Fué en la zona de Vedia, cerca de Junín, provincia de Bs As. No eran habituales de la zona pero en los últimos años se los está viendo más seguidos
En Vedia, provincia de Buenos Aires, un equipo de contratistas de cosecha que estaba haciendo sus labores en un lote de maíz se sorprendió cuando un enorme padrillo de chancho jabalí se cruzó por enfrente de la cosechadora en plena recolección.
Todo ocurrió en un campo de la zona cuando el maquinista se topó con el animal que estaba comiendo dentro de la parcela y, sin tener tiempo para eludirlo, enganchó las patas del jabalí con las cadenas de rodillo. La situación obligó a frenar al conductor.
“La otra vuelta que también andábamos cosechando nos pasó con otro chancho de 150 kilos. Lo impresionante fue el tamaño de este último animal que pesaba más de 270 kilos. Se suele encontrar pumas también pero siempre se los sueltan”, dijo uno de los contratistas.
“Por el peso que tenía la única manera de moverlo y sacarlo del lugar, fue usar el cabezal del mismo maicero con el que se estaba trabajando, como pala para transportarlo hasta la caja de una de las camionetas”, agregó.
El jabalí es una especie exótica oriunda de Europa donde es considerado un animal para caza. Lo introdujo junto con el ciervo colorado al país Pedro Luro para su coto de caza privada en el sur de Santa Rosa, en la provincia de La Pampa. Tras una fuga de muchos ejemplares del perímetro en el que se encontraban, se convirtieron en animales silvestres que luego, con el apareamiento con chanchos domésticos, se volvieron cimarrones.
Sus crías tienen el lomo amarronado con franjas longitudinales blancas y cuando crecen todo su pelaje se vuelve oscuro. Los machos tienen colmillos característicos, codiciados como trofeo de caza. Se han convertido, por un lado, en buscados por cazadores y, por el otro, en plaga para los productores agropecuarios porque causan estragos en los campos. Rompen alambrados y atacan al ganado, pero el daño mayor lo hacen sobre los lotes sembrados con maíz.
“En los últimos años los jabalíes se volvieron plaga en zonas donde antes no habitaban. Es incontrolable el daño que provocan porque no solo comen el maíz sino que tumban toda la planta entera y voltean el cultivo cuando caminan por el lote y las pérdidas económicas se vuelven enormes”, describió el contratista.
La Nación / Campo