a la producción. Entonces la respuesta tiene que venir necesariamente de una intensificación agrícola. En cuanto a los fertilizantes, necesitamos mejorar la eficiencia porque mucho del fertilizante va a contaminar el agua y los suelos. Y el trabajo de los investigadores es ver cómo se maximizan esos recursos para extraerles más producción. Ahí está la clave.
-Pero ¿cómo se hace?
-No necesitamos aumentar más la tecnología, sino que debemos aplicarla de una manera balanceada. Esto es incluir al fósforo, al azufre y al zinc. Es importante que los agrónomos aquí manejen esos balances. No existe una única vía para mejorar la eficiencia de uso del fertilizante, se necesitan estrategias integradas que combinen al suelo con el ambiente y con el sistema agrícola.
-¿Podría dar un ejemplo?
-En suelos con alta capacidad de absorción de fósforo como los oxisoles y suelos calcáreos, el bandeado de fósforo debajo o al costado de la semilla ayuda a minimizar el volumen de suelo fertilizado e incrementa la probabilidad de contacto raíz-fertilizante. También un aspecto clave es la selección de variedades con sistemas radicales que conducen a una mayor adquisición de fósforo. Tenemos básicamente que entender las reacciones de los fertilizantes en el suelo y conocer muy bien la fisiología de cada planta con los nutrientes.
-Además de balancear la fertilización, usted plantea la necesidad de utilizar nuevos fertilizantes.
-Así es. Muchos de los agricultores están usando fertilizantes que no son realmente apropiados para las condiciones del suelo. Se están usando tecnologías de fertilizantes muy atrasadas o digamos tradicionales como es el uso del fosfato diamónico y monoamónico. Son de las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo pasado y hoy la mayoría de los productores la siguen usando. El problema es que no están aportando los nutrientes de una forma balanceada. Hoy hay tecnologías más innovadoras que se pueden aplicar.Por ejemplo en los trigos vemos que es muy importante tener no sólo nitrógeno sino también azufre para mejorar la calidad de ese grano. Y tiene que haber una interrelación entre estos nutrientes para que haya no sólo rendimiento sino calidad del grano. Hay información generada por INTA y otras instituciones de investigación que demuestran que vamos a necesitar los micronutrientes en mayores proporciones. Hay mapas que demuestran estas deficiencias de nutrientes.
-¿Y la industria está preparada para reemplazar los fertilizantes más tradicionales?
-Sí, hay fertilizantes que se lanzaron al mercado que manejan el balance nutricional y que demuestran que hay incrementos de rendimiento. En fertilizantes fosfatados son formulaciones químicas con micronutrientes y formulaciones líquidas.
-Además de la incorporación de nuevos fertilizantes usted apuesta que la mejora también vendrá con los bioestimulantes.
-Es el paso a seguir. Es una tecnología que va ayudar a las plantas a extraer más nutrientes y producir más. En los próximos años se verán más combinaciones entre fertilizantes y bioestimulantes. Es parte de la tecnología del futuro. Ya hay patentes de fertilizantes relacionados a un zinc soluble en agua y a un producto de liberación lenta con boro.
Se repone un tercio de lo que se extrae
Que en nuestro sistema productivo se reponga sólo un tercio de los nutrientes que se extraen por medio de las cosechas fue sin duda el dato que causó la mayor de las sorpresas en Mike McLaughlin. En este sentido las diferencias con lo que vienen haciendo los australianos es notoria. «Allá tenemos superávit de nutrientes. Tenemos una agricultura muy parecida a la de ustedes ya que se utiliza el mismo sistema de siembra directa. La gran diferencia es el desbalance nutricional que ustedes tienen aquí.
El balance positivo en Australia es el resultado de años de fertilizaciones que fueron aumentando la provisión de nutrientes del suelo», afirma el investigador. Los australianos fertilizan 25 millones de hectáreas de trigo y aproximadamente 50 millones de hectáreas de pasturas implantadas. En la Argentina, por el contrario y según los técnicos, se está minando en forma acelerada la cantidad de nutrientes en el suelo. En el caso de un nutriente como el potasio el balance es tan negativo que puede llevar a una deficiencia en el corto plazo.
Las estadísticas muestran que en los últimos años el peor cultivo en cuanto a reposición de nutrientes fue la soja. A lo largo de las últimas campañas sólo repuso alrededor del 10% del total de los nutrientes que se extraían del suelo. Se incluye al nitrógeno, fósforo, potasio y azufre. Por el contrario, el trigo es el cultivo que aunque tuvo grandes variaciones entre campañas fue el que mejor repuso los nutrientes.
En la campaña 2015/16 estuvo cerca del 60% de la reposición. En la misma campaña el maíz repuso menos del 30%. Muchos encuentran que la causa del desbalance del actual sistema agrícola es el gran porcentaje de tierra que se arrienda en cada cosecha. En general, en los contratos de alquiler no figura un inventario de la dotación de nutrientes con que se entregan los campos. Tampoco cláusulas que obliguen a devolver los campos en las mismas condiciones de fertilidad en que se recibieron. «Los campos de la Inglaterra del 1800 ya se alquilaban tomando en cuenta la cantidad de abono y estiércol que tenían «, aportó Mike McLaughlin.
Actor principal
Según Fernando Andrade, del INTA Balcarce, la fertilización de los cultivos contribuye hasta alrededor del 50% de la producción agrícola en Estados Unidos y Europa. Incluso su gravitación es todavía mayor en los países tropicales. En las regiones menos desarrolladas de África y América latina es aún bajo y es el responsable de los bajos rindes.
Micronutrientes
Los últimos desarrollos en materia de fertilizantes fosfatados son formulaciones con micronutrientes. Por ahora, en la Argentina este tipo de fertilizantes ocupa sólo un 6% del consumo total. En cambio, en Estados Unidos los farmers lo vienen utilizando en forma creciente. Estos productos alcanzan el 25% de la participación del mercado suba del consumo.
La peor campaña
En 2015 el consumo y la reposición de nutrientes del suelo llegó a un peligroso piso. El fósforo, que fue el nutriente con mejores índices, apenas alcanzó el 35% de reposición sobre la extracción realizada por la cosecha del grano. En el caso del nitrógeno fue del 30% y en el azufre del 20%. Con estos índices no hay planteos sustentables en el tiempo.
Suba del consumo
En la campaña 2016/2017 fue notoria la recuperación del consumo total de fertilizantes. Superó los tres millones y medio de toneladas de fertilizante después de haber caído en la campaña 2015/2016 a algo menos de dos millones y medio de toneladas. En las últimas campañas la importación de fertilizante representa el 70% del total.
Más caros
Según las proyecciones realizadas para el largo plazo por Mike McLaughlin los fertilizantes serán más caros. «Más allá de las oscilaciones de precios que provocan las compras de India o China, lo cierto es que producir fertilizantes requiere energía que tiene costos crecientes por lo que es de esperar que la tendencia de precios vaya en aumento.»
Ensayos del INTA
Hay más de 50 ensayos de largo plazo que están funcionando en las estaciones experimentales del INTA sobre el comportamiento de los suelos en distintos planteos productivos y situaciones agroecológicas. Los ensayos brindan información relevante sobre numerosos parámetros físicos, químicos y biológicos de los suelos.
La Nación